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La oposición es parte del problema

Rafael Acevedo, Luis Cirocco y Hugo Faría

Hacer lo mismo y esperar resultados diferentes es una definición de locura atribuida a Einstein. Esta frase es muy explicativa de la realidad actual de Venezuela. Después de la farsa electoral del 20 de mayo, la pregunta sigue siendo la misma: ¿cuál es la solución a la crisis? ¿Cuáles son las propuestas, en materia económica, de la oposición? Indiscutiblemente, esa solución debe consistir en algo muy diferente a lo que se hizo en la IV, caso de desastre económico, y en la V República, que ha agudizado de manera extrema el desastre de la cuarta.

Desde hace años, hemos venido proponiendo una serie de reformas en materia institucional, es decir, en materia de reglas del juego económico, que redunden en mayor inclusión. Por ejemplo, durante la IV y la actual V, un venezolano de a pie nunca ve un dólar, pero las élites siempre han tenido acceso a esa moneda. Para evitar esta exclusión, que con la hiperinflación se ha vuelto una extracción, sugerimos libertad monetaria para que los ciudadanos puedan acceder a dólares y a euros que circulen sin restricciones en el país.

Otro ejemplo que clama por un cambio de reglas excluyentes a incluyentes es el caso del petróleo. Los gobernantes de la IV y de la V nos han dicho que el petróleo es de los venezolanos. Sin embargo, ningún venezolano puede vender su supuesta parte de la propiedad. Nosotros proponemos que nos devuelvan la propiedad mediante la entrega de las correspondientes acciones, una acción para cada venezolano por nacimiento mayor de 18 años.

Dicen que el petróleo es de nosotros, pero es el gobierno el que percibe la renta mediante los impuestos pagados por las compañías petroleras. Es decir, de facto, el gobierno es, en buena medida, fiscalmente independiente de los ciudadanos. Los ciudadanos viven del gobierno y por tanto no está muy claro que sean los gobernantes y burócratas quienes deban rendir cuenta a la sociedad civil. No está claro porque, en una elevada proporción, los ciudadanos no pagamos el sueldo de nuestros representantes. Condición necesaria para que exista una democracia es la dependencia fiscal del gobierno de sus ciudadanos. Ergo, toda la renta petrolera debe ser recibida por los venezolanos y el gobierno debe cobrar impuestos, fundamentalmente al gasto, para poder realizar aquellas tareas que el sector privado no pueda llevar a cabo de manera eficiente, como la administración de justicia, el legítimo monopolio de la violencia y propender a la igualdad de oportunidades en materia de educación y salud.

Otra regla excluyente son las barreras al comercio. ¿Cuándo un venezolano de a pie ha podido acceder a una Miller Lite o a un carro importado usado? Para no mencionar la capacidad de enviar a su hijo a un colegio privado o a un hospital privado, o la posibilidad de constituir una nueva empresa sin morir en el intento por la pesadez de la carga regulatoria.

A pesar de que estamos viviendo un desastre económico de grandes proporciones, notamos con decepción y preocupación que no existe ningún líder político que proponga los cambios institucionales aquí sugeridos, o similares a los que hemos estado promoviendo. No entendemos las razones por las cuales estas reformas, que serían incluso muy bien recibidas por la ciudadanía, no han calado en la dirigencia política de la actualidad. ¿Será que ésta es financiada por empresarios a quienes no les convienen los cambios? ¿Será que no quieren perder la cuota de poder que les concede la propiedad de las empresas del Estado y por ello no desean empoderar al ciudadano común?  En fin, ¿será que pretenden continuar con la misma institucionalidad económica de la V República o retroceder a la de la IV?

Nuestra visión, que sería alcanzada implementando estas ideas de libertad y empoderamiento ciudadano, es una Venezuela con una democracia próspera y duradera, que respete los derechos de propiedad bien habida, como el fruto del trabajo de todos nosotros, y dignifique al ser humano. Pero entendemos que se debe cambiar, de raíz, el sistema que tanto daño ha causado a nuestro país y que, en la era chavista, se ha acentuado. En otras palabras, debemos romper el círculo vicioso y perverso de reinvención de reglas que en el fondo terminan por beneficiar a una élite. Debemos romper con la Ley de Hierro de las Oligarquías, según la cual cambian las personas que se enriquecen, pero se mantienen las reglas perversas de enriquecimiento personal a expensas de los demás, a través de la manipulación del gobierno.

Retomando la idea inicial, si queremos obtener resultados diferentes es importante escuchar con mucha atención lo que proponen los dirigentes políticos. Lamentablemente, ninguno de ellos impulsa las reformas necesarias, por tanto, no debemos esperar resultados distintos; quizás mejoremos un poco porque estos dirigentes opositores son demócratas y menos extremistas que los personeros del gobierno, pero tarde o temprano nos conducirán al mismo destino: la pobreza y miseria de nuestro país.

Finalizamos recomendando a quienes quieran profundizar en el tema de los orígenes de la crisis venezolana la lectura del libro editado por EconintechCausas y causantes del desastre económico en Venezuela”, con la esperanza de que no nos apliquen al conspiración del silencio.

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