Opinión Internacional

Bolivia: cuadratura del círculo

Gobernar y emprender una revolución no van juntos. Refundar un estado puede ser la consecuencia de una gestión de gobierno acertada, eficiente, modeladora, peno no puede convertirse en una meta antes de demostrar a los administrados que el modelo que se propugna es viable y conveniente para todos. Es tratar de cuadrar el círculo a sabiendas de que ello es imposible.

Pero no hablamos de Venezuela. Hablamos del caos que ha provocado Evo Morales en el país boliviano por dedicarse a imponer un modelo de Estado inspirado en el racismo y en el resentimiento social; por pretender instaurar por la fuerza un genero de sociedad y de instituciones que no comparte una porción muy significativa del país; por querer hacerlo jugando el juego de la exclusión y de la descalificación del adversario político.

Bolivia fue por mucho tiempo un país de fragmentación política y geográfica, pero su superación se empezó a vislumbrar desde la década de los 80. Evo Morales, desde el ejercicio del poder, ha hecho resurgir y ha apuntalado peligrosamente los rasgos violentos de los bolivianos.

Después de haber vociferado que los indios debían gobernar el país los próximos 100 años, ahora el es quien pide negociar, quien pone la concertación sobre la mesa para no seguir alimentando el fuego que amenaza con devorar el país. Un fuego que él mismo prendió.

Desde hace unas semanas la confrontación, contenida durante varios meses, estalló en todo el país y desde el sábado reviste una fórmula institucional contra la cual el gobierno intentará imponerse. La secesión de 5 departamentos donde los alcaldes se transformaron en gobernadores y decidieron desconocer la autoridad central está poniendo a prueba la capacidad de Morales, no de hacer la guerra, sino de reestablecer la paz. Álvaro García-Linera, el vicepresidente en esta ocasión mostró la cara de la alarma del lado oficial, cuando afirmó que “las fuerzas se están tensando y cualquier cosa puede pasar con consecuencias impredecibles”.

El régimen autonómico departamental, impulsado por la dirigencia de la oposición es la respuesta política por haber sido puestos de lado en un nuevo proyecto de Constitución promovido por Morales de manera unilateral y arbitraria. Un proyecto indigenista que ni siquiera en compartido por todos los indios del país y que ha encontrado repulsa entre las etnias chiquitana, ayorea, guaraya y guaraní de Santa Cruz.

Que no se nos olvide que los departamentos separatistas son los más grandes y más ricos de Bolivia. Que envuelven las regiones donde se encuentra el asiento del gas petrolero, único asidero del que dispone el país para fabricarle un futuro provisor para los bolivianos.

El país se le está desmoronando a Evo Morales por no haber dedicado más esfuerzos a sacar al país de la pobreza, por no haber entendido que es políticamente más productivo granjearse la solidaridad de los suyos con ejecutorias que con discursos. Que es importante hacer primero y refundar al estado después. Porque es que el círculo es redondo…

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