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La revolución venezolana destino incierto

Los problemas estructurales que han llevado y producido la crisis y déficits de la democracia en Venezuela están incubados en la década de los noventa en el siglo XX y reproducidos posteriormente, muchos de esos problemas y fallas persisten en el país, e incluso se han profundizado con la llegada y gobierno del presidente Chávez en 1998 y posteriormente a partir del 2013 con Nicolás Maduro, entre ellos, desigualdad social, fragilidad de los partidos y del sistema de partidos, pobreza, inflación, desempleo, precariedad del Estado de derecho, riesgo país, estancamiento y una manifiesta incapacidad por parte del Estado venezolano de cumplir con sus objetivos fundamentales, incluyendo aspectos transcendentales como la observancia de la Constitución como norma suprema y vigencia del Estado de derecho.

Venezuela lamentablemente acusa posterior al fallecimiento del presidente Chávez 5 marzo 2013 (fecha oficial), y la transición y posterior elección con el presidente Nicolás Maduro 2013 un proceso sostenido plagado de distorsiones económicas, devaluaciones, expropiaciones de tierras y empresas, estatizaciones, dependencia de las importaciones, controles de precios, controles cambiarios, escasez de los productos básicos de primera necesidad, inseguridad, violencia, aspectos estos que potenciaron y dispararon una protesta que se inició en los primeros días del mes de febrero 2014 hasta finales de junio del mismo año en algunos estados del país, básicamente por parte de estudiantes universitarios y que se proyectó como una protesta nacional donde intervienen productores, amas de casa, padres de familia, estudiantes, líderes comunales, con paralización de actividades, paros universitarios, tomas cívicas, volanteos, cierres de calles, barricadas, marchas multitudinarias, la detención de líderes de la oposición venezolana, detención y destitución de alcaldes, parlamentarios, aunado a la represión de la población por parte de los cuerpos de seguridad del Estado, entre ellos la policía nacional, la guardia nacional, aunado a la presencia de colectivos armados o irregulares armados con un saldo de 2177 detenciones, 1764 juicios abiertos, 40 muertos, 70 casos de tortura y demás.           

De tal manera que el país inicio en 1998 una nueva etapa o periodo. Opiniones encontradas hay entre quienes señalan que se buscó profundizar a la democracia haciéndola participativa y protagónica, y quienes argumentan con elementos de peso que la democracia en términos institucionales, procedimentales, incluyendo la propia infraestructura empresarial, capacidad productiva, andamiaje jurídico ha retrocedido significativamente junto a un deterioro del proceso de descentralización político administrativa y del avance de las regiones fortaleciendo nuevamente el centralismo característico de décadas anteriores.

Los venezolanos hemos podido constatar como el actual gobierno ha venido acelerando un proceso de sustracción de valores, prerrogativas, poderes constituidos, competencias, espacios y demás, con daños relevantes en términos de institucionalidad, Estado de derecho y calidad de democracia. Esos daños se derivan cuando el gobierno aprueba instrumentos jurídicos, leyes, decretos y fundamentalmente acciones que se apartan de la letra y espíritu de la Constitución Bolivariana de Venezuela de 1999, se invade, confisca, expropia y demás a la propiedad e iniciativa privada, sin justificación y desconociendo el debido proceso, estas directrices y acciones no tienen soportes técnicos y jurídicos sino estrictamente político e ideológicos, no sólo no figuran ni aparecen amparadas en la Constitución Bolivariana de Venezuela de 1999, sino además constituyen el más nefasto precedente de desconocimiento de derechos, libertades y garantías constitucionales.

Si tuviésemos que caracterizar la última década diremos que el sistema político venezolano mostrará entre otros rasgos: la supeditación de la Fuerza Armada más que al país a un proyecto político especifico, la promoción de una educación ideologizada, la participación popular subordinada a los designios del Ejecutivo, la ampliación de la cobertura comunicacional estatizada en radio prensa y televisión, la concentración del poder central a partir del manejo casi absoluto y discrecional de los recursos financieros públicos en detrimento del proceso de descentralización y, finalmente, el despliegue de mayores esfuerzos por controlar el aparato económico nacional y hacerlo más dependiente del Estado a través de la promulgación de diversas leyes y decretos.

