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Generales para defender un plato de lentejas

Qué sentirán los cadetes con sueños recurrentes por ser altivos y marciales en su defensa de la patria. Sus mentes tendrán un revoltijo de premisas sin resolver. Le movieron sus ecuaciones castrenses, aquellos objetivos remotos de uniformes impecables, reglamentos eternos por cumplir y respeto infranqueable hacia los altos mandos, sin quebraduras ante las pruebas por acatar como humildes subalternos en proceso de crecimiento.

Sin batallas libradas en los bolsillos y frente a la complejidad de una política económica inadmisible, nuestros batallones recibirán la orden suprema de ofrecer sus vidas porque un plato de arroz con pollo posea todos sus ingredientes.

Ahora el ministro para la Defensa, general Vladimir Padrino López, no tuvo una ocurrencia más didáctica y fuera de orden, que anunciar a viva voz el posible nombramiento de un general para cada uno de los 18 rubros de alimentos, mientras los lineamientos tácticos y ejercicios bélicos quedan desolados en las trincheras de nuestra deslucida nación.

Tal designación contará con un equipo cívico-militar sin parangón. Imaginamos tener al gran general del arroz, cuya distinción será no exhibir granos partidos y en las acaloradas rumbas ser el más saborizado y, si se extiende la farra, con bastante ajo para el tufo alcohólico.

En esta exposición de conjeturas y fábulas de verde oliva, observaremos al general de la harina pan, todo un bulto en el aspecto de no hacer nada y pre-cocido en sus ingenios, proveniente de la mazorca más espléndida y quedando amarillo cuando le den la tan extravagante noticia de sus inigualables funciones.

Pero quien tendrá el rostro más deplorable y ofuscado será aquel con la investidura de general del pollo, pues en las bromas oficiales y en el chismorreo desdichado de los componentes armados, se le mencionará como el experto en las alitas, el más pechugón de todos, pendiente de sus propios muslos y todo un miliciano con un interés fragoroso e irremediable por el destino de sus plumas.

Posiblemente los altos mandos mascullarán entre dientes esta burla, increparán de consternación frente a este desagravio o demandarán el orden constitucional y castrense por semejante atropello. O tal vez aplaudirán desmedidos la decisión oportuna, so pretexto para abastecer con premura los insumos desaparecidos en sus neveras y alegar con la precisión del obtuso, ecuanimidad y perfección en los procesos de comercialización, exponiendo mapas de distribución pormenorizados, excluyendo con conocimiento de causa, la ruta dirigida a su propio hogar.

Mientras la población no alcanza a respirar el aire distante de la justicia, encerrada en el hermetismo de una lerda institucionalidad y sin lograr sufragar el complejo, escurridizo e insensato esquema de costos e ingresos, nuestra Fuerza Armada bosqueja su inercia en presunciones sin contexto, ofreciendo las mismas novedades de estar resolviendo lo irreparable en socialismo y con un poder servido a la conveniencia de unos pocos.

Recuerdo con desconsuelo mis juegos infantes con soldaditos de plomo y paracaidistas inflexibles, en el esplendor de mi ingenuidad y en los balbuceos de mis historias inventadas. Hoy Venezuela yace constreñida y, cuando más se requiere de valentía, aplomo y gallardía, seguimos distrayéndonos con militares de juguete.

@Joseluis5571

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