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Generaciones excepcionales

Parecería que la necesidad de mejorar o buscar nuevos conocimientos técnicos y sociales, innovar en lo político y en las formas de gobernarse fuera innata en el ser humano.  Así, cada pueblo en momentos precisos de su historia, en armonía con su evolución, da lugar a generaciones excepcionales que dan un paso gigantesco que los lleva por los caminos de la historia hasta tiempos remotos.  Las generaciones de pensadores y filósofos de la antigüedad greco-romana todavía nos acompañan en nuestra vida intelectual, su impacto es universal e imperecedero.  Pero hay muchas más.  Así, sin la generación de Los Enciclopedistas, Diderot, Da Lambert, y otros pioneros en la defensa, acopio y divulgación de los conocimientos de la humanidad disponibles en su época, Google tal vez no existiera hoy.

Los peregrinos ingleses convertidos en colonos británicos, en menos de dos siglos después de haber llegado a tierras americanas y en medio de la guerra contra las tribus indígenas ya habían construido un país viable económicamente y diseñado instituciones sólidas, calcadas del sistema institucional inglés.  La generación de George Washington, Benjamín Franklin, Samuel Adams, Thomas Jefferson y otros de su época, nobles herederos de esos pioneros del Mayflower, se reveló contra el dominio colonial inglés por el trato discriminatorio, notablemente en materia de comercio y de derechos de igualdad entre los ciudadanos británicos y los colonos americanos.  Tras ocho años de lucha, en 1783 lograron la independencia del Reino Unido. En la declaración de independencia, los padres fundadores de la nación americana, designada como los Estados Unidos de América, sentaron las bases constitucionales que regirían la vida de sus habitantes a partir de ese momento histórico. Su constitución, firmada en 1783, es una institución sagrada, respetada por todos y protegida por los custodios de los poderes independientes contra todo intento de violación. Cada generación, cada gobierno se ha sentido obligado de preservar intacta hasta el día de hoy, la estructura constitucional que rige y protege al pueblo, pero guardando la lucidez de anticipar la evolución de la sociedad.  Y así, cuando tal evolución se hace evidente, el Congreso, mediante la acción independiente de las dos cámaras, aprueba un “amendment” o adendo a la constitución para adaptarla a la evolución social de la época.  Para gobernarse establecieron como principio fundamental que el pueblo es soberano y, conforme a esta doctrina es el pueblo el que da origen y crea al gobierno de su elección.  Ratifican de esta manera que son los ciudadanos del país quienes, mediante el voto, detienen las riendas del gobierno y el poder de decidir de cómo este debe ser dirigido. A fin de prevenir el abuso de poder y la arbitrariedad de gobiernos autoritarios, evitaron dejar la responsabilidad de gobernar en una sola institución. Para ello crearon tres poderes, el Legislativo, el Ejecutivo, y el Judicial, cada uno independiente de los otros y con poder suficiente para contrarrestar el abuso de autoridad de los otros dos.  Existe pues una total independencia de los poderes y como tal, no existe la complementariedad ni mucho menos lealtad de uno a favor del otro.  Al amparo de estos poderosos árbitros institucionales y guardando celosamente el legado de los pioneros de la libertad, las sucesivas generaciones de la sociedad norteamericana han podido disfrutar de una democracia ininterrumpida por más de dos siglos, lo cual le ha permitido vivir en un ambiente de civilidad y desarrollo social, económico, científico y tecnológico. Hoy en día es una super potencia y una de las naciones más prosperas del planeta.

Tres lustros después de la independencia de Estados Unidos ya finalizando el siglo XVIII, surge una generación en la isla de La Hispaniola habitada por esclavos negros provenientes de África que soñaba con ser libre. La parte oriental de la isla era controlada por colones españoles y por franceses en la parte occidental. Es en esta la región donde surge un personaje, Tousaint Louverture, esclavo libre, general del ejército francés, que busca llevar a la realidad el sueño de libertad de su pueblo. Se destaca entre los miembros de su generación hasta convertirse en un verdadero líder con legitimidad para plantear la liberación de los esclavos aun cuando tuviera que enfrentarse a las fuerzas coloniales francesas.  Resuelto a liberarse del dominio francés, se rebela y provoca la invasión de Napoleón Bonaparte. Logra derrotar a sus poderosas tropas y en un hecho sin precedentes se liberan de la esclavitud y acceden así a la independencia de Haití en 1804.  Desafortunadamente para ellos, la luz de la antorcha de la libertad duró poco. Las siguientes generaciones no tuvieron una visión firme en cuanto a la construcción y viabilidad del nuevo país y esto los llevó a un desgaste progresivo de sus energías. Primeramente, tratando de dominar la parte oriental de la isla controlada por colonos españoles y luego, en las luchas internas por el poder animadas por la ilusión de que la libertad podía ser considerada como un botín de guerra.

