La farsa del acompañamiento
En estos años hemos constatado la inventiva del CNE para elaborar esquemas abstrusos e inútiles con miras a sustituir lo que debería ser una normal y necesaria observación internacional en un escenario político tan polarizado como el venezolano.
El acompañamiento electoral es una farsa, porque no es una observación sino más bien un coro para aplaudir lo perfecto de un sistema electoral impoluto, que garantiza la imparcialidad absoluta del ejercicio pulquérrimo del derecho a votar sin presión alguna y sin ningún género de ventajismo oficial.
En las elecciones del 6D, en la que todas las encuestas dan una victoria contundente a la oposición, sería garantía de estabilidad y paz que hubiese la mayor participación de observadores internacionales de las principales organizaciones, tales como OEA, ONU, UE, UNASUR, pero no en rol de simple y silente acompañante, sino como observadores imparciales que puedan dar fe que las elecciones se celebrarán con normalidad, sin ventajismo ni irregularidades evidentes y que confirmen, sea cual fuere, el resultado que exprese la decisión mayoritaria del pueblo venezolano.
El terco rechazo del CNE a permitir la observación internacional y remplazarla por la inoperante e inútil figura del acompañamiento, es una mancha innecesaria en la celebración de unos comicios tan importantes para el futuro en paz de nuestro país.
