Opinión Internacional

El dinamitado Nobel de Obama

De las posibles e imposibles fórmulas que se podrían aplicar para mantener a flote la imagen o el boom de quien persiguiendo la fama del zepelín en caída libre viene desencantando a medio mundo por su vertiginosa pérdida y tramoyista credibilidad, la del Nobel parece ser la más extrema.

De ahí que la noticia que le sería entregado nada más y nada menos que el premio Nobel de la Paz a quien lo único que medianamente ha hecho hasta el momento ha sido llevar su medio color a la Casa Blanca, presurosamente llevó a muchos a revisar los almanaques para ver si nos habían adelantado el Día de los Santos Inocentes.

De los polémicos ganadores de este premio existen los más variados pero, y sin temor a equivocarme, a ninguno antes se le había abierto una línea de crédito tan vergonzosamente especulativa. Solo porque desde sus lacrimógenos discursos cantinflescamente ha anunciado su firme disposición de buscar un mundo de paz, y por el otro lado como filisteo aumenta el contingente militar para carburar aun más las atrocidades y las víctimas en Iraq y Afganistán, instala 7 nuevas Bases Militares en Colombia, mantiene la reincorporación de la Cuarta Flota en el Caribe, y deja nada menos que 50 millones de ciudadanos sin seguridad en su país.

Desfachatadamente los Estados Unidos han optado por prevalecer a todo suicida riesgo su principal industria (la guerrerista) para salir de la recesión, supuestamente para generar el empleo. Una fórmula que si bien ya les sacó las patas del barro en el siglo pasado ahora reviste condiciones muy particulares de empantanamiento. La creciente desmoralización de sus fuerzas acantonadas en el Medio Oriente viene como un tsunami arrasando el supuesto apoyo de los estratos más desfavorecidos los cuales aparte de soportar de manera despiadada los efectos de la Crisis ahora deben también cargar las secuelas y los tormentos de esas estancadas conflagraciones.

Como sea que nadie tolere a los Estados Unidos el gran capital internacional teniendo control de los gobiernos más desarrollados del planeta se encuentran literalmente arponeados y a merced de la salud de la economía y la política de ese país. Solo un posible éxito de los Estados Unidos (Obama) en sobreponerse a la Crisis podría ofrecer la sobrevivencia de la estructura económica y financiera que hoy les procura el holgado y degenerado poder.

El gobierno y la imagen de Obama urgentemente necesitan un respiradero y una inmediata reanimación artificial que les permita sobrellevar aunque sea con marcapaso el creciente y peligroso descontento que se apodera de su población, la que sin entender mucho de nada no encuentra cómo digerir eso que por causa de que se deben privatizar las ganancias y democratizar las pérdidas han perdido de la noche a la mañana sus trabajos y sus viviendas.

El problema que ahora se les presenta es saber si la pretendidamente inculta población norteamericana sabrá lo que es y significa el Premio Nobel, y de qué manera convencerla que esto les puede ayudar.

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