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Del falso diálogo a una negociación responsable

El llamado del Vaticano a elecciones -entendemos generales- como mecanismo para salir de la crisis es sin duda un avance en el proceso en curso para dar una salida pacífica y tranquila, sin mayores traumas, a la crisis que atraviesa el país en estos momentos.

Del diálogo infructuoso y tramposo del régimen habría que pasar a una etapa de negociación, no para “normalizar” la situación, pretensión constante del irresponsable régimen madurista; sino para organizar una transición, una nueva etapa que supone, para restablecer la democracia y las libertades fundamentales, la constitución de un gobierno de unidad o concertación nacional, en el que participarían todos los sectores nacionales democráticos, para hacer frente a la tragedia que nos deja la revolución bolivariana. Al mismo tiempo, se tendrán que reorganizar los poderes públicos, en particular, el Poder Judicial y más concretamente, el Tribunal Supremo de Justicia; el Consejo Nacional Electoral, instituciones que deben ser autónomos e independientes y las fuerzas armadas, policiales y de seguridad.

Por supuesto, antes de iniciar cualquier proceso de transición, la inmediata liberación de los presos políticos, el cese de la persecución y el fin de los procesos penales y militares iniciados en contra de los que con todo derecho ejercieron la protesta pacífica y la rebelión ante las arbitrariedades y los atropellos del régimen.

La negociación, quizás con respaldo internacional calificado, conduciría a acuerdos que por supuesto no serán del agrado de todos. En un proceso de esta naturaleza las concesiones son necesarias. No puede haber imposiciones ni arbitrariedades, precisamente las odiosas políticas y actitudes que hemos condenado en estos veinte años de barbarie política instaurada por un grupo de civiles y militares que simplemente, cuartelizaron el país.

Los temas en una negociación se deberían centrar, fundamentalmente, en el cambio de gobierno y de régimen, lo que supone desmontar el totalitarismo económico, erradicar la corrupción, recuperar las empresas del Estado vilmente quebradas. Son temas complicados que exigen inteligencia y prudencia. Pero, mas difícil será tratar en esta nueva fase de negociaciones todo lo relativo a la responsabilidad penal de quienes han participado de alguna manera, por acción o por omisión, en la comisión de delitos, no solo relacionados con la corrupción y el narcotráfico, sino en la realización de crímenes internacionales que, por no estar contemplados en nuestra legislación nacional, tendrán que se remitidos a los órganos de justicia penal internacional, como la Corte Penal Internacional o un tribunal internacionalizado que permitan el procesamiento y el castigo de los responsables de tales atrocidades, conforme al Derecho Internacional, para lo cual hay experiencias importantes en curso en otras partes, como en el Líbano o en Timor Oriental.

Lo que ha ocurrido en Venezuela durante estos años no se deberá olvidar. La memoria debe mantenerse por siempre.  La justicia se impondrá dando fin a la impunidad que ha reinado estos trágicos años  del chavismo. Habrá perdón, quizás; pero la justicia deberá imponerse pues así lo exigen el respeto a las víctimas directas, los asesinados por funcionarios del régimen y por los denominados “colectivos”; a los torturados y perseguidos y a sus familiares, pero mas allá, por respeto a la sociedad en términos generales, víctima de tales atropellos y perversidades.

Ante la inminente realidad, ante el inicio de una nueva fase, hoy es más válido que nunca la comprensión y la aplicación del concepto de justicia transicional, tema al que nos hemos referidos en varias oportunidades durante los últimos meses y que en definitiva constituye una herramienta sumamente util para superar el desastre y transitar hacia el restablecimiento de la democracia y de la recuperación de la libertad sin mayores traumas, un fin que está por encima de cualquier otra consideración.

Es necesario generar confianza, dentro y fuera. Es indispensable que los venezolanos confíen en el proceso de cambio y lo apoyen. Es esencial que todos confiemos en los dirigentes políticos que tendrán en sus manos esta enorme responsabilidad. El llamado diálogo que nunca lo fue simplemente fracasó. Esperemos que una negociación con vision de futuro se entable y se alcancen los objetivos fundamentales: el cambio de gobierno y de regimen en paz.
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