El periplo reciente
El Capo Mayor se ha quejado que su viaje, el cual autocalifica de exitoso, ha sido silenciado por la prensa, lo que da pie para desgranar un par de comentarios, a pesar de no pertenecer a ningún medio.
Para comenzar, resalta la necesidad de recabar recursos frescos en Moscú, a cambio de quién sabe qué cosa, lo cual por ahora, solo conocerán los jefes de la tutela cubana y quizás algunos de la cúpula chavistoides.
La visita a Lukashenko ha debido ser buscando consejo del último dictador europeo, verdadero experto en artimañas para la reelección, pues cambió la constitución para permitirla indefinidamente, ya lo ha sido cuatro veces y es el único Presidente que ha conocido el país en los últimos veintitrés años.
Por su parte Erdogan es experto en represión, ha aplicado tan dura mano a los adversarios del régimen, con un saldo de centenares de muertos y miles de heridos, que peligra hasta su posible ingreso a la Unión Europea.
Así pues, que el itinerario rebela las prioridades del régimen: recursos sin los cuales difícilmente tendría adeptos, triquiñuelas electorales sin las cuales ni remotamente ganaría elección alguna; y represión con la cual trata de apagar cualquier intento de los venezolanos por volver a la senda democrática.
Pero quizás peor que el viaje mismo, haya sido la explicación del viajero, pues fue una andanada de hueca pirotecnia verbal chavistoide, que acusa a los demás de los males que padecen.
Elogia la política internacional del régimen y la califica de “soberana, independiente, propia, construida por nosotros”, cuando es notorio que las relaciones exteriores es una de las áreas en que han cedido la soberanía a los cubanos, quienes ni cortos ni perezosos, vienen diseñando una política adecuada a sus intereses propios y el tutelaje castrista es tan evidente, que el periplo del capo se realizó de nuevo en un avión cubano.
Es más, los chavistoides ni siquiera pueden controlar a sus fichas que copan los cargos diplomáticos, a pesar de que los favorecidos son compinches ya estorbosos, parientes, testaferros o reptiles de la política que buscan por cualquier medio utilizar el cargo para su beneficio personal.
Esta es la cruda realidad del accionar chavistoide en materia de política exterior, la pauta es foránea y los que la ejecutan, salvo muy raras excepciones, son una sarta de individuos sin experiencia, pero con desmesurado afán de servirse del cargo y no de servir a la patria, que al fin y al cabo tiene para ellos una mera connotación crematística.
El eco de estas líneas seguramente será muy limitado, pero eso no le resta veracidad al análisis, a no ser que el capo mayor padezca de dromomanía, que además es incurable.