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El derecho parlamentario en Ramón Guillermo Aveledo

En la Venezuela actual, pocos intelectuales han dedicado tanto tiempo al estudio y reflexión del Poder Legislativo como Ramón Guillermo Aveledo. Su aporte a la enseñanza del derecho parlamentario, un área del derecho poco conocida por estudiantes, abogados y legisladores, es sumamente valioso. La crisis de la democracia es en buena parte gracias a la ausencia de la deliberación, el diálogo y la concertación de acuerdos. La cámara de los representantes del pueblo, que en nuestro país es la Asamblea Nacional, ha sufrido un profundo deterioro luego de que el actual sector en el gobierno impulsara una nueva constitución y unas nuevas reglas del juego.

En el “Curso de derecho parlamentario” (2013), obra editada por la Universidad Católica Andrés Bello y el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro, el autor resume su aventura en el mundo de la oratoria y el consenso como herramienta para redactar las leyes e instrumentar el orden que requiere una sociedad democrática. Las 179 páginas están impregnadas de la experiencia que dan los años como legislador, catedrático y escritor. Este libro del Dr. Aveledo es un manual fundamental para aprender, con una lectura rápida pero generosa en contenido y detalles, la dinámica del Parlamento.

“Sin democracia no hay Parlamento y sin un verdadero Parlamento tampoco puede haber democracia. Las imitaciones son imitaciones y solo producen remedos, apariencia y no sustancia. Los trabajos de escenografía, por más calidad que tengan, nunca son la realidad sino un intento de representarla para dar la sensación de que se está en ella. Por eso, el Derecho Parlamentario no es políticamente neutro sino políticamente comprometido. Esto es, comprometido con la democracia” (p. 18).

“En una democracia, que es el único sistema en el cual puede darse el parlamentarismo verdadero, la libertad y la igualdad en un Estado de Derecho, el respecto y la convivencia en el pluralismo, el derecho de la mayoría a gobernar y el de la minoría a presentar su alternativa y trabajar, limpia y libremente para convertirse en mayoría, las elecciones libres y justas, forman el ecosistema de la vida parlamentaria” (p. 39).

La casa de las leyes no solo es la institución que elabora las normas que rigen a la sociedad. El autor va más allá, cita diversas fuentes para sostener un punto que pareciera extraviado en la Venezuela de hoy: la Cámara debe educar, dar el ejemplo, ser el modelo para la comunidad expectante. “El Parlamento debe cambiar la sociedad para mejor y debe enseñar a la nación lo que sabe” (p. 14). El libro se estructura en cuatro partes que garantizan una lectura placentera y un grato aprendizaje: primero, aspectos jurídicos generales; segundo, Parlamento, régimen político y formas de gobierno; tercero, funciones, estructura y organización del Parlamento; y cuarto, el Parlamento en Venezuela: la Asamblea Nacional, el Consejo Legislativo Estadal y la Concejo Municipal.

Como hemos mencionado, el texto abunda en consultas a otros autores. Igualmente, evidencia el agudo conocimiento del derecho parlamentario inglés y norteamericano por parte de quien escribe. Para establecer algunas comparaciones generales y ofrecer al lector una visión panorámica del derecho parlamentario en el mundo, se citan casos de Inglaterra, Estados Unidos, Dinamarca, Israel y Costa Rica. Sin embargo, la obra está dedicada en gran parte al Poder Legislativo en Venezuela. Es sobre ese tema en el que Aveledo persevera en datos, referencias históricas, comentarios y opiniones.

En el discurso de presentación del “Curso de derecho parlamentario” ante la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, el autor expresó una frase que describe el momento por el que transita la nación: “en países como el nuestro, estudiar derecho o ejercer nuestros derechos son actos de rebeldía”. Y prosiguió manifestando su opinión: “La actual no ha sido la primera crisis del derecho parlamentario en el país. También que ha sido la más amplia y profunda”.

En el libro se establece una premisa: si no hay democracia, no hay Parlamento. Por tanto, oponerse al deterioro de la democracia para salvar al Parlamento y rescatar la libertad de los ciudadanos, no es sublevarse, es cumplir con la sociedad.

“Oposición no es rebelión, sedición, derecho de resistencia o tiranicidio. Si se reconoce como condición existencial la libertad, es una consecuencia natural el derecho a organizarse y a expresarse de quienes, por ver las cosas de otra manera, presentan alternativas a los programas y los equipos de quienes están en el gobierno. Están, no son, porque en el sistema representativo, gobernar es una tarea transitoria” (p. 84).

Apenas dos años nos separan de la publicación de esta obra. Sus párrafos están muy frescos y actuales. Es un manual imprescindible que explora todos los rincones de la actividad parlamentaria: el juicio político (o impeachment), la oposición, la presidencia parlamentaria, las comisiones parlamentarias, la remuneración de los legisladores, la inmunidad, la formación de las leyes, el reglamento de interior y de debates… y, también algunos temas que se intentaron borrar de la opinión pública durante los 17 años de la Revolución Bolivariana: el Senado y su lógica, el bicameralismo, la autorregulación del Parlamento, la división de poderes, la función electoral, administradora de justicia y la actuación en las modificaciones institucionales que tiene la Cámara.

Para encontrar este libro en físico posiblemente el interesado tenga que revisar diversas librerías. Recomiendo su búsqueda en la Universidad Católica Andrés Bello, ahí compré mi ejemplar luego de una ardua pesquisa. Esta obra merece estar en todas las bibliotecas del país. Junto con Derecho parlamentario (Fondo de Cultura Económica, 1993) del mexicano Francisco Berlín Valenzuela, figura como un par de manuales esenciales para la compresión del poder legislativo en América Latina.

Twitter: @angelarellano

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