Ahmadineyad, la investidura de un fraude
«Afortunadamente, durante la reciente elección presidencial, no constatamos ningún fraude o infracción mayor. Por consiguiente, no hay posibilidad de anulación (de los comicios)». Abas Alí Kadjodai, portavoz del Consejo de Guardianes de la Constitución.
Hace 20 años Irán salía a la calle en busca de mayores libertades, la revolución islámica de 1979 que derrocó el régimen del Shah, fue un levantamiento en contra de la represión y la tiranía. En aquel entonces, al igual que ahora, el pueblo salió a las calles y consiguió derrotar a un gobierno represor.
Entre el sábado 20 y el domingo 21 de junio de este año, la Plaza Haft-e-Tir de Teherán fue el escenario del caos y la violencia de Estado. La policía antimotines se aglomera y ataca a cientos de manifestantes que se reunían para pedir un recuento de votos. Desde las azoteas de los edificios aledaños, guardias del gobierno vestidos de civiles arrojan gas lacrimógeno y se disponen a disparar balas de plomo al aire para dispersar la protesta, helicópteros rondan el área intimidando a los manifestantes que poco a poco son disueltos, cumpliendo así la advertencia del gobierno, se aplastará cualquier nueva protesta opositora tras las conflictivas elecciones presidenciales.
Sin embargo en la protesta se encuentra Neda Agha Soltani, asesinada en plena protesta por policías antidisturbios. Su imagen se ha convertido en símbolo de los opositores al régimen, y el video de su asesinato ha sido ampliamente distribuido por internet. Las pocas imágenes que se pueden recoger de la represión son almacenadas y grabadas por teléfonos celulares y difundidas en sitios de internet como You Tube, Facebook y Twitter.
Ya hace una semana que el gobierno de Ahmadineyad restringió la cobertura de cualquier medio internacional, se restringió por completo el uso de internet y noticieros internacionales. El Ministerio de Relaciones Exteriores lanza un comunicado advirtiendo, “algunos países, en una reacción ruda y rápida hacia las manifestaciones ilegales, las apoyaron en contra de los principios democráticos y las regulaciones, y se convirtieron en los portavoces de los agitadores».
El comunicado recomienda a la prensa extranjera «cambiar su interacción incorrecta con los acontecimientos iraníes». De lo contrario, «en el momento oportuno y sin lugar a dudas los enemigos de la unidad nacional iraní serán neutralizados».
Sin duda el comunicado evidencia la postura de un gobierno que no escatima en utilizar toda la fuerza del Estado para “neutralizar” no sólo a los seguidores del candidato opositor Mir Hosein Musavi, sino también para quienes piensen diferente a ellos. De esta manera se ha catalogado a la prensa de “agitadora” y de “una amenaza en contra de la unidad nacional”.
El gobierno de Irán reporta que al menos 17 manifestantes han muerto en una semana de disturbios luego que el consejo electoral declarara al presidente de línea dura Mahmoud Ahmadineyad ganador de la elección del 12 de junio. Mientras la Guardia Revolucionaria de Irán, la fuerza militar más poderosa del país, continua en la misma postura y amenaza con aplastar cualquier protesta por las elecciones, advirtió a los manifestantes que se preparen para «una confrontación revolucionaria» si deciden salir de nuevo a las calles. Mientras tanto, el gobierno iraní manda acallar a la comunidad internacional y acusa a la Unión Europea y a las Naciones Unidas de injerencia interna por sus recomendaciones.
A dos días de estos acontecimientos, se da a conocer la decisión del Consejo de Guardianes, el Presidente iraní y sus Ministros jurarán sus cargos ante el Parlamento entre el 26 de julio y el 19 de agosto. Poco ha cambiado de aquella revolución de 1979 a las protestas que se viven en estos días, pero tal vez la resistencia de un pueblo acostumbrado a ello pueda volver a salir triunfante. Esperemos esta vez se consiga acabar con prácticas totalitarias y represoras, de lo contrario las declaraciones de una de las figuras públicas más reconocidas de ese país, el cineasta Mohsen Majmalbaf pueden cumplirse, “si no se celebrarán nuevos comicios, Ahmadineyad no vivirá tranquilo ni un solo día de sus cuatro años de mandato, se paralizará el Estado, con huelgas y actos de desobediencia civil».
