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La izquierda asiática de América Latina

En eso pensé cuando un académico alemán me preguntó acerca de la posición de las naciones latinoamericanas frente al terrorismo del ISIS. “Ninguna” –respondí- “los gobiernos latinoamericanos son de izquierda”. Mi interlocutor preguntó: “¿Pero no es la izquierda una categoría occidental”? “Sí” -fue mi respuesta-: “Pero una buena parte de la izquierda latinoamericana es asiática”. Mi interlocutor pensó seguramente que yo bromeaba. Pero no. Yo hablaba en serio. Muy en serio.

Si hubiera tenido tiempo le habría explicado que la tesis del “asiatismo” de una gran parte de la izquierda latinoamericana ya la había enunciado en un ensayo publicado en 1976 en la revista “Lateinamerika, Analyse und Berichte”. Su título “El subdesarrollo del marxismo en América Latina”. El texto apareció después en diversos idiomas. Sobre esa base escribí en 1978 (¡Dios, cómo ha pasado el tiempo!) un libro titulado:“Cuba, la revolución no es una Isla”, el que marcó mi ruptura con las dos principales izquierdas de América Latina: la soviética y la castrista.

La tesis de la “asiatización” del marxismo se encuentra muy bien formulada en un libro del líder de los movimientos sesentistas, Rudi Dutschke, cuyo título –“Un intento para poner a Lenin sobre sus pies”- habla por sí solo. Fue el mismo Rudi quien, en una conversación acerca del tema, me sugirió escribir específicamente sobre “el asiatismo en la izquierda latinoamericana”. Nunca lo hice. Pero la idea la he mantenido ¿Por qué una parte de la izquierda latinoamericana –la castrista y la post-soviética- no reconoce su occidentalidad política? Mi respuesta vuelve a ser la de antes: esa izquierda no es occidental.

En pocas líneas no puedo resumir el libro de Dutschke. Pero hay sí tres ideas que sigo subscribiendo

  1. Las teorías (no “la” teoría) marxistas, son hijas del contexto alemán y europeo (Hegel, Schelling, Feuerbach; además de Darwin, Ricardo, Smith, y tantos otros). Marx en ese sentido es solo un eslabón, uno más, en la larga cadena del pensamiento occidental.
  2. Marx siempre dejó clara su posición con respecto a la imposibilidad del socialismo en Rusia. Su correspondencia con Bakunin y su reveladora carta a Vera Sasulich, son testimonios irrefutables. Para Marx, el curso hacia el comunismo (como sinónimo de socialismo) no podía surgir desde formaciones históricas asiáticas. Esa era, para él, “otra historia”. (Karl Marx, “Formaciones económicas pre-capitalistas”, cuadernos de 1858).
  3. Antes de que el legado de Marx fuera convertido por Lenin en “marxismo”, existían diversas teorías de Marx, algunas contradictorias entre sí. El “marxismo-leninismo” como un todo ideológico fue un producto de la Academia de Ciencias de la URSS. Allí comenzó la des-europeización y la “asiatización” de Marx. Esa conclusión fue el aporte central de Rudi Dutschke al pensamiento de izquierda europeo.

En su estudio, Dutschke consultó al teórico alemán Karl A. Wittfogel para quien el comunismo soviético era una reedición moderna de los antiguos despotismos asiáticos (“Despotismo Oriental”, 1957). Los rasgos de esas “despotías hidraúlicas” eran perfectamente reconocibles en la URSS. Entre otros, el culto al líder, la verticalización de la “sociedad”, la construcción de una doctrina dogmática, la apropiación total de los medios de producción por parte del Estado, así como la formación de una clase dominante estatal (la «nomenklatura»), Todo eso, según Dutschke, no tenía nada que ver con las teorías de Marx. La tarea de los intelectuales revolucionarios debería ser entonces la de rescatar a Marx de la cárceles asiáticas en las cuales sus teorías yacían secuestradas. Eso pasaba por reafirmar el carácter europeo y occidental del marxismo.

En verdad, la misión de rescate había sido iniciada por Antonio Gramsci en la Italia de los treinta. El auge de Gramsci en los setenta y ochenta fue, por lo mismo, consonante con el proyecto de re-europeización de Marx. El “eurocomunismo” de Enrico Berlinguer apuntaba a la misma dirección. Pero ya era tarde. Las revoluciones democráticas en los países de Europa Central y del Este (1989-1990) postergaron cualquiera posibilidad para seguir ocupándonos de Marx. Incluso los post-marxistas (Laclau, Zizec, Mouffe, entre otros) dejaron de citarlo. Los –para mí todavía apasionantes- libros de Marx, son hoy casi regalados en Amazon.com. No ocurrió así en América Latina.

En ese “lejano occidente” (Alain Rouquié) el marxismo asiático ha continuado vigente. Lo digo con conocimiento: En diversas universidades de América Central y del Sur es impartido en nombre de la sociología, de la economía o de la historia, un marxismo de silabario hecho para débiles mentales.

