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Del odio y otros chavistas mas

No dejes que se muera el sol sin que hayan muerto tus rencores. Mahatma Gandhi  

Lo peor de una pesadilla es la sensación de querer despertar y no poder hacerlo, la impresión desfiguradora que nos mantiene sumidos en el abismo, la vivencia onírica del subconsciente que nos encadena totalmente. Pero; cuando la opresión continua o se confunde con la vigilia a sabiendas de que no hay alucinación sino crudeza, horror, espanto real, podemos mirarla y reconocerla, padecerla en consciencia. Venezuela vive la hora de todas sus pesadillas, la conversión de la vida en desamparo, el averno mismo.

El chavismo legó a nuestra cotidianidad las consecuencias de la ignorancia y como diría Arendt, la banalización del mal. Nos empobreció, nos degrado, nos dividió, nos despojó de opciones e ilusiones, pero, en el infierno del desastre en que vivimos, entre diablos y envilecidos gobernando, nos inoculó el odio y nos descubrió la militancia legítima del resentimiento. No éramos antes así.

Por eso; oír a Maduro lamentar el supuesto odio ajeno resulta indignante. Escuchar a ese basilisco de Diosdado, advertir que la ANC tendría que aprobar las candidaturas de los opositores para que puedan presentarse en los comicios venideros, es chocante, insolente. Que se amenace con una legislación para punir el odio de los venezolanos, viniendo de los que lo promueven y engendran a diario es, un ejercicio de cinismo y resentimiento satanizado, una perversión maligna y ruin, la enajenación final del espíritu.

Todo empezó con el candidato Chávez hurgando en el bajo psiquismo, en el morbo que la antipolítica fabricó y como resultado tal vez, de las miopes conductas de la clase política puntofijista, construyendo un discurso pernicioso de populismo y rencor. Freiría cabezas anunciaba, entre otras afirmaciones que sacudían los complejos de inferioridad, las humillaciones añejas de los excluidos, los maleantes de ánimo que se confunden entre los carentes de todo género.

El que sería electo presidente, se impulsó desde ese trampolín del lumpen social y político. Los medios vieron una oportunidad y en la compulsiva ambición de protagonizar en el espectáculo se sumaron. Hasta sus opositores y adversarios creyeron que aquello, algo de legitimidad y razón tenia y en la queja justificada de la democracia, por las inequidades siempre presentes, se coló el odio y el resentimiento que los nutrió y alimentó, hasta convertirse en anomia que desconstitucionaliza y política del pseudo orden que promueve el desorden, de la mentira que ocupó los espacios de la verdad, del pragmatismo y la amoralidad. Lo demás lo trajo el asalto de la mediocridad y la inclinación corrupta que como un atavismo arrastra la fuerza armada nacional.

Venezuela esta postrada en lo económico, social, político e institucional y el responsable es el chavismo. Se encimo con el odio y el resentimiento como hemos dicho e inficionó al país todo de su amargura e insignificancia. Construyó una oclocracia y la sostiene basada en la doctrina Ceressole que articula la hegemonía en la variable, ejercito, caudillo y pueblo. Aún prevalece, pero con el jaque de su desastre, de su fracaso, cruzando desde la diagonal como un alfil.

Debo agregar que llamaron a esta experiencia chavista, proceso y revolución. También aquí observo que desde la revolución francesa pero no solamente, sino que, igualmente en el surgimiento de los movimientos europeos de lucha y denuncia de la cuestión social del siglo XIX, se señaló que el rasgo más despreciable de la sociedad a superar, era la hipocresía, la falsedad, la simulación y afirmo, sin temor a equivocarme que, en la historia de Venezuela nadie se desempeñó como farsante con más calidad que el chavismo y ello lo logró por su naturaleza ontológicamente hipócrita.

Dice el refranero popular que el odio como las procesiones terminan por volver a su lugar de origen. ¡Cuánta sabiduría contienen esas palabras!

@nchittylaroche

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