No hay dudas que en este vertiginoso y globalizado siglo XXI donde pululan fenómenos muy diversos asociados a progreso, desarrollo, nuevas tecnologías, avances en muchos órdenes, y también la presencia de distorsiones, de lunares y de laboratorios que nos indican básicamente que algunos países y economías registran proceso regresivos no sólo con deterioro material, económico, financiero sino en términos de calidad de vida y espiritual. Venezuela se convirtió en el mayor laboratorio del mundo, precisamente por albergar un cúmulo de fenómenos y procesos en el orden económico, social, político, lamentablemente con elementos regresivos.

La lista de distorsiones económicas presentes en la economía venezolana son las principales claves para entender la crisis actual que no tiene antecedentes dado la magnitud del deterioro económico, social, productivo y demás que condiciona e hipotecan el futuro y destino de la revolución bolivariana. Dentro del inventario de fallas y distorsiones encontramos:

Inconsistencias que arrastran las políticas monetaria, fiscal, el alarmante declive que exhibe nuestra industria petrolera, a lo que se une ahora la caída sin parada de los precios internacionales del petróleo y que naturalmente generan un clima muy sensible de incertidumbre y desconfianza que ahuyenta las posibilidades de inversión de capitales nacionales y extranjeros entre otras cosas por el elevado riesgo país de Venezuela;

No hay duda de que la condición de Venezuela como país mono productor aunado a ese marcado rentismo nos ha hecho mucho daño, y en pleno siglo XXI hemos descuidado los asuntos energéticos, y peor aún, hemos concebido erráticamente una propuesta energética no consustanciada con el mundo de hoy, Venezuela es de los pocos países que habla y califica a los recursos naturales como estratégicos y habla de industrias básicas cuando universalmente lo que observamos es una manejo eficiente por parte del sector privado no sólo haciendo una explotación eficiente sino rentable. Venezuela debe modificar su enfoque de política energética sino además aprovechar y potenciar el peso de las regiones para desarrollarlas y hacerlas polos de crecimiento e impactar positivamente a las mismas y al país nacional en términos de progreso, empleo, calidad de vida y demás.

Los graves efectos de la indisciplina macroeconómica y la destrucción del sistema de precios es un aspecto medular en cualquier análisis, padecemos en el tiempo de graves distorsiones en materias o áreas como los precios de la economía, tipo de cambio, tasas de interés, el debilitamiento sistemático de las instituciones públicas responsables de la elaboración y producción de las estadísticas económicas. Aunado a una combinación perversa de controles generalizados y expansión monetaria a gran escala.

Cuando analizamos las misiones como la labor asistencialista que ha desplegado la llamada revolución bolivariana, entendiéndolas como paliativos y como un avance desde el punto de vista de que el Estado venezolano identifico los diversos déficits de atención en muchas áreas. Sin embargo, las misiones en su manera de concebirse y ejecutarse no han erradicado los graves problemas que el país y su población padece. Más aún hay misiones que tiene una década de lanzadas y no se aprecia su impacto o metas alcanzadas en términos de las cifras, aspecto que condiciona los supuestos éxitos de las mismas aunado a las cifras invertidas por parte del Estado venezolano.

La institucionalización de la política social no sólo requiere diseños técnicos y procedimientos universales que garanticen, a quien se encuentre en estado de necesidad, obtener la ayuda sin tener que vender su dignidad a nadie; también necesita del compromiso de todos los líderes políticos de que nuca más se aprovecharan de las dificultades del pueblo, para sacar provecho, y ventaja a los demás competidores, con tales prácticas populistas

Insistimos que la política regulatoria y especialmente los controles de precios han sido desproporcionados ya que, en muchos casos, las autoridades imponen precios que no cubren los costos, condenando a productores y distribuidores a trabajar a pérdida, sin perder de vista que los controles no sólo desestimulan la producción sino que también desincentivan la inversión. Venezuela no se podrá derrotar la inflación sin una formulación de política fiscal, monetaria y cambiaria, aunado a estimular la oferta de bienes y servicios, y la necesidad de lograr un mercado más natural con menos controles de precios y de cambio, entre otras medidas que persigan controlar la inflación creciente en Venezuela que es la primera del mundo.