El marxismo asiático (leninismo, stalinismo, maoísmo  y otros ismos) ha llegado a formar parte de la cultura política de una parte de la izquierda latinoamericana, aunque muchos de sus integrantes no hayan leído a Marx. El culto faraónico a la memoria de Chávez en Venezuela es solo un ejemplo. Pero hay otros. El mismo Chávez se sentía fascinado por déspotas asiáticos como Ahmadineyah, Asad, Gadafi, Husein. Las mismas fascinaciones son cultivadas por los Castro y por Evo Morales. Incluso, el partido comunista chileno -un partido democrático en democracia- envió una vez una carta de felicitaciones al representante de la dinastía (comunista) de Corea del Norte. ¿Reflejos condicionados de un “asiatismo” nunca bien elaborado?

¿Por qué los gobiernos latinoamericanos de izquierda no se pronuncian a favor del occidente político en la lucha en contra de ISIS? Pienso que mi respuesta fue la justa: Hay una izquierda latinoamericana que todavía no es occidental. De ahí su precaria sensibilidad frente a temas como el de las libertades y los derechos humanos. De acuerdo a la tradición marxista asiática, esos son elementos de la ideología “burguesa” (occidental). Es triste constatarlo; pero es la realidad.

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Un comentario

  1. Que existen » asiáticos de izquierda » en nuestro continente, lo entiendo ; pero esa idea de que ´´ la izquierda latinoamericana es asiática ´´ me ha tomado por sorpresa. Al menos es un enfoque original y diferente, porque ni remotamente me había pasado tal idea por la mente. Si se que las diferentes etnias indígenas de nuestro continente tienen impreso en su código genético el factor Diego, que es el mismo que poseen los asiáticos y orientales y que explicarían el origen remoto de los primeros pobladores de nuestros territorios y que desconozco si por el proceso de mestizaje y las múltiples cruzas ínter-raciales, los ´´blancos criollos´´ modernos lo poseen ; pero en todo caso, es un problema biológico mas no político – ideológico.

    Parece ser que los textos de Marx se están vendiendo nuevamente en la vieja Europa y a ciencia cierta es hoy algo así como una moda o una inquietud en la búsqueda de una solución a los ingentes problemas y procesos de cambio que se están operando a nivel global. Y es que la última vez que tuve en las manos un texto marxista o de Marx, fue cuando era estudiante universitario hace mas de treinta años y todavía recuerdo que al final del curso los deposité en una caja de cartón y fueron pasto de las termitas. Quedaron reducidos a polvo.

    Tiene razón el señor Mires en que es en nuestras universidades donde el tema de Marx y el marxismo, en la década de los 60 – 70 se desató como una epidemia, y hasta recuerdo que en un viejo trabajo de ascenso me vi obligado a involucrarme en un trabajo referido a los movimientos campesinos y su papel en la revolución rusa. Pero siempre en el entendido de que estábamos tratando con un fenómeno cultural netamente occidental. Y es que eso de lo ´´asiático ´´ pareciera ser mas un componente propio de las tácticas y estrategias de los partidos comunistas para penetrar a los países del Tercer Mundo y que terminaron creando un híbrido extraño que germinó por estos lares y creo una especie de fenotipo cultural que aun pervive entre nosotros.

    Aquí nadie se acordaba de Marx y Lenin y mucho menos de los hermanos Castro Ruz, hasta que el desaforado del ex presidente Hugo Chávez – que de estudioso no tenía un pelo -, vino a ´´revolver el avispero´´ y creo ese engendro que llaman ´´ revolución bolivariana ´´ donde se mezclan desde prácticas esotéricas hasta experimentos económicos que nos tienen al borde de la extinción. Y es que estoy persuadido que sin esa ´´petro chequera ´´ el ex Caudillo no hubiese podido hacer lo que hizo y su permanencia en el poder hubiese sido menos que breve. Pero bueno, el daño ya esta y ahora lo que priva es ver como salimos de este ´´ problemón ´´ en el que estamos involucrados todos los venezolanos.

    El término ´´ marxismo asiático ´´ así como el de ISIS, tienen una connotación sociológica interesante y en el fondo lo que hace es describir la forma como se produce el acercamiento y hasta identificación con todos los tipos de ´´ zatrapías ´´ por parte de personajes anómicos que se vinculan entre si pese a sus diferencias culturales e ideológicas. En lo personal hace años los etiqueté con el nombre de la ´´hermandad socialista ´´ y donde lo mas significativo es que dentro de esa etiqueta caben gobernantes de países democráticos y hasta medianamente desarrollados como Chile o Brasil , pasando por Cuba y Bolivia, hasta llegar a nuestra propia realidad que ni es democrática ni es ejemplo para nadie ni para nada. Lo cierto es que nosotros los venezolanos somos los que sufrimos este ´´refrito ´´, y hasta tenemos que depender de culturas ajenas a nuestra idiosincrasia e historia, como es el caso de los benditos chinos y donde para ser miembro de la élite en el poder, tienes que tener algún apellido o nombre árabe… ¡ Abrase visto tamaña desgracia !.

    PD: Curioso e interesante artículo señor Mires.

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