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Injerencismo bueno e injerencismo malo

“La situación política y económica se está tornando cada vez más difícil. El país tiene el potencial de estar entre las naciones más avanzadas de América Latina, pero las ciudades sufren violencia y un récord mundial de asesinatos diarios, secuestros, la permanente carencia de alimentos y de productos y servicios básicos como medicinas y atención médica. Además, todos somos conscientes de las restricciones a las libertades civiles, de la situación de los medios, de la de muchos líderes de oposición, algunos de ellos en prisión”.

¿Quién habló con tanta contundencia solidaria? La Canciller de la Unión Europea, Federica Mogherini, en la Eurocámara. En el continente europeo ya nadie ignora que en Venezuela impera una dictadura sin frenos ni controles, un anacronismo en el siglo XXI.

La respuesta del gobierno no se hizo esperar, “es injerencismo en los asuntos internos de Venezuela”. Ese “injerencismo” hoy en día es universal. En todos los países democráticos del mundo son frecuentes los pronunciamientos contra el gobierno venezolano por haber destruido el Estado de Derecho, por reprimir con violencia la disidencia política, por desconocer y pisotear acuerdos y convenciones internacionales protectores de la libertad y los Derechos Humanos producto de luchas perseverantes durante años. Venezuela está aislada del mundo, son poquísimos los países donde sobreviva un tipo de gobierno tan primitivo.

Al mismo tiempo que el gobierno descalifica las críticas que le hacen en el exterior considerándolas “injerencia indebida e inaceptable” en los asuntos internos de Venezuela, resulta inexplicable que acepte con júbilo revolucionario la progresiva colonización de Venezuela por Cuba, o dicho con propiedad, por la Cuba que desde hace 57 años es propiedad única de los hermanos Fidel y Raúl Castro. Esto no es “injerencismo”.

Sin incurrir en exageraciones, podemos decir que estamos siendo explotados por la Cuba de los Castro a semejanza de la explotación del Congo por Bélgica, de la India por la Gran Bretaña, de Argelia por Francia, del Tíbet por China.

Aquí no hay ocupación militar, al menos visible, pero para el grueso de los venezolanos es inexplicable que durante tantos años le hayamos estado regalando a Cuba cien mil (1000.000) barriles diarios de petróleo, y que se los sigamos regalando, cuando en Venezuela no comemos completo por falta de dólares para importar alimentos. Este es un “injerencismo” bueno. Llama poderosamente la atención que ese entreguismo ruinoso sea visto con indiferencia por los venezolanos, sobre todo en momentos tan críticos para nosotros.

Es posible que todavía continuemos viviendo en la ilusión de que en Cuba ha estado en desarrollo una revolución. La realidad indica lo contrario. Cuba prácticamente ha vivido de la caridad internacional, y ahora recibe con alborozo la visita de Obama, el concierto de los Rolling Stones y el desfile de Chanel, en el que incluso fue modelo un nieto de Fidel Castro. Que tome nota Maduro y su séquito.

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