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El sufrimiento venezolano

Juan Carlos Rubio Vizcarrondo

El fatídico día que declaró la muerte de Hugo Rafael Chávez Frías es el mismo que declaró el fin del orden existente hasta ese entonces. Sin embargo, recordemos, que ningún orden se desvanece de forma inmediata, pues sus estructuras siempre se resistirán, fútilmente, ante las fuerzas ineludibles del cambio. Esta realidad nos hace ver que el proceso de disolución del referido orden siempre ha sido inevitable, a pesar de que sus medios de concreción no nos han sido aparentes.

La sucesión de los hechos desde el fallecimiento del mesías venezolano muestran claramente un patrón. Si nos paseamos por los acontecimientos más relevantes de los seis años del usurpador Nicolás Maduro Moros, denotaremos una serie de espasmos o convulsiones que marcan la agonía progresiva de un status quo destinado a colapsar. De tener que hacer memoria de varios, pensemos en las protestas del año 2014; la inusitada victoria de la entonces Mesa de Unidad Democrática en las elecciones parlamentarias del 2015; la colisión institucional entre la Asamblea Nacional y los poderes coaptados por el Ejecutivo Nacional en el 2016; las protestas cívicas, los fallecimientos y la elección fraudulenta de la Constituyente en el 2017; la muerte de la coalición opositora tradicional, la simulación de elección presidencial y el descalabro de las bases estructurales del régimen en el 2018;  y, transversal a todo esto, el colapso económico y social acompañado con migraciones masivas.

Evidentemente, nada de esto ha sido un proceso fácil o placentero. Totalmente lo opuesto. Hemos tenido que vivir unos niveles de oprobio, miseria y devastación que hace unos años atrás no creíamos posibles. Pero así es todo gran despertar, pues solo de las cenizas puede emergerse de nuevo. Habiendo dicho eso, la cuestión que hoy por hoy nos aterroriza es la incertidumbre, pues no estamos viendo una salida clara a esta desgracia. Sin embargo, debemos preguntarnos lo siguiente: ¿el no ver luz en lo inmediato significa que esta situación no concluirá?

Soy del pensar que los sucesos en el país apuntan hacia una sola dirección, y ese es el colapso del totalitarismo que ha sostenido las riendas del país en los últimos 20 años. Lo que debemos entender de este proceso es que el mismo no solo implica la destrucción de la clase gobernante, también implica la defenestración de lo que se había entendido como oposición. El colapso sobre el cual aquí se habla no es más que la desintegración de las presunciones y dinámicas políticas que rigieron en la época chavista, por cuanto requerimos de ese vacío para instalar un nuevo paradigma.

¿Cuál es el nuevo paradigma? La Venezuela distinta. La Venezuela nunca antes vista. La misma que en este minuto está siendo construida por las lecciones derivadas de la penuria. En ese país, ya presente pero por ahora oprimido, nosotros no nos fiamos de militarzuelos que dicen poder resolver todo; sabemos que si el gobierno da el pan, entonces éste puede quitarlo; concientizamos que no podemos normalizar a los corruptos; exigimos respuestas y transparencia de dirigentes o funcionarios públicos que, a su vez, les aclaramos que ellos no son nuestros reyes, sino mandatarios sujetos a nuestros intereses; y así sucesivamente. Este tipo de aprendizajes, sin duda alguna, son las semillas mismas de la nueva república venezolana que ciertamente podrá enorgullecernos.

Ahora bien, la certeza de que el sistema actual caerá no puede ser motivo para la inacción o la complacencia. Oyese bien, las cosas también pueden cambiar para peor y en favor de los elementos más nocivos de nuestra sociedad. Si no estamos alertas, en vez de un nuevo venezolanismo podríamos tener un terror que podría hacer ver a la actualidad como una bendición. Por otro lado, nuevamente, si nos fijamos en los sucesos más relevantes en la contemporaneidad, nos percataremos que la mayoría de éstos han sido protagonizados por la gente comprometida con la lucha ciudadana.

De alguna forma u otra, es con la comprensión del pasado que podemos generar una visión del futuro. Esto es lo que nos permite tanto palpar el proceso de total disolución de los últimos años, como apreciar las posibilidades de cambio sistémico. La condición necesaria para la transformación de Venezuela, la desaparición física de un líder polarizador, se dio en el 2013, y lo que hemos estado viviendo recientemente es la gestación de las condiciones suficientes para llegar a un nuevo modelo de país. La Venezuela posible es real, ya está acá, pero depende de nosotros hacerla florecer, por lo que debemos hacer todo lo posible para que el viejo orden pase de la agonía al deceso.

@jrvizca

 

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