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El primer año de Trump

El próximo 20 de enero de 2017 se cumple un año de la juramentación de Donald Trump como el 45to presidente de los Estados Unidos. Mientras el mundo se rascaba la cabeza, tras el triunfo del republicano aquel 08 de noviembre de 2016, el reconocido cineasta estadounidense ganador del premio Oscar, Michael Moore (uno de los pocos en anticipar el sorpresivo resultado) recordaba su célebre tesis “5 razones por las que ganará Trump”; publicada en julio de ese mismo año. Con un razonamiento y una sobriedad más propias de un experimentado politólogo que de una estrella de Hollywood, Moore reiteró sus argumentos:

  1. Las matemáticas del medio oeste: Trump concentró sus esfuerzos en cuatro estados: Michigan, Ohio, Pensilvania y Wisconsin (y a la postre Florida), cuatro estados que desde 2010 ha electo a gobernadores republicanos y que juntos suman 64 votos electorales: justo el número de votos por los que perdió las elecciones de 2012 el candidato republicano Mitt Romney ante Barack Obama.
  1. El malestar de los hombres blancos: Se trata de hombres que han percibido el avance en la sociedad de las mujeres y de las minorías como una pérdida y una amenaza, y que ahora probablemente se movilizarán a favor de Trump.
  1. Hillary Clinton: Hillary es inmensamente impopular, casi 70% de los votantes cree que no es confiable y es deshonesta».
  1. Los deprimidos votantes de Bernie Sanders: Quienes apoyaban en las primarias demócratas a Bernie Sanders votaron por Clinton, pero lo hicieron con desgana. «Un votante no lleva consigo a otras cinco personas para que voten por su candidato ni se ofrece para trabajar como voluntario durante el mes previo a la elección».
  1. El efecto Jesse Ventura: A finales de los años 90 el luchador profesional James George Janos (cuyo nombre artístico era Jesse Ventura) fue electo gobernador de Minnesota; una forma del electorado de burlarse de un sistema político enfermo.

La prensa especializada y los más agudos analistas políticos aún no terminaban de comprender el fenómeno cuando, el debutante jefe de Estado les proporcionaba aún más razones para devanarse los sesos. Algunos de ellos tomaron por cierta la especie según la cual las polémicas promesas electorales, cargadas de racismo y xenofobia, habían sido una pasajera estrategia partidista diseñada con el fin de apelar a un importante sector del electorado frustrado, ante lo que consideraba el acaparamiento de los puestos de trabajo por parte de los inmigrantes.

Una vez más, los expertos se equivocaban y en gran manera. Apenas transcurría una semana de su juramentación (27 de enero) cuando Trump emitía la orden ejecutiva 13769 Protegiendo a la nación de la entrada del terrorismo extranjero a los Estados Unidos, comúnmente conocida como la “Prohibición Musulmana”. El mundo observó atónito la controvertida decisión de imponer restricciones al acceso a suelo americano a los nacionales de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen.

Este servidor se encontraba en Washington DC, para las fechas subsiguientes, pudiendo atestiguar, en primera fila, el masivo repudio generado por tal medida (revertida por diversos tribunales) y que terminaría siendo reemplazada, en marzo de ese mismo año, por la orden ejecutiva 13780 (con el mismo nombre). Se trataba de “una versión más ligera y políticamente correcta” en palabras del presidente. En septiembre, una tercera versión sería necesaria, la proclamación 9645 Ampliando las capacidades de veto y los procesos para detectar los intentos de acceso a los Estados Unidos por parte de terroristas u otras amenazas a la seguridad pública, la cual sería, eventualmente, respaldada por la Corte Suprema de EEUU; sellando así una gran victoria política para el presidente.

La era Trump había comenzado y todo parecía indicar que lo visto, hasta entonces, era apenas la punta del iceberg.

La perspectiva más utilizada por los comentaristas y opinadores de oficio para evaluar a la administración Trump, desde el primer día, ha sido la de los medios de comunicación. Siendo, él mismo, una estrella de televisión y un referente de la cultura pop por más de cuarenta años, la tentación de sucumbir a tal aproximación pudiera resultar natural, en especial considerando que la política es, en buena parte, show business como bien lo señalara Mario Vargas Llosa en su ensayo La civilización del espectáculo.

