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Las FAN y la destrucción del Estado

“Homo…non modo corpus naturale est, sed etiam civitatis,
id est (ut ita loquar) corporis politici pars.”
Thomas Hobbes, De homine

Con una porfía, una tozudez y una impudicia sin límites, la orden de los Castro se viene cumpliendo metódica, sistemática e implacablemente: el Estado venezolano está siendo demolido paso a paso, ante el asombro y la impotencia de los venezolanos, que por ese sólo efecto dejan de ser hombres, es decir ciudadanos, para convertirse en sufrientes animales sin historia y sin Patria, sujetos al capricho y la vesania del agente que sirve y cumple las ordenanzas de los tiranos en su faena demoledora. De los que ya dependen, como los perros de sus amos, para encontrar la poca comida que les permiten llevarse a sus hocicos.

Del desconocimiento de la potestad de las instituciones – desde el 6 de diciembre el atropello y menosprecio de la Asamblea Nacional recién electa por una aplastante mayoría de ciudadanos – se ha pasado a la amputación de sus atribuciones. Amparados en la inducida incompetencia de sus dirigentes y la mortal decadencia y colapso de la infraestructura de las instituciones básicas al funcionamiento civilizado de Venezuela – la generación de energía – , los responsables del descalabro deciden ir amputando el tiempo de funcionamiento de la burocracia. El año es recortado a algunos meses, los meses a algunas semanas, las semanas a algunos días. No se enfrentan y resuelven los problemas: se los escabulle. Hasta que terminen por sepultarnos. Legará el día en que no cierren las oficinas públicas. Llegará el día en que cierren el país. El sueño perseguido por Fidel Castro desde que asaltara el poder en la isla de Cuba: hacer desaparecer del Caribe a Venezuela, la única nación que tuvo la sabiduría y el coraje de oponerse a sus delirios.

¿Puede una sociedad ser violada, ultrajada y destruida a estos extremos sin que las instituciones encargadas de su sobrevivencia asuman la histórica responsabilidad de velar por su sobrevivencia? ¿Pueden sus élites políticas estirar los niveles de la tolerancia a extremos tales que amenacen la sobrevivencia del cuerpo político de la Nación al que ellos se deben, el Estado?  ¿Pueden las fuerzas armadas, última y crucial válvula de escape para controlar las tensiones, regular los conflictos y aplastar las conspiraciones que pretendan aniquilar la esencia y sustancia de la República, hacerse cómplices de la aniquilación de la comunidad política organizada que le da vida, personalidad e identidad nacional a aquello que sin el edificio del Estado no es más que una aglomeración tribal del salvajismo originario?

Pervertida la esencia que les ha dado densidad y sentido a su existencia – la salvaguarda del Estado y la comunidad territorial llamada Venezuela -, las fuerzas armadas de la República han perdido el fundamento mismo que les diera origen. De haber sido garantes esenciales en la defensa de la integridad nacional cuando ésta fuera invadida y asaltada por comandos armados al servicio de la Cuba de Fidel Castro, hoy parecieran mostrar complacencia ante el impúdico desmontaje del Estado propiciado por la Cuba de Raúl Castro y Nicolás Maduro. Es el golpe de Estado continuado que se arrastra desde el 4 de febrero de 1992, derribara los primeros muros de contención del Estado de Derecho en diciembre de 1998, sentara las bases de un régimen personalista, caudillesco y autocrático en el 2000 y fuera montando la satrapía que hoy nos engancha al último furgón de cola de la agónica realidad de lo que un día fuera la revolución cubana.

¿Es ese golpe de Estado continuado, brotado de los cuarteles el 4 de febrero de 1992 y reafirmado a diario desde entonces,  aquel al que se refiere el ministro de la defensa y máxima autoridad de las fuerzas armadas venezolanas, general Padrino López cuando denuncia la existencia de un golpe de estado en curso? Si es así, porque difícilmente puede el golpe mortal que sufrimos desde hace 24 años sobreponerse a otro golpe del mismo signo, me complace compartir absolutamente su denuncia. Si el patriotismo inyectado en la sociedad venezolana por el Libertador corre por sus venas, es de esperar una acción liberadora en contrario. Es el imperativo categórico que nos impone la historia: acabar de raíz con el golpismo cuartelero.

@sangarccs

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