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El mundo de las mascotas infames

La revolución de las mascotas de la mano del esnobismo humano traerá consecuencias insospechadas.

Ya no son perros, gatos y peces, o pájaros, a los que se agregaron conejos, hámsteres y hasta boas. Eso lo legal, aunque hoy no bien visto todo.

Nuevas razas de perros raros y enfermos han surgido, pero lo que se viene está más allá de la imaginación.

Si se averigua por mascotas en internet, aparecen desde escorpiones hasta cangrejos y entonces el concepto se amplía para cobijar animales de compañía, que nos demuestran lo que consideramos cariño, o al menos que se adapten a nuestro hábitat, e incluye la vanidad humana: poseer un individuo de otra especie para admirarlo de vez en cuando o alardear de él, hasta que muera, sea rápido o no. (Hace cuatro años la moda en Alemania era regalarles ranas a los niños)

Pero esto va más allá: llegan los minipigs, cerdos enanos, que se imponen y de los cuales China hace un negocio, según la intención de la firma BGI-Shenzhen que quiere ‘evaluar el mercado’.

Hace un mes se reveló la creación del primer perro beagle modificado, con unos músculos más fuertes para que corra más.

Las nuevas técnicas de edición genética permiten una manipulación fácil y extrema, casi sin límites, como explicó a Nature, George Daley, biólogo de células madre en Harvard. También los chinos mostraron cabras modificadas, con músculos más fuertes y pelo largo. Y el gobierno dio vía libre a la experimentación, para uso pecuario y médico en primer término.

Avances que tocan la ética. En dos o tres decenios, no cabe duda, nuestra diversidad animal se habrá multiplicado a un ritmo que en la naturaleza tomaría miles de años.

La sola subespeciación de perros (más vieja que la de gatos) ha creado animales que sufren dolores y tienen serias limitaciones con las que gozan sus tenedores. Hoy la ciencia saca el as bajo la manga y ofrece un mundo de posibilidades sin par, en un claro desafío a la naturaleza o, mirándolo ampliamente, como somos parte de ella, diversificándola. Y podrán producirse perros no como mascotas sino con otra variedad de fines.

¿Qué saldrá de esto? Difícil predecirlo. Cada nuevo animal vendrá con personas que querrán adquirirlos para complacer su ego y se desparramarán como moda. El mercado de mascotas, al fin y al cabo, es poco regulado.

Lo que se viene es abrumador. ¿Y aterrador?.

Ramiro Velásquez Gómez

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