Las generaciones siguientes, con su política de tierra arrasada, “boulér kay koupér  tèt”, persiguieron hasta la muerte a los colonos franceses, incendiaron sus casas y con ello enterraron el sistema de administración civil y de justicia, órganos vitales para la vida y cohesión del país instaurados por los franceses. Y terminaron su hazaña destruyendo la infraestructura económica, especialmente la agrícola que hacía de esas tierras el “granero de Francia”.

Vencedores de la guerra de independencia, pero sin experiencia para gobernarse, permitieron la irrupción de una serie de dictadores y luchas entre caudillos regionales que trajeron como resultado la ruina económica del país y su hipoteca al capital extranjero. Ante esto, los Estados Unidos, considerando que el nivel de ingobernabilidad al que habían llegado ponía en peligro sus intereses económicos, decidieron invadir el país en 1915 y lo ocuparon hasta 1934. Las generaciones siguientes no encontraron otro camino que volver a sus costumbres de eternas luchas entre facciones dando lugar a multitud de gobiernos efímeros hasta que François Duvalier instaura en 1957 una férrea dictadura que durará 29 años. Finalmente, en 1991 se le presenta al pueblo haitiano la gran oportunidad para liberarse del caudillismo. Jean Bertrand Aristide, en elecciones democráticas con observación internacional, logra un estruendoso triunfo con un apoyo incuestionable de toda la sociedad que esperaba por fin disfrutar de libertad y democracia. Sus deseos pronto se vieron frustrados. Aristide, un cura afecto a la Teología de la liberación se inclina rápidamente al populismo hasta provocar en menos de un año en el poder la desafección de la sociedad y su deposición por un golpe de estado. La generación haitiana post-Aristide tal vez contenga en su seno líderes capaces de retomar el camino de la libertad perdida.

Igual fue la hazaña de la generación de Mahatma Gandhi, Jawaharlal Nehru y de sus compañeros que, armados solo con el principio de la desobediencia civil, la no violencia y el escudo de la resistencia pacífica y la visión de estadistas, lograron derrotar al Imperio británico, que a la época dominaba cerca de 25% del planeta. Al igual que lo hacían en su colonia americana, el aparato colonial británico discriminaba a los ciudadanos indios en sus derechos civiles y la libertad de comercio al colmo de prohibirles la explotación y comercialización de la sal. Luego de lograr la libertad y la independencia para su gran país, la India, el más grande desafío de esta generación era crear instituciones sólidas para su nación.  Pragmáticos, no repudiaron ni destruyeron el sistema institucional inglés. Al contrario, han preservado su sistema de democracia parlamentaria y las generaciones siguientes lo han modernizado para adaptarlo a las necesidades de la sociedad.  Así, ese gran país de más de un millar, 300 millones de habitantes se ha convertido en la democracia más grande del mundo, modelo de civilidad que le ha evitado caer en guerras fratricidas o golpes de estado de aventureros en búsqueda de porciones de poder.

En las Colonias Hispanoamericanas, los españoles americanos aprovechando el debilitamiento del imperio español a raíz de la invasión de Napoleón Bonaparte en 1808 y la captura del rey Fernando VII, surge una generación de destacados líderes en los diferentes territorios coloniales que en unas dos décadas se libera del yugo colonial y logra conquistar su independencia.  De entre los protagonistas que obraron por la descolonización e independencia de la América española surgieron dos personajes que marcaron el carácter excepcional de su generación, Simón Bolívar y Francisco de Miranda.

Miranda, impregnado de conocimientos no solo de su esfuerzo personal por los estudios a lo largo de su vida, sino muy particularmente de la experiencia de sus viajes que le permitieron la observación de las sociedades más desarrolladas de la época, tales las de Francia, Inglaterra y Estados Unidos, hará tal vez, la contribución más importante en aras de la cohesión política de los pueblos dispersos en las diferentes colonias.  Visualizaba llevarlos a la unión en una sola entidad nacional con miras a la creación de un vasto imperio que se extendería desde la ribera sur del Mississippi hasta Cabo de Hornos, es decir, un país, Colombo, nombre que él proponía para la nueva nación, que pudiera rivalizar no solo como potencia política y por el desarrollo de su potencial económico, con las naciones más desarrolladas de la época, sino muy especialmente por su vasto territorio que en la actualidad se acerca a los 12 millones de km2. Hoy sería el segundo país más grande del mundo después de Rusia.  Y apuntaba además que si, Europa, que no poseía tantos recursos geográficos ni tantos minerales como los poseía América, había llegado a ese alto nivel de civilización ¿por qué las colonias hispanoamericanas —una vez independientes y constituidas en una sola nación —no podrían también hacerlo

