Opinión Internacional

Crisis, gasto militar y desarme

Pero los países más poderosos de la tierra crearon las condiciones necesarias para seguir incrementando las inversiones en armas y tecnología militar. Para fabricar armas… hay que fabricar enemigos. En los últimos años ha tenido lugar -en contra de lo que era de esperar como reacción al disparate de la invasión de Irak- una remilitarización generalizada.

La nueva fase de la instalación de bases estadounidenses en Colombia -«para hacer frente a las amenazas no solo del narcoterrorismo sino de Gobiernos anti-Estados Unidos»- ha servido de pretexto a procesos de rearme en toda América Latina.

En Venezuela el presidente Chávez ha anunciado la compra de misiles rusos «que no fallan» (4.400 millones de dólares entre 2005 y 2007). Perú, Ecuador y Bolivia se han lanzado a la compra de armamento. Brasil ha adquirido a Francia 8.500 millones de euros en helicópteros de combate, 36 aviones Rafale y transferencia de tecnología para la construcción conjunta de submarinos.

Francia aprobó en julio de 2009 un programa para los años 2009-2014 por un importe total de 180.000 millones de euros con incrementos hasta alcanzar los 337.000 millones. El Pentágono concluyó en 2009 un acuerdo de venta de aviones de combate a Irak por 6.300 millones de euros. Entre 2010 y 2014, India comprará a Estados Unidos 30.000 millones de dólares en armas, para «modernizar» sus fuerzas armadas.

El gasto militar mundial, según el Informe del Instituto Internacional de Estudios por la Paz de Estocolmo (SIPRI), aumentó el 5,9% en 2009, alcanzando la cifra de 1.531.000 millones de dólares (más de 4.194 millones al día). Los 10 primeros países en gasto militar, por orden son: Estados Unidos 661.000 millones; China, Francia, Reino Unido,  Rusia, Japón, Alemania, Arabia Saudí India e Italia.

El Consejo de Seguridad de las Naciones de Unidas aprobó el 24 de septiembre de 2009, la resolución propuesta por el presidente Obama para atajar la proliferación nuclear. EEUU y Rusia firmaron en abril de 2010 una reducción de arsenales.

El presidente Obama ha declarado que el uso de las armas nucleares deberá limitarse a «casos extremos». Hay que intentar que quede reducida al máximo esta permanente amenaza para la humanidad. Poder nuclear y poder en el espacio… cuando resulta ahora que lo apremiante es ocuparse de la Tierra.

La ONU es ahora más necesaria que nunca. El G-20 ha sido un «invento»  fruto del  neoliberalismo y de las presiones de las potencias emergentes, que no puede asumir la gobernación mundial, ni tan siquiera desde un punto de vista estrictamente financiero. El presidente Lula ha dicho: «no podemos admitir países armados hasta los dientes y otros desarmados. Tenemos que dialogar con Irán. El único límite a la posición de Brasil es el respeto a las Resoluciones de la ONU, que mi país cumplirá».

En España, las cifras oficiales representan una venta de material de defensa por valor de 1.346 millones de euros, que respecto a 2008, supone un incremento del 44,1%.
El presidente Obama descarta el «ataque anticipatorio» de Bush y Cheney y favorece  alianzas internacionales. Incluye la reconciliación con Rusia y la revitalización de la ONU. Obama ha sido explícito: «… hemos de optar entre inversiones destinadas a mantener la seguridad del pueblo norteamericano y las destinadas a enriquecer a una compañía fabricante o a un gran contratista».

Las múltiples crisis que padecemos son fruto de un modelo económico y financiero que sustituyó los principios democráticos de justicia, igualdad y solidaridad por simples leyes del mercado. Las consecuencias: centenares de millones de personas pasan hambre -más de 70.000 mueren diariamente en un genocidio de desamparo y olvido – al tiempo que se invierten más de 4.000 millones de dólares cada día en gastos militares. El neoliberalismo de la especulación sigue, después de su «rescate» con fondos públicos, dirigiendo el mundo a través del grupo plutocrático G-20. Centenares de millones de personas no tienen acceso al agua potable o un sistema mínimo de salud. Centenares de miles de personas han perdido la vida en conflictos armados. La reducción de los déficits tiene que ir acompañada de la desaparición de los paraísos fiscales, una vergüenza sin parangón.

La sociedad carecía de posibilidades de participación en los asuntos públicos. Hoy es consciente del enorme poder ciudadano que le confiere la nueva tecnología de la comunicación. La gobernación mundial será más democrática porque tendrá que contar progresivamente con la mayoría de los habitantes de la Tierra.
 

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