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La autoderrota

Volvimos a ganar, pero no hemos aprendido a cosechar la victoria; seguimos poniendo los votos, pero ellos siguen sacando las cuentas. Mientras esta perversa ecuación permanezca, los chavistoides pueden pavonearse ante el mundo como demócratas, a causa de nuestra manifiesta incapacidad para proteger el triunfo.

Supongo que la MUD tendrá  expertos en computación, algoritmos y ese tipo de cosas, para detectar artimañas sofisticadas que puedan alterar resultados electorales, pues nosotros, además de sentir el fraude hasta  los tuétanos, debemos estar en capacidad de demostrarlo.

Las Actas avaladas por nuestros testigos electorales, serían decisivas para despejar  dudas, pero su publicación urbi et orbi no puede retrasarse. Sería el aliciente fundamental para llenar de nuevo las calles y  proporcionaría renovados bríos a la acción internacional.

Intimidar con violencia generalizada ya no es creíble, aunque  podría ser orquestada y mortífera, pues salir de  tiranías  siempre ha  exigido sacrificios, a veces extremos, como lo testimonian los héroes caídos en la actual lucha por la libertad.

No quisiera ni pensar que hayamos enfrentado la contienda electoral, provistos solo de buenas intenciones, sin contar con las herramientas  suficiente,  que nos permitan sustanciar un previsible fraude.

Sería acaso que nos dormitamos prematuramente en los laureles de un optimismo exagerado, que se hizo añicos contra el pragmatismo sin escrúpulos del régimen, sus cómplices electorales y los tutores cubanos, especialistas en amañar resultados.

La  derrota es huérfana y no se trata de echar culpas a nadie, pero no es la primera vez que nos ganan por fraude y parecería que ni siquiera hemos sabido sacar experiencia de nuestros propios errores.

Lo esencial que debemos ahora tener presente, es  la convicción de redoblar y amalgamar esfuerzos por  recuperar la democracia. Quiera Dios que nuestros líderes, sepan guiarnos por el camino correcto.

A pesar de que el horno no está para roscas, no  resisto la tentación de compartir con ustedes, la siguiente vieja fábula de Aquiles Nazoa, gran humorista venezolano ya difunto:

A la fuerza bruta del toro

Quiso oponer el loro

“la desarmada fuerza de la idea”

Y apenas comenzaba la pelea,

Aunque vertió sapiencia por totumas,

Del loro no quedaron ni las plumas

Así muy justa, noble y grande sea,

Si no tiene a la mano algo macizo

Por si sola, lector, ninguna idea

Sirve para un carrizo.

Podría estar hasta de moda ¿No les parece?

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