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El poder en la caverna

Los hombres del paleolítico se refugiaban en cuevas para defenderse de los peligros que la noche les imponía: eran atacados por feroces animales, con más fuerza que ellos, y estaban agobiados por miedos y sombras desconocidas, en un mundo del cual sabían muy pocas cosas, y tenían pocas herramientas para sobrevivir en él. La acumulación progresiva y sistemática de información y teorías, que eran contrastadas con la realidad, fue abriendo el camino a la creación y a la luz.

Esa salida de la oscuridad hacia el alcance del conocimiento, lo planteó Platón en su Mito de la Caverna. Platón describe a la humanidad, como hombres prisioneros en el fondo de una caverna, condenados a ver sombras en las paredes de la cueva, como si fueran la única realidad existente. Platón insiste en el esfuerzo que debe hacerse para ascender hacia la salida de la cueva y, gracias a la luz, contemplar el mundo del conocimiento, el de las ideas. Desde lo profundo de la prisión que impone la caverna propone salir de ella mediante  “la ascensión allá Arriba y la contemplación de lo de Arriba, si pones que es camino ascensional del Alma hacia el lugar de lo inteligible” (…) Arriba, “en en lo cognoscible, está, Allá, cual final, la idea de lo Bueno; y es dificultosa de ver, más, una vez vista, hay que concluir que ella es causa para todo, de todo lo correcto y bello, que en lo visible engendra la luz” (…) “ y aporta verdad e inteligencia, y que ha de verla quien se disponga a obrar sapientemente en privado o en público”

Pero Venezuela tiene su propia oscuridad, y su caverna. Cuando una instancia de poder como el TSJ estableció en diciembre de 2013, que el presidente de la república de ese entonces, quien no estaba presente en el país, no estaba ausente, ni siquiera de manera temporal, el poder decía a los ciudadanos que la realidad no es tal cosa, que lo que ven no es lo que ven, es algo distinto. El poder sin separación de poderes, pretendió que lo que todos sabían, que el presidente estaba ausente desde el 9 de diciembre de 2013, luchando por recuperarse del cáncer que lo aquejaba desde hacía casi 2 años, no era una ausencia

¿Entonces qué es una ausencia? El poder insiste en imponer una falsa verdad, y sin pudor, exige obediencia: “Aquí hay libertad de expresión, todos pueden decir lo que quieran, pero lo que vale, es lo que decimos nosotros”. Eso dijo una prominente autoridad del Tribunal en ese momento. “La Verdad soy yo”, dice el poder.

Hoy, el TSJ viola las atribuciones de una Asamblea Nacional electa por la mayoría del país, y el CNE niega a los venezolanos las elecciones que la Constitución garantiza, con excusas inexplicables y justificaciones de ciencia-ficción.

El poder, al alejarse del elemental sentido de la verdad, cubre con una sombra a los ciudadanos, opacando el sentido común, abriendo espacios a las tinieblas, al miedo, a creencias atrasadas. Esa oscuridad no ocurre sin dejar consecuencias en la psiquis de los ciudadanos.

Así las cosas, a finales de 2013 un hombre de 40 años mató y descuartizó a su madre de 80, como parte de un ritual para salvar al presidente de la república; en agosto de 2013, unos 100 babalaos y santeros vestidos de blanco, entraron a las 3 de la madrugada a Maiquetía, bajándose de un avión no anunciado y sin pasar por inmigración, y un cunaguaro del zoológico El Pinar, fue mutilado, le cortaron las garras, para un ritual. Todo esto, sin olvidar que la defensora del pueblo dijo que la inseguridad es una “sensación”, producto de la acción de los medios.

La delincuencia se suma a la irracionalidad y al miedo. Vienen, como anillo al dedo, las reflexiones de Foucault: “La delincuencia, con los agentes ocultos que procura, pero también con el rastrillado generalizado que autoriza, constituye un medio de vigilancia perpetua sobre la población: un aparato que permite controlar, a través de los propios delincuentes, todo el campo social.”  “Cuanto más delincuentes existan, más crímenes existirán; cuanto más crímenes haya, más miedo tendrá la población y cuanto más miedo en la población, más aceptable y deseable se vuelve el sistema de control policial.” A eso juega el poder.

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