Opinión Internacional

El vigor de Unasur

Hacía mucho tiempo que una reunión de Presidentes no concitaba tanto interés como el provocado por la Cumbre de UNASUR celebrada el pasado viernes en Bariloche y no podía ser de otra manera. Los primeros mandatarios de la región se convocaban para considerar los efectos del acuerdo que suscribirán los Gobiernos de Colombia y de los Estados Unidos que permitirá a este último operar con efectivos y mercenarios en siete bases militares, so pretexto de combatir el narcotráfico y los movimientos insurgentes que operan en territorio neogranadino.

De gran envergadura era el desafío para tan novel esquema que aún no ha logrado conformar su estructura orgánica; sin embargo, lo superó con creces. En primer lugar, hizo efectiva la convocatoria al más alto nivel posible al lograr la participación de 11 de 12 presidentes para analizar una materia que por primera vez en la historia de la región era objeto de deliberación sin la presencia de representantes de países desarrollados. El segundo aspecto que puede mostrarse como exitoso para UNASUR, es que producto de las exposiciones de los participantes, en especial, la de los Presidentes de Ecuador y de Venezuela, quedó en evidencia que los objetivos hechos explícitos por los gobiernos suscriptores del acuerdo esconden una intención que supera ampliamente los propósitos anunciados.

El contexto en el cual se desarrollan las negociaciones colombo-estadounidenses y el demostrado sobredimensionamiento del equipamiento con que serán dotadas las bases constituyen, colocan a Colombia como punto de apoyo para el desarrollo de acciones que, sin lugar a dudas, podrían atentar en contra de la soberanía y la inviolabilidad territorial de la zona. Esta hipótesis cobra especial relevancia cuando se tiene presente que Suramérica dispone de la mayor reserva de recursos petroleros y gasíferos del mundo; de la Amazonía, cuya biodiversidad podría proporcionar una inestimable riqueza producto de su irracional explotación por parte de empresas transnacionales, sin descuidar su aporte al equilibrio ambiental; y de una de las mayores reservas acuíferas mundiales.

Quedando expuesta esa incuestionable realidad, UNASUR logra un tercer éxito. Contrario a lo esperado tanto por quienes han asumido una posición crítica frente a la operatividad de las bases colombianas con y por fuerzas extranjeras como por aquellos que o bien las han apoyado o, alternativamente, han adoptado una actitud pasiva tratando de capitalizar réditos políticos absurdos en sus escenarios nacionales, el foro no condena la actitud asumida por el Gobierno de Colombia de abrir sus puertas para facilitar operaciones que, eventualmente, podrían atentar en contra de la soberanía regional.

Con esa actitud, los jefes de estado preservan a UNASUR como espacio válido para analizar y eventualmente atender conflictos políticos entre sus miembros. De haber condenado al Presidente colombiano se sentaba el precedente requerido para extender una prematura acta de defunción del organismo, objetivo también perseguido por quien generó el conflicto y, por supuesto, por su socio paritario en el acuerdo por suscribirse. Los presidentes eluden ese riesgo y, en simultáneo, ratifican sus propósitos de afianzar la unidad como fundamento para defender la soberanía y la integridad e inviolabilidad territorial de sus países, tal y como se deprende de sus exposiciones en el transcurso de la reunión y de los mandatos emanados de la misma. La adopción de estos últimos colocan en difícil situación al país que osa en desafiar los esfuerzos desplegados en procura de la unidad regional Sin hacerlo explícito y sin mediar sanción alguna, la Cumbre aisla la posición del Gobierno de Colombia y comienza a sentar doctrina en una materia que ahora sí forma parte de la agenda suramericana.

Contra todo pronóstico, para UNASUR la ocasión fue propicia para demostrar la validez de su creación y su capacidad para actuar como un factor político de equilibrio en un dominio tradicionalmente minado por las tentaciones generadas por una pluralidad mal entendida y un afán de sumisión que no termina de extinguirse. Hasta ahora, todas sus acciones han acrecentado su debe, el cual escalará niveles en forma exponencial una vez logre completar su estructura orgánica. Su vigor, ya es mas que evidente.

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