Ciertamente la realidad venezolana deja claro que los altos niveles inflacionarios, el endeudamiento, las diversas distorsiones que arrastran los mercados monetario, fiscal y cambiario, el declive de la industria petrolera entre otros, son la expresión de la baja calidad de nuestras instituciones políticas y económicas que reclaman un rediseño y reingeniería.

Venezuela no puede producir un cambio de modelo y sociedad sino asume ciertamente un conjunto de acciones de Política macroeconómica orientadas a disminuir la tasa de inflación, Política fiscal basada en una sostenibilidad fiscal, aspecto que demanda el balance del presupuesto y sus fuentes de financiamiento, mejorar la eficiencia del gasto público, reducir la vulnerabilidad fiscal; Política monetaria, urge recuperar el valor del signo monetario o moneda, la confianza y capacidad de ahorro, aspecto vinculado a contar con una arquitectura fiscal y monetaria cónsona con la estabilidad económica. Política petrolera, es urgente lograr un tipo de cambio competitivo para estimular justamente a los sectores transables distintos al petrolero con un papel técnico y central del BCV en el manejo de la tasa de cambio; a lo cual se le suman una conjunto de política sectoriales en petróleo, industrial, capital humano, política social y afines como rasgos de un nuevo modelo viable, moderno, eficiente.

No hay dudas de las distorsiones y daños producidos a las sociedades y países por parte de las economías y gobiernos altamente planificadores bajo esquemas socialistas como ocurrió en Europa del Este o Cuba. En el caso de Venezuela no hay dudas del intervencionismo estatal a lo largo de la historia y acentuado a partir de Chávez y Maduro. En Venezuela hemos registrado el avance de una política y modelo no institucional, caracterizada especialmente por la personalización de la política, por el desconocimiento de la Constitución, por la ausencia de la división de poderes públicos, entre otros, para el sistema por su carácter eminentemente antidemocrático ha demostrado ser nocivo.

El ejercicio del poder por parte de Hugo Chávez Frías y posteriormente Nicolás Maduro, ha implicado desde 1998 hasta la fecha el desconocimiento, irrespeto y violación de procedimientos, valores, derechos y garantías democráticas y ciudadanas. De tal manera que la titularidad y el ejercicio del poder político en Venezuela bajo Chávez y Maduro constituye un proceso, etapa y fenómeno regresivo de personalización del poder y de la política, desinstitucionalización creciente de los partidos, clase política e instancias de representación.

 

El fortalecimiento del Poder Ejecutivo en el modelo delegativo venezolano puede interpretarse como una recentralización del poder del Estado y como una continuación y una reprofundización de la tradición centralista, con una clara tendencia caudillista y autoritaria en lo que a la Venezuela contemporánea refiere. No hay la menor duda que la institucionalidad democrática y jurídica en Venezuela esta resentida y en un proceso de franco deterioro no sólo por la inobservancia de la Constitución Bolivariana de 1999, sino además la real ausencia de división de poderes públicos, la militarización de buena parte de la administración pública, aunado a la violación de libertades, del Estado de derecho, procedimientos y hasta de algunas garantías constitucionales.

Frente a este escenario de bloqueo institucional y jurídico y de desmedida personalización del poder y la política que ha definido la marcha del país en esta casi dos décadas, se requiere un proceso sostenido de revalorización de la democracia en términos de poderes, organizaciones, partidos, sindicatos, sociedad civil y sus respectivas funciones paralelo a restaurar la vigencia y observancia de la Constitución Bolivariana de Venezuela de 1999 como pináculo del ordenamiento jurídico en el país.

La revolución bolivariana desaprovecho el segundo ciclo petrolero (2007 – 2012) al no hacer inversiones y uso racional de los recursos excedentarios del petróleo con una cesa petrolera promedio de 100$, encima, el país contrajo deudas, y en paralelo se fue deteriorando de manera sostenida y exponencial el sector productivo nacional, el rentismo se reforzó no sólo al depender nuestros ingresos cerca de un 98% del petróleo, sino además depender de las importaciones que comprenden cerca del 80% del consumo nacional aspecto que pudo sostenerse con un petróleo mayor a 100$ pero que comenzó a ser inviable en el año 2014 y 2015 con un petróleo promedio cercano a los 40$.

El trienio 2013 – 2015 bajo la presidencia de Nicolás Maduro el país ha transitado por un proceso de deterioro institucional, democrático, económico, social, financiero expresado en una serie de indicadores como la inflación, riesgo país, destrucción de la productividad y aparato productivo, desempleo, escasez generalizada, aumento de la pobreza, un clima de tensión, polarización e ingobernabilidad en el cierre del año 2015 con una crisis generalizada que por sus rasgos y elementos difieren de cualquier otro periodo o etapa de crisis registrada antes.

Venezuela frente a las fallas y desequilibrios macroeconómicos requiere reformas estructurales entre ellas transferir los recursos de una economía desde las actividades tradicionales de baja productividad hacia actividades modernas de alta productividad; cambiar la estructura de incentivos prevaleciente que promueve conductas que no son compatibles con la diversificación y las innovaciones requeridas para promover un genuino desarrollo de la actividad productiva; asimismo se requiere rescatar los principios de protección de los derechos de propiedad; la exigibilidad contractual; la emisión de dinero no inflacionario y la sustentabilidad de las finanzas públicas unida estas reformas y decisiones a un desarrollo y calidad institucional como clave de desarrollo y crecimiento de calidad entre otros aspectos medulares a impulsar vía reforma.

Frente a este modelo caduco y fracasado se impone una transición política y económica. Hay muchas situaciones, hechos, muchas cosas que a los venezolanos nos ha correspondido vivir, experimentar, sentir y padecer y nadie desconoce que no ha sido fácil, somos una sociedad muy sui generis, única e incatalogable, con enormes aspectos positivos y ventajas y también con algunos bemoles que es lo único que explica el nivel de aguante, resistencia y resilencia de los venezolanos. Nos ha correspondido en el pasado cercano, y de manera particular en esta casi dos décadas de revolución, padecer el oprobio y los desmanes de una clase política que emergió como esperanza de un cambio y que salvo excepciones, se prostituyo, se dedicó a mercadear y demás, dilapido no sólo recursos sino las esperanzas de un sector de la población que desde diciembre de 1998 aposto y creyó en la promesa del cambio.

Cuánta agua ha pasado debajo del puente, cuantas cosas hemos visto pasar, soy de la opinión que la historia pudo ser diferente, pudo ser grata, pudo producir logros reales, materiales y espirituales, la sociedad y los venezolanos naufragamos con los errores reiterados de una clase política impúdica, ruin y no sé qué otros calificativos más pueden agregarse. Ahora bien quedarnos enganchados en el error, en el pasado no tiene mucho sentido, los petrodólares fueron dilapidados, conculcados y derrochados sin reparo alguno, desaprovechamos el segundo boom y ciclo petrolero en nuestra historia pero repito no nos podemos quedar en el lloriqueo, aprendamos de que lo fácil, del relajo, de la borrachera y emotividades raras veces quedan cosas buenas, si aprendemos eso habremos ganado.

Los venezolanos tenemos que aprender y mirarnos en nuestros vecinos no para consolarnos, no para auto flagelarnos, sino para comprender que otras sociedades padecieron y atravesaron por problemas iguales y peores pero aprendieron y hoy apuestan al éxito, al progreso, al desarrollo, al valor agregado, a la educación, ciencia y tecnología, a la disciplina y el esfuerzo colectivo. Los venezolanos no podemos jamás de los jamases repetir o acudir a una elección de cualquier tipo y nivel arropados por la emotividad, la racionalidad no puede volver a estar ausente. Y en el presente todo es posible menos claudicar.

e-mail: [email protected]
@rivasleone

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