El EditorialOpinión
La hiperinflación el peor impuesto regresivo
La hiperinflación es una inflación descontrolada mediante la cual el dinero pierde su valor, ya que los precios de los bienes y servicios aumentan a una velocidad tal, que las personas prefieren guardar bienes en vez de un papel moneda que no vale -ni siquiera- el costo de su impresión.
Este fenómeno se ha producido en países con fuerte inestabilidad política y que han aplicado políticas económicas erróneas para frenar la inflación. El ejemplo más conocido es el de Alemania, ocurrido en el lapso entre la primera y Segunda Guerra Mundial, la causa de esta hiperinflación fue la imposibilidad de pagar las reparaciones de guerra impuestas por los aliados y esta alcanzó la cifra de 1000.000.000.000% en 1923.
En América Latina, entre 1975 y 1995, hubo un fenómeno parecido, aunque de menor magnitud, causado por la imposibilidad de reembolsar la deuda externa.
Otro ejemplo parecido al de Alemania es el de Zimbabue, que llegó a ser de 89.700 trillones por ciento y en la que los precios se duplicaban cada 24 horas.
En nuestro país estamos, lamentablemente, recorriendo ese camino, y las consecuencias son muy graves para la población, aunque para el gobierno podría servirle para vaporizar la enorme deuda externa que tiene PDVSA con el Banco Central.
La inflación se comporta como un impuesto regresivo, ya que en la práctica se convierte en un tributo sobre el dinero en efectivo, y mientras un Estado imprima papel moneda para financiar sus deudas vía depreciación, lo que logra es transferir ese coste a los más necesitados, es decir, a aquellos que tienen rentas fijas, como los pensionados y jubilados y todo el que vive de sus ahorros. Los únicos que se benefician son los que están endeudados.
Si no hay un cambio importante en la orientación de la política económica, y no se toman las consabidas medidas para frenar la inflación, está seguirá disparada y como dice la expresión popular, el cielo es el límite.