Si seguimos ésta lógica habría que considerar, como elemento principal, el hecho de que el mismo Trump ha sido poco sabio en la construcción de su imagen pública, desde mucho antes de aspirar llegar a la Casa Blanca. Su retórica incendiaria, matizada por una alta dosis de racismo, xenofobia, misoginia y crueldad, además de escándalos que involucran fraude a sus trabajadores, socios y clientes (como el célebre caso de la Universidad Trump) lo han distanciado del muy necesario encanto que requiere una figura pública y, en especial, un político. Indudablemente, esto ha alimentado una representación bizarra que los main stream media no han dudado en capitalizar; sin conceder si quiera el menor mérito al una vez protagonista de The Apprentice. Ello, como es natural, ha generado una guerra a muerte entre el magnate devenido en presidente y la prensa liberal en todos sus formatos.

Ante tal escenario, por muy entretenida que pareciera la aproximación, desde la óptica de los medios, y por mucho que el reciente libro Fire and Fury, de Michael Wolff, haya desatado una tormenta mediática, llena de revelaciones e infidencias sobre la vida personal de Trump, ya no estamos en presencia de una estrella de reality show, sino de la figura política más importante del mundo. Por ello, el enfoque ha de ser precisamente político; separando a la estrella pop del presidente, a fin de lograr un balance más ponderado sobre sus trascendentales decisiones y acciones.

Así las cosas, observemos el balance de los mayores aciertos y desaciertos durante el primero año de la administración Trump:

Aciertos

Política interna:

  • Formidable incremento en el mercado de valores (5000 puntos en el índice Dow Jones[1]) un 28.5% desde el anuncio del triunfo de Trump el 08 de noviembre de 2016. Ello debido a la gran expectativa creada con respecto a la reforma fiscal que beneficiaría a las empresas[2], como en efecto ocurrió. El índice S&P500[3] (las 500 compañías estadounidenses más importantes de EEUU) ha mostrado un incremento del 22% durante el mismo período.
  • Desregulación del sistema financiero a fin de facilitar la inversión y el flujo de capitales. La propuesta, aprobada por el Congreso de EEUU, estableció una proporción de 2:1, es decir, por cada nueva regulación en esta área 2 antiguas serán eliminadas.
  • Aunque la reducción del desempleo, en general, alcanzando su mínimo histórico en 17 años, según datos del New York Times[4], así como el mínimo histórico de la comunidad hispana, en 10 años: (4.7%), según cifras del Pew Research Center[5]; ha sido exhibido como uno de los logros del presidente Trump, la verdad es que este indicador ha estado presentando una tendencia sostenida al alza, desde el año 2013; tal como señalara Jennifer Hunt, antigua Economista Jefe del Departamento del Trabajo de EEUU[6], por lo tanto el comportamiento de esta variable no tiene relación con las políticas de la actual administración en la Casa Blanca.
  • Aprobación de la histórica reforma fiscal propuesta al congreso con el objetivo de elevar el poder adquisitivo de la clase media y estimular el crecimiento y el pleno empleo, por la vía de la reducción de impuestos a las empresas productivas. En el contexto de esta reforma, se revocó el mandato individual de la Ley para la protección del paciente y cuidados asequibles, popularmente conocida como Obama Care, a través del cual se penalizaba económicamente a los contribuyentes que no suscribieran una póliza de seguros. Dicho mandato expira en 2019.

Política exterior:

  • Apoyo a las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) en la toma de Raqqa – Siria, ciudad invadida por el grupo terrorista ISIS (Estado Islámico) y convertida en su capital. Ello, junto a la toma de Mosul, en Irak supuso el desmantelamiento del proclamado “califato” del Daesh; lo cual ciertamente no implica la erradicación de dicha organización extremista.
  • Revisión de los términos del acuerdo nuclear con Irán, al considerar que no existen garantías reales que permitan evitar que este país se dedique a la construcción de arma nucleares.
  • Reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel, implementando así una decisión que el Congreso de EEUU ya había tomado en 1995 y que las administraciones Clinton, Bush y Obama habían estado difiriendo, desde entonces, alegando que ello obstaculizaría los proceso de paz entre Israel y Palestina, supuesto totalmente falso, a la luz de la reiterada negativa palestina a negociar cualquier salida pacífica sin condiciones previas; al tiempo que destina cuantiosos recursos (producto de la cooperación internacional) al financiamiento del terrorismo.
  • Reducción de 285.000.000 millones de dólares (10% del total de la cuota anual de EEUU) al presupuesto de la Organización de las Naciones Unidas; sobre la base del manifiesto antisemitismo de los Estados miembros de dicha instancia. Esta reducción es la primera de otras según declaró la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikky Haley.

Desaciertos:

Política interna:

  • Despido del director del FBI James Comey, vista la investigación que este venía adelantando por los presuntos nexos del equipo de campaña presidencial Trump con el gobierno ruso en el marco del proceso electoral de 2016.
  • Concesión de 33.000 acres de terrenos federales en Nevada a compañías petroleras que utilizan tecnología de fracking sin previas consideraciones de impacto ambiental.
  • Aprobación de medidas que revierten los logros de la comunidad LGTBQ en EEUU como la prohibición del acceso de personas transgénero a las fuerzas armadas.

Política exterior:

  • Imprudente manejo de la crisis de los misiles con Corea del Norte, a través de una retórica incendiaria, amenazas y provocaciones, colocando en riesgo la paz y seguridad internacionales.
  • Amenaza de intervención militar en Venezuela que vino a fortalecer la narrativa victimizadora del dictador de ese país, Nicolás Maduro, generando un contraproducente apoyo y simpatía, por parte de la comunidad internacional, al régimen autocrático de Caracas. Esto contribuyó, en buena medida, a la anulación de las protestas en las calles venezolanas, exigiendo libertades democráticas, y al eventual fortalecimiento de la dictadura en el poder.
  • Denuncia del Acuerdo de París; instrumento jurídico en el contexto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
  • Reiterativa ligereza generalizada en las apreciaciones y comentarios sin prever las consecuencias políticas. Apenas, mientras escribimos éstas líneas, el inquilino de la Casa Blanca está siendo crucificado por los medios de comunicación y en las redes sociales, tras haber calificado a Haití, El Salvador y una decena de naciones africanas como países de mier@$#, en el marco de una reunión bipartidista con legisladores del Congreso estadounidense en la que se abordaba el tema de la prórroga de beneficios migratorios para nacionales de dichos países. Al mismo tiempo, se preguntaba el mandatario, ¿por qué no podemos recibir más personas de lugares como Noruega? Hasta el momento, la Misión de la Unión Africana en EEUU, la Unión Europea, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUD) el Primer Ministro de Noruega y la República de Bostwana, han formulado los pronunciamientos de más alto nivel en rechazo a los infortunados comentarios presidenciales.

De manera que el balance de la administración Trump puede apreciarse desde dos perspectivas muy distintas: en principio la de los medios de comunicación, a los que el presidente alimenta a diario con una narrativa innecesariamente beligerante y, por otra parte, la aproximación política, que muestra, para quién esté dispuesto a observar sin apasionamientos, aciertos y desaciertos sobre la base del interés nacional puertas adentro y la política exterior, puertas afuera.

En definitiva, la opinión de este servidor es que el Trump estrella pop destruye con los pies lo que el Trump presidente intenta construir con las manos, más allá de sus evidentes limitaciones e inexperiencia política. ¿Quién se impondrá al final? ¿Se cumplirá acaso la predicción del prestigioso profesor de historia de la American University en Washington DC, Allan Lichtman, respecto a un juicio político al primer mandatario? Considerando la exactitud con la que este académico ha predicho los triunfos electorales de cada candidato presidencial estadounidense, durante los últimos 34 años, usando un riguroso modelo histórico-matemático, vale la pena tomar nota.

[1] https://www.marketwatch.com/story/the-dows-one-year-gain-since-trumps-election-is-its-biggest-since-1945-2017-11-08

[2] https://www.nytimes.com/interactive/2017/08/04/business/economy/the-economy-under-president-trump.html

[3] http://www.independent.co.uk/news/business/analysis-and-features/donald-trump-us-economy-achievements-performance-12-months-on-presidency-election-america-gdp-jobs-a8043751.html

[4] I https://www.nytimes.com/interactive/2017/08/04/business/economy/the-economy-under-president-trump.html

[5] http://www.pewresearch.org/fact-tank/2017/09/28/latino-unemployment-rate-is-back-at-historic-low/

[6] http://fortune.com/2017/08/10/donald-trump-jobs-numbers-fact-check/

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