Miranda no logró realizar su sueño; sus contemporáneos no estuvieron a la altura de su visión para comprender la grandeza de su proyecto. Pero la idea quedó vigente y años más tarde, Simón Bolívar, apoyándose en sus ideas, logró la creación de La Gran Colombia en 1819, con la unión de tres de los países recién liberados en las guerras de independencia.  Aunque su proyecto no era tan ambicioso como el de Miranda, su amplio territorio de cerca de tres millones de Km2 con amplias costas en los dos océanos, el Atlántico y el Pacífico y su potencial económico, la nueva nación podía aspirar a jugar un papel preponderante entre los países más importantes del planeta. Pero Bolívar, ocupado como estaba en derrotar los últimos enclaves de resistencia de las tropas españolas, no vio venir a tiempo los movimientos secesionistas que se formaban en las excolonias, Quito, Cundinamarca y Venezuela, que formaban la unión y que justificaban por las divergencias relativas a la organización del Estado.  Bolívar que abogaba por una forma de gobierno centralista, se vio confrontado por dos grandes líderes regionales, Santander y Páez, quienes preferían una concepción federalista.  La imposibilidad de conciliar los puntos de vista se acentuó como resultado de la posición de Bolívar de proponer la presidencia como un cargo vitalicio, lo cual los otros miraban con recelo.  Así, La Gran Colombia apenas duró unos 10 años. Triunfaron los movimientos secesionistas y tras la desintegración nacieron tres nuevos países, Ecuador, Colombia y Venezuela.  Quedaba así en el aire el sueño de Bolívar de forjar la unión de los países de la América del Sur. Así, tomando como ejemplo a Miranda y Bolívar, vemos que aun con individuos de gran visión, sin la adhesión de una mayoría de sus contemporáneos a sus postulados, ninguna generación logrará marcar su porvenir con hechos que transciendan la historia.

De los tres países que surgieron de la desintegración de la Gran Colombia, Venezuela, cuna del Libertador Simón Bolívar, estaba llamada a jugar un papel estelar en el continente por la contribución en las ideas y luchas independentistas y de lo mejor de sus hombres que lucharon por ese ideal. No obstante, ese papel estelar nunca llegó a realizarse. La generación de Simón Bolívar y Miranda, ni en su tierra natal, pionera de las luchas independentistas iberoamericanas, entendió que se encontraban ante dos hombres visionarios. Por lo visto, la luz de unos pocos en una generación pocas veces es suficiente para alumbrar el camino de todos.  Y la historia es testigo de lo que han hecho las generaciones siguientes hasta nuestros días, tal como nos lo recuerda Américo Martin en sus Memorias. Nos deja entender que en los doscientos tres años desde 1810 hasta 2013 -salvo las cuatro décadas entre 1958-1998-, Venezuela sólo conoció guerras, dictaduras, semidictaduras, persecuciones, en un poder que no era de los valientes, sino de sinvergüenzas, autócratas, carujos. Héroes y desgracias. CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL; domingo 1 de diciembre de 2013

La generación de 1958 logra al fin imponer un experimento democrático viable para salir del caudillismo. Pero luego de una exitosa experiencia de cuarenta años de democracia, llega a 1999 confundida y dudando de la nueva forma de gobierno, empero, no buscó a tiempo los correctivos que hubieran podido mejorar el experimento. La generación de 1999 entró de lleno en un laboratorio social donde sus miembros, todos portadores de vivencias democráticas recientes, llevan ya casi dos décadas enfrascados en dos bandos, gobierno y oposición, en una confrontación sobre el concepto de democracia y la realidad de los hechos. Este cuestionamiento cobra fuerza por las vivencias de los actores que los lleva a añorar la democracia y será necesariamente esa preocupación la que la llevará definitivamente a entender a plenitud el mecanismo de su funcionamiento que no es otro que la adhesión y respeto incondicional a las leyes y reglas que le dan vida. Principio primordial que da lugar a un gobierno civilizado dotado de árbitros legítimos indomables, garantes de la legitimidad de las partes. Lo anterior representa un verdadero desafío ideológico cuya resolución es en el momento actual, imprevisible, aunque de su complejidad puede que surja una generación excepcional que lo resuelva y trace el camino para las que vendrán.

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Documentos de consulta

Blog de Fidel Ernesto Vásquez I. https://fidelernestovasquez.wordpress.com/2012/07/14/francisco-de-miranda-1750-1816/ : 14 julio 2012: Tesis de Doctorado de Carmen Bohórquez Francisco de Miranda y el proceso de constitución de una identidad americana, defendida en la Universidad París III-Sorbonne Nouvelle en 1996 y publicada por L’Harmattan, París, en 1998.

La Gran Colombia. http://www.paxala.com/la-gran-colombia/

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