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La salud como todo: en crisis

Hace tiempo que la crisis socioeconómica de Venezuela tocó a cada uno de los sectores  del país. Cada día los venezolanos vivimos una constante lucha por la supervivencia. El sector salud no escapa de esta realidad. En la actualidad nuestros hospitales parecen hospitales de guerra. En ellos la batalla ya no es sólo entre la vida y la muerte del enfermo que ingresa, sino de los profesionales, empleados y familiares que se encuentran dentro de un recinto hospitalario. A pesar de que tenemos una Constitución que prevé la protección de la salud como derecho fundamental y que atribuye al Estado el deber y obligación de ser quien la garantice, la realidad es otra. El Sistema Público de Salud Integral que está definido por la gratuidad, la universalidad, la equidad y la integración social es solo hoy un conjunto de hospitales abandonados, ambulatorios por el suelo, escasez de insumos médicos y medicamentos, sueldos miserables  y éxodo progresivo de médicos y enfermeras.

Veamos algunos detalles. Basta con visitar cualquiera de nuestros hospitales, ambulatorios, centros de salud, módulos de barrio adentro, centros de diagnóstico integral, para constatar un impresionante deterioro de su infraestructura física. El mantenimiento no es importante para este gobierno, así que esos espacios están abandonados a su suerte. En muchos de esos centros hay cementerios de ambulancias, equipos médicos inservibles por falta de repuestos, espacios inutilizados, techos inservibles, fallas eléctricas, aires dañados y un largo etcétera de calamidades. En materia de insumos y medicamentos, la Federación Farmacéutica Venezolana asegura que existe una falla que se acerca al 75% y una deuda con proveedores que asciende a 3.500 millones de dólares. El asunto del salario se vincula con el éxodo. La Federación Médica Venezolana ha difundido cifras alarmantes: 12.830 médicos han renunciado a los hospitales públicos y cerca de 8.000 se han ido al exterior a ofrecer sus servicios. ¿Se imaginan ustedes lo que significa que nuestros médicos, formados en las universidades nacionales, tengan que irse a otros países porque aquí no se respeta su trabajo? ¿Es aceptable que el número de camas disponibles se haya reducido drásticamente en medio de una realidad signada por el incremento de problemas cardiovasculares, de la delincuencia y de los accidentes de tránsito? ¿De qué ha servido la creación del “Estado mayor de Salud” creado por Maduro en 2013? ¿Por qué Arias Cárdenas ha sido tan irresponsable y tan cómplice? ¿Por qué la Asamblea Nacional no ha legislado seriamente en materia de salud, violando el mandato constitucional en sus disposiciones transitorias?

Estoy convencido. Hay que descentralizar la prestación el servicio de salud. El ejecutivo nacional debe decidir las políticas sanitarias, pero todos los hospitales deben estar en manos de las gobernaciones. Las alcaldías deben asumir la atención preventiva y primaria en materia de salud. En el área preventiva, hay que intensificar esfuerzos de formación ciudadana y de atención al ciudadano sano. Esto es fundamental porque no sólo ayuda a preservar la vida, sino que abarata los costos del Estado que se van por el chorro curativo. En cuanto a la atención primaria, nunca jamás Barrio Adentro I debió estar en manos del Gobierno nacional. Esa es una competencia que corresponde a las alcaldías. Hay que involucrar a las comunidades organizadas en la gestión de la salud. Todo esto lo prevé la Constitución Nacional, pero no se cumple porque este es un gobierno centralista y abusivo. Y, por último, desde la Asamblea Nacional, tenemos la obligación de revisar la legislación en materia de salud, sancionar una nueva ley marco en el sector y discutir leyes en cada una de las áreas que establezcan con claridad las diversas competencias de las instancias territoriales del poder público, del sector privado que tiene mucho que aportar, de la sociedad y de la misma familia. Todos tenemos responsabilidad. Que cada quien asuma la suya. La salud es la continuidad del derecho a la vida. Trabajemos por protegerla. Lo bueno viene ya.

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