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Manual de mitología copeyana

Los mitos griegos constituyen historias familiares que esclarecen nuestra genealogía política patriarcal y la enorme influencia que ésta tiene sobre nuestras vidas. Y al igual que en la Teogoníade Hesíodo, reproducen la misma violencia en nuestros días que, por ejemplo, en la Grecia arcaica propició Urano contra sus hijos.

O Cronos (denominado Saturno por los romanos), su hijo.

Y que ayer y hoy se expresan paradigmáticamente en COPEI.

Porque lo ocurrido con el partido democratacristiano, amigo lector, ha sido y es, mirándole desde donde se mire, una verdadera tragedia griega.

Creado por el doctor Rafael Caldera en 1946 como una organización política electoral independiente, heredera del tradicionalista partido Acción Nacional y de la conservadora UNE (Unión Nacional de Estudiantes), de COPEI hoy lo que quedan son los rescoldos, luego que Caldera, esa especie de titán patriarcal, al igual que Urano (metafórica y políticamente) enterrara a sus hijos sin dejarles ver la luz regenerativa del día. Y como Cronos, uno de sus vástagos, que destinado a ser derrocado por sus descendientes, decidió imposibilitar este destino tragándoselos.

Con lo que al mismo tiempo que devoró a una de las mejores generaciones políticas que hayamos tenido, también engulló a su partido. Y al decir “enterrar” a sus hijos, nos referimos a cómo Urano intentó reprimir su potencial de crecimiento y que desarrollaran plenamente aquello para lo que habían sido creados.

Y, como Cronos, al “tragárselos” o “consumirlos” intentó incorporarlos a sí mismo, que es, como conoce cualquier psicólogo, la metáfora de como un padre evita que sus hijos crezcan para ser superiores a él.

Que puedan desafiar su posición.

Y así insistió en que no difirieran de él ni se desviaran de los planes que tenía para ellos. Pues si no podían actuar o pensar independientemente, no suponían una amenaza.

Hasta que ocurrió.

Y, cuando a sus delfines Eduardo y Oswaldo les crecieron los pantalones políticos y se sintieron capaces para aspirar y ambicionar aquello para lo que habían sido formados, y de paso se hicieran con las riendas de aquel partido, ya anciano e incapacitado para mandar, prefirió rebelarse contra su propia biografía, y hasta sus valores políticos doctrinarios, asociándose a aquel “chiripero” de la izquierda marxista, (eso sí, con intuición y genio político) para junto con el llamado “espíritu” del fracasado y sangriento golpe militar del 4 de Febrero, deglutir a un joven prometedor de su propio partido como Oswaldo y, por esas cosas de la vida, ganar las elecciones presidenciales de 1993.

¿Y a qué viene esto?

A que luego, después de haber experimentado en carne propia esta tragedia política, y cuando de Copei lo que queda son sus brasas ya blancas, para uno es penoso mirar como uno de sus vástagos digeridos, como lo es Eduardo, reproduzca como Cronos ese afán de tragarse lo que haya que tragar, para imponer su ya canosa y polvorienta figura, olvidándose del respeto que nos ha merecido desde siempre su rol histórico. Y, para peor, tras los telones del momento político, como un prosaico operador más, en y a la sombra, del peor gobierno que hayamos tenido.

Que es, aunque no lo quiera, como se le percibe allá en las trastiendas, negociando desde que estaba Chávez con su régimen, sin que nadie entienda qué demonios ocurrió con Eduardo.

A parir del 98 Copei quedó como AD decapitado. Los ataques de Chávez contra el bipartidismo dejaron vacía y con poco ánimo a su desmoralizada dirigencia. Y, como dicen, muchos querían mandar pero no se mojaban.

La descarga de la revolución contra el puntofijismo fue demoledora.

Quizás José Ignacio Planas, un joven con un discurso muy parecido al del Partido Popular español, es quizás el personaje que logra entender a Copei y se monta como secretario general en el rescate de esa organización, a partir de la mitad de la década de 2010.

Y al partido lo empiezan a llamar Copei Partido Popular.

Eran los hijos de los copeyanos de estirpe que querían rescatar el partido de sus padres y sus abuelos. Y detrás se dice que estaba Enrique Mendoza manejando los hilos del poder sin aparecer en escena, pues había quedado muy mal parado luego de la experiencia de la Coordinadora Democrática. Jugando con el Tigre cerca pero a distancia.

Y Planas comienza a tomar más y más control y, luego de las elecciones presidenciales de 2006, Copei se perfila como un nuevo partido de centro. Mendoza había realizado las operaciones políticas para evitar ir a las elecciones parlamentarias de 2005, vienen las elecciones presidenciales de 2006 y Copei queda con una exigua votación. Sin embargo, es mucho mejor esa posición que su virtual desaparición a principios del 2000.

Planas había logrado avanzar y mantener la embarcación a flote.

Empiezan a conformarse grupos y a reclamar espacios, solicitando cuotas para las elecciones regionales y locales de 2008. Y en medio del cortocircuito de intereses que se da entre los grupos, César Pérez Vivas sale gobernador del Táchira. Y ese estado se alza como el bastión más importante de Copei.

Eduardo necesita una organización para adelantar cualquier proyecto. Y ahí empieza la primera lucha por el control del partido. Se solicita que se hagan unas elecciones para elegir autoridades. Y comienza la lucha política dentro del Tribunal Supremo de Justicia.

Chávez reconocía públicamente a Eduardo como un político de altura con el que se podía conversar, a diferencia del resto de la oposición. Un Eduardo que para nada expresaba algo en el nuevo espacio político, pero a Chávez le convenía como comodín. Eduardo y Pérez Vivas se alían y encuentran a otro hijo de copeyano, Roberto Enríquez.

Y ese TSJ, chavista hasta la médula, ordena unas elecciones basado en el reclamo de Roberto, y justo dos semanas antes de inscribir candidatos en las elecciones parlamentarias de 2010. Se genera una deserción que deja por fuera a los de Planas y entra Roberto Enríquez apoyado por Eduardo y Perucho, su hijo. Y las nuevas autoridades inscriben candidatos que obedecen a la línea de Enríquez y entre ellos sale diputado suplente Perucho Fernández por el estado Portuguesa.

La luna de miel comienza a andar. Operan dentro de la MUD. Y Copei se comporta -¿siguiendo una línea producto de alguna negociación con Chávez u operadores como José Vicente?- como el rebelde dentro de la unidad. Al menos esos son los comentarios que comienzan a circular, tras el apoyo del TSJ. Y no es ilógico, pues son varios los eventos donde copeyanos como Roberto y/o Perucho asisten convocados por el gobierno y por Chávez.

Lo cierto es que el año pasado Eduardo rompe con Roberto. Y lo hace público. Eduardo es incombustible. Quiere mandar. Es una enfermedad política que nos ha jodido a todos los venezolanos. Envía una carta a los medios. Y a partir de ahí las negociaciones de candidaturas dentro de la MUD son muy difíciles.

Para la unidad Copei se ha convertido en una piedra en el zapato.

“Dentro de la MUD quisieron controlar a los partidos pequeños y hacer juego con Voluntad Popular para hacer frente común contra los demás partidos”, es el comentario. Y Roberto Enríquez acusa por los medios que en todo esto está la mano del IFEDEC, el centro de operaciones de Eduardo. Y el hijo de Eduardo, Perucho, intenta tomar el control del partido (hace dos meses) aunque es derrotado en una reunión de la instancia federal. Un evento, que para algunos resulta sospechoso al montarse justo antes de la decisión del TSJ de acordar medidas cautelares y nombrar (¿?) a la nueva junta directiva de Copei ordenando una consulta estatutaria.

Entonces Enríquez es eyectado de la dirección. “Deglutido, como antes él deglutió a Luis Ignacio Planas aliado con Eduardo y Pérez Vivas”.

Por lo que algunos se preguntan: ¿Qué ha ocurrido? Aún se recuerda a Enríquez en la Plaza Bolívar hablando de la constituyente popular, y criticando duramente a la oposición y a la MUD ante el Gobierno. Para muchos muy apoyado por Cabello -y y por el hijo de Eduardo- que lo ponderaba en el hemiciclo al principio para luego dejarlo caer anteponiéndole a otros dos diputados jóvenes.

Demasiadas son las interrogantes que bullen en el mentidero político. ¿Copei no hace el mandado?

En política los pactos se respetan.

“¿No respetó Enríquez el pacto con Cabello?”, se preguntan algunos (con alguna intención) en la MUD.  De la misma forma que afirman que todo esto lo lidera Eduardo desde atrás.

¿Concibió Enríquez que podía desplazar en Copei al actual dios Cronos?

Pactó con mucha gente, como todo político. ¿A quién no le cumplió?

De cualquier manera si lo que se dice es cierto, uno se pregunta ¿cómo es posible que Eduardo y su hijo se presten a una maniobra con el Gobierno en este juego desesperado de descabezamientos e inhabilitaciones, de cara a una derrota cantada el 6-D de ese mismo Gobierno?

Al parecer, para Copei cada decisión del TSJ tiene un costo.

El costo de cualquier pacto fáustico.

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2 comentarios

  1. Oswaldo Álvarez Paz escribió el 4 de agosto un
    artículo sobre esta vergonzosa situación de COPEI, pero no mostró las caras feas
    del Saturno fundador y ambicioso sin escrúpulos, y del Cronos actual. Le
    escribí entonces; «Aquellos polvos trajeron estos lodos»: COPEI se
    mantuvo por décadas indiferente o cómplice de la prepotente y castradora
    conducta de Rafael Caldera, quien a cuenta de fundador (que no fue él solo)
    secuestró para sí la potestad de ser el candidato vitalicio (salvo la vez que
    por mandato constitucional no podía, y bastante que le costó a Luis Herrera
    Campins superar al tapado del «patriarca»), y cuando ya era evidente
    que el desgaste y la edad lo desplazaban, tuvo el descaro de saltar la
    talanquera y pronunciar aquel discurso oportunista y demagógico, el 4F92, dorando la píldora,
    minimizando la terrible culpa de los golpistas, para sacar provecho del
    descontento y aglutinar en torno a su enésima candidatura al pre-chavismo, que
    entonces se llamaba el chiripero. Para colocar la guinda a esa gigantesca
    torta, SOBRESEYÓ a los golpistas, en lugar de esperar a que terminara el juicio
    y dictaran sentencia, cuando pudo indultarlos, él era abogado y sabía muy bien
    cuánto favorecía a Chávez con esa celestina medida. No me alegra lo que le
    ocurre a COPEI, mucho menos que el régimen a través del TSJ pueda dirigir las
    brasas hacia sus cada vez más escasas sardinas (ya son MINORÍA), pero esto se
    veía venir, la descomposición de AD, COPEI y el MAS creó las condiciones para
    el tumor populista diseñado y dirigido desde La Habana. Pero lo que tomó 40
    años para degradar a esos tres partidos, le llevó menos de 14 al PSUV que hace
    años muestra síntomas de METÁSTASIS, y en su desesperación por su agonía y cercano
    desplome -tipo URSS- vomita inhabilitaciones, estúpidas paridades de sexo en
    las candidaturas, patrioterismos tardíos y malvinosos con el Esequibo, y
    medidas económicas de redireccionar productos o expropiar galpones, que van a
    acelerar su inevitable caída.

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