El EditorialOpinión

Fuenteovejuna

Fuenteovejuna es una de las más famosas piezas de teatro de Lope de Vega y todo estudiante de literatura castellana recuerda:

«Quién mató al comendador
Fuenteovejuna señor
Y quién es Fuenteovejuna
Todos a una»

Esta pieza, en su versión siglo XXI, es lo que ocurrió en Villa Rosa donde no mataron a Dios gracias a nadie, pero si cacerolearon con ganas a Nicolás Maduro, el comendador de la Venezuela bolivariana.

La preocupación que debe existir en las altas esferas gubernamentales es cuántas Fuenteovejunas más hay en esta Venezuela pauperizada y humillada por un anacrónico, ineficiente y corrupto socialismo del siglo XXI.

Las encuestas no mienten y la popularidad del presidente Maduro está, desde hace mucho tiempo, en caída libre y muchos de su entorno deben estar haciendo cálculos. Y, como si no sucediera nada en el país, en vez de buscar fórmulas negociadas para resolver la crisis, Maduro se empeña, con ahínco, en agravarla radicalizándose e incrementando una despiadada persecución a sus adversarios políticos.

Esa ruta es la peor que puede haber escogido, ya que no sólo su popularidad no mejorará, sino que se está arriesgando a que Venezuela se convierta en una inmensa Fuenteovejuna.

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