Opinión Internacional

Conferencia de la OMC: imponen nueva ronda de negociaciones

Desde Roma hasta la India, y desde Ginebra hasta Río de Janeiro, decenas de miles de personas de 26 países se pronunciaron el pasado 10 de noviembre no solo contra la implementación de una nueva ronda comercial sino por una reforma o incluso supresión de la OMC, «cuyo objetivo principal -el libre mercado- está en total oposición con los principios de la justicia social, los derechos humanos y los convenios internacionales», según señaló el Foro Mundial sobre la OMC reunido en Beirut del 5 al 8 de noviembre.

Esta vez el movimiento anti-globalización neoliberal no pudo, como en Seattle, impedir el desarrollo de la conferencia de la OMC, sin embargo ésta estuvo a punto de fracasar debido a las fuertes contradicciones y discrepancias entre países ricos y
pobres en los temas de patentes, agricultura, textiles y medio ambiente.

Gran parte de las deliberaciones del evento se centraron sobre el tema de las patentes y el acceso a los medicamentos a bajo costo. Finalmente fue aceptada, con algunas modificaciones, una declaración específica formulada por Brasil y la India en el sentido de que la salud pública debe tener prioridad sobre los acuerdos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (TRIPS). Estados Unidos, que defiende los intereses de las transnacionales farmacéuticas, tuvo que flexibilizar su
posición, especialmente luego de que, contraviniendo sus propias prédicas librecambistas, anunció hace algunas semanas, que produciría medicamentos genéricos (réplicas) de bajo costo para combatir la amenaza del ántrax, cuya patente es de propiedad de la transnacional europea Bayer.

El acuerdo alcanzado permite a los países pobres, en casos de situaciones de emergencia sanitaria (VIH/SIDA, tuberculosis, paludismo, etc.), fabricar medicinas sin autorización de las transnacionales propietarias de las patentes. No obstante, este
acuerdo beneficia solo a los países en capacidad de producir medicamentos, como Sudáfrica, la India o Brasil. Los países en desarrollo que no dispongan de industrias de fármacos y ordenen la fabricación de genéricos a un tercer país deberán obtener una licencia obligatoria (patentes) de parte de las transnacionales.

El colocar el derecho a la salud por encima de los afanes de lucro de las corporaciones transnacionales, es, sin embargo, un pequeño triunfo comparado con el que obtuvieron los países ricos de esta conferencia. En primer lugar, aprovecharon el evento para tratar de salvar, por la vía de incrementar la
liberalización del comercio, a las tres más grandes economías del mundo (Estados Unidos, Japón y Alemania) que se encuentran al borde de la recesión. En segundo lugar, lograron la aprobación de una nueva ronda de liberalización del comercio
mundial, irónicamente bautizada como la «ronda de desarrollo», que incluye la agricultura, el medio ambiente y un conjunto de temas que en los próximos años afectarán directamente a millones de personas en todo el mundo.

El tema de la competencia y las inversiones, por el que presionaban los países desarrollados, no entró en la declaración final y no sería abordado eventualmente hasta el año 2003, mientras el tema relacionado con las normas sociales en el
trabajo (libertad de asociación, prohibición del trabajo infantil y del trabajo forzado y la no-discriminación) que fue objeto de controversia en Seattle, se prefirió dejarlo en el ámbito de la Oficina Internacional del Trabajo.

El capítulo de las subvenciones agrícolas dividió a la Unión Europea y al llamado Grupo de Cairns (que reúne a los principales exportadores agrícolas: Canadá, Brasil, Argentina, Australia, Sudáfrica y otros 14 países). La Unión Europea, que mantiene fuertes ayudas a la agricultura, tuvo que hacer concesiones y aceptó la eliminación gradual de los subsidios, lo que quiere decir que el viejo continente se encamina hacia el «agrobuisnnes». Tampoco la Unión Europea logró mayor eco a sus preocupaciones no comerciales sobre la agricultura, que señalan que ésta debe tener un tratamiento especial por sus dimensiones sociales, culturales y medioambientales. Tuvo que conformarse con una tímida promesa, reflejada en la declaración de la Conferencia, de que en el futuro se iniciarán negociaciones sobre medio ambiente y comercio.

Los más perjudicados en el tema agrícola son los millones de medianos y pequeños productores tanto del Norte como del Sur del planeta, cuyos puntos de vista fueron ignorados por la OMC. Específicamente, la organización mundial Vía Campesina planteó que la agricultura debe salir del ámbito de discusiones de la OMC, porque esta institución defiende únicamente los intereses de las empresas transnacionales como la Monsato, Dupont, Advenis, Sygetia, Bung Born y otras que controlan el comercio, las semillas, los pesticidas y las biotecnologías.

El dirigente campesino francés y miembro de Vía Campesina, José Bové, que estuvo en Doha, dijo que la Conferencia ministerial de la OMC se inscribe en el marco de una profunda lógica liberal. «Sobre lo social (la declaración) tiene solamente tres frases, donde se reconoce que la palabra existe en el diccionario. Sobre la agricultura, está completamente en la lógica de la agricultura liberal, sin reconocer los derechos de la agricultura de proximidad y de la agricultura de Sur. Sobre el
medio ambiente, hay acuerdo en relacionar a éste con el comercio pero no se aplica más que a los países que han firmado los convenios internacionales, de los cuales Estados Unidos está excluido», señaló al término del evento de Doha.

Un proceso manipulado

Antes y durante la Conferencia, salieron a relucir métodos anti-democráticos -calificados como «manipuladores» por ONGs asiáticas- que contradicen los principios de transparencia y no-discriminación de los que hace gala la OMC.

Los mencionados métodos ya se evidenciaron en la preparación del borrador de la Declaración política de la Conferencia, pues la secretaría de la OMC no tomó en cuenta los puntos de vista de algunos representantes de los «países en desarrollo». En efecto, durante las reuniones del Consejo General de la OMC realizado el 3 y el 31 de octubre, un gran número de países en desarrollo (incluyendo los países menos adelantados, el Grupo Africano y varios países asiáticos) se declararon en contra de las negociaciones sobre nuevos temas (inversiones, competencia, transparencia en las compras del Estado). Sin embargo, el borrador comprometió específicamente a los Ministros a aceptar estas negociaciones sin dar otra opción, según denunciaron 29 ONGs asiáticas y una latinoamericana. Tampoco se tomó en cuenta las propuestas de emprender un proceso de estudio sobre los efectos de las anteriores rondas comerciales, especialmente en lo relacionado al cierre de las industrias locales y la pérdida de puestos de trabajo.

Tan pronto se inició la Conferencia, el Ministro de Comercio de Qatar prácticamente impuso para la discusión el documento considerado parcializado con los intereses del Norte y que fue elaborado por el director general de la OMC, Mike More, y por el
Presidente del Consejo General, Stuard Havirson. Luego, el funcionario del régimen monárquico de Qatar anunció que se habían nombrado a 6 «amigos de la dirección» para facilitar la discusión de igual número de temas. Los «escogidos» fueron los
ministros de Comercio de Canadá a quien se encargó el tema de inversión y competencia, el de México (propiedad intelectual y comercio: TRIPS), Chile (medio ambiente), Singapur (agricultura) y Suiza (implementación). El director general Mike More dijo que estas personas no representaban a ningún grupo sino que actuaban por su capacidad personal. Los criterios con los que se escogieron a estas personas son un misterio, sin embargo todos provenían de países que apoyaban el lanzamiento de nuevas negociaciones comerciales.

Durante la fracasada conferencia de Seattle, se denunció la existencia de los llamados «cuartos verdes», espacios informales en donde los poderosos tomaban las decisiones fundamentales de la OMC. Ahora, las pocas ONGs que asistieron a Doha señalaron que los «cuartos verdes» han sido reemplazados por los «hombres verdes», lo que empeora los métodos anti-democráticos pues éstos están autorizados a llevar a cabo consultas a discreción y a presentar los informes que a su juicio consideren los más adecuados. La Red del Tercer Mundo sobre la OMC señaló que «los ‘seis hombres verdes’ representan una connivencia entre la administración de la OMC, la Conferencia ministerial y los países poderosos para asegurar que los resultados reflejen su voluntad e intereses». Al parecer, consiguieron sus propósitos.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba