Opinión Internacional

El Wahhabismo o ¿qué hacen los norteamericanos en Afganistán? (y II)

No debe sorprender que Osama bin Laden este realmente involucrado en el
ataque terrorista a Estados Unidos. A fin de cuentas él es un Wahhabi, y
según expertos en el Medio Oriente como Robert Fisk y Stephen Schwartz, el
Wahhabismo esta detrás de este crimen contra la humanidad.

El Wahhabismo es la forma más extrema del fundamentalismo Islámico y
teología oficial de los estados del Golfo Pérsico. Se originó en Arabia, y
fue la expresión moderna del despertar del Islam Árabe en el siglo 18 que
inspiró a los movimientos político-religiosos que combatieron la dominación
Turca y la influencia europea. Su fundador es Abd-al-Wahhab ( 1703) nacido
en Uyaynah, hoy Riad capital Saudita, y quien se dio la tarea de interpretar
el Corán en su forma mas severa. Sus sucesores conquistaron gran parte de lo
que es hoy Arabia Saudita, y al oponerse a cualquier forma de idolatría,
destruyeron los templos sagrados de Kerbala en 1802, Meca en 1803 y Medina
en 1805. En 1811, el Wahhabismo fue derrotado por la armada del Imperio
Otomano, pero se mantuvo como fuerza viva en el centro de la península. En
1932, bajo el liderazgo de Ibn Saud, el Wahhabismo fue la bandera del
nacionalismo Árabe contra los Turcos que permitió la creación del Reino de
Arabia Saudita, y se estableció como credo oficial. Su influencia,
desarrollo y expansión ha continuado significativamente en la actualidad.

Además de bin Laden, esta «ideología islamofascista» es seguida por el grupo
Jaish-e-Mohamed que acaba de ejecutar un ataque suicida en Cachemira
produciendo mas de 29 muertos, y por el propio gobierno Taliban en
Afganistán que emplea practicas ancestrales y primitivas como las
ejecuciones publicas por ofensas morales.

Según Fisk («Divide Kingdom», The Independent, 27 de Septiembre de 2001), