Diálogo y confrontación no son antitéticos
En la historia de la humanidad todos los conflictos que han existido, han implicado en alguna fase, de una u otra manera, un diálogo entre las partes enfrentadas.
Lo importante es no confundir diálogo con rendición incondicional. Para dar algunos ejemplos, en el largo conflicto colombiano hubo muchos diálogos entre el gobierno y la guerrilla, mientras seguían los combates entre las Fuerzas Armadas colombianas y las FARC y el ELN. Lo mismo ocurrió en Centroamérica, Irlanda del Norte, Sur África.
En el caso venezolano, el hecho de que se inicie un diálogo asistido no impide que la confrontación por el restablecimiento de la democracia se detenga. El propio enviado del Vaticano lo dijo públicamente al reconocer que las movilizaciones previstas por la oposición deben seguir sin que el gobierno las impida.
Lo ocurrido el 23 de octubre de 2016 no tiene retorno, el camino a la libertad no va a ser confiscado por arteras maniobras políticas. Está claro que el diálogo no conducirá a nada, si no se dan las condiciones para que la voluntad popular se exprese mediante un referéndum revocatorio este año, o que el presidente Maduro abra un espacio para el cambio, presentando su renuncia al cargo.
La frase que dijo en su momento Chávez: «Dentro de la Constitución todo, fuera de ella nada», está hoy más vigente que nunca. Y la Carta Magna es muy clara al indicar que están dadas las condiciones para efectuar un referéndum revocatorio del Presidente de la República, al igual que la celebración este mismo año de las elecciones de alcaldes y gobernadores. Los textos constitucionales no dan lugar a interpretación, porque su redacción es expresa y límpida.
Si hay diálogo debe ser para restablecer el orden constitucional y buscar los mecanismos adecuados para superar la crisis humanitaria, económica, política y social que está destruyendo a nuestro país.