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Estamos mal pero vamos bien

Tomo prestada la polémica frase de Teodoro consciente de que en el contexto actual puede ser aún más polémica. Me valgo de ella para ejercer mi derecho al optimismo. No a un optimismo ingenuo sino un optimismo razonado, aceptando que la razón también puede contener algo de ingenuidad.

Hace pocos meses había tres tipos de venezolanos. Los oficialistas, los opositores y los indiferentes, cada uno con sus motivos para estar de un lado u otro. Hoy, la situación no ha cambiado. Lo que si cambió, radicalmente, es el número de venezolanos en cada uno de los tres bandos. Tanto así, que el dictador se tuvo que inventar un nuevo método de conteo y ordenarle a su empleada de elecciones que lleve la tradicional trampa a su máxima expresión.

Hace pocos meses la comunidad internacional, no los pueblos sino los gobiernos, estaba dividida en dos bandos en lo que respecta a Venezuela. Unos países estaban, tímida o decididamente, a favor del régimen, por diferentes razones: dinero, ideología –ambas se confunden- o una falsa o interesada concepción de la democracia. Al resto le importaba un bledo lo que pasara por estos predios. Hoy la situación ha cambiado. Unos países, la lista va en ascenso,  apoyan resueltamente la democracia en su verdadera concepción y están del lado del pueblo de Venezuela. Otros, muy pocos, apoyan decididamente al régimen por dinero o ideología e insisto en que ambas se confunden. A otros, sigue sin importarle un bledo lo que nos pase.

Estos cambios, en pocos meses, son mucho más importantes que lo que se pueda expresar en palabras. Los procesos de cambio son lentos pero seguros. A veces caemos en la tentación de querer lograr en días lo que toma meses o años y por eso nos radicalizamos y exigimos más de lo razonable. Los cambios que se han producido, incluyendo la acción contundente del pueblo en contra de la dictadura, no son producto de la casualidad. Hemos contado en estos meses con una dirigencia que se ha puesto a la altura y ha desarrollado, por fin, una estrategia producto de amplios consensos y el asesoramiento de expertos. Gracias a esa estrategia, no exenta de errores y rectificaciones, hemos logrado que el régimen eleve la contundencia de sus dos armas tradicionales: la violencia y la mentira. La violencia ha llegado a límites que no pueden ser ignorados por nadie que sienta el mínimo respeto por los derechos humanos y la mentira ha alcanzado también límites que rayan en el ridículo. Lamentablemente, la escalada de violencia conducirá a acciones repudiables, tales como un posible asalto al Palacio Legislativo y el secuestro de más dirigentes políticos, sin contar con el macabro conteo de venezolanos fallecidos en la lucha y que han sido acertadamente llamados “libertadores” y “semillas de libertad”. Los venezolanos nunca podremos saldar esa deuda heroica.

Un ejemplo de la escalada de mentiras. Es público y notorio que para la constituyente votaron algo más de 2.000.000 de personas y muchas de ellas, me imagino, votaron nulo. El régimen necesitaba al menos cinco millones y medio para alcanzar el 30% necesario para convocar una constituyente y con esto se hubieran medio lavado la cara. La Consulta Popular, estrategia con mayúsculas producto de la dirigencia opositora, elevo la necesaria mentira a ocho millones. Eso obligó al régimen a fabricar una descomunal mentira que sin duda pasará  a engrosar la lista de los grandes fraudes en la historia.

El régimen se encuentra sumergido en una olla de presión que cada vez se acerca más a su límite. La correlación de fuerzas, tanto internamente como en el plano internacional, y la presión en la calle y en los organismos internacionales, es lo único que puede acelerar este proceso y producir la inevitable explosión de democracia y libertad que la mayoría de venezolanos esperamos. En mi opinión, hay que seguir la ruta trazada por nuestros líderes y continuar demostrando, en todos los terrenos, que la mayoría se impondrá inexorablemente. No debemos abandonar la lucha en ningún terreno pero también debemos evitar la anarquía, la cual puede conducir a resultados insospechados.

Invito a todos a ser optimistas razonados y activos. Es el momento de avanzar. Vamos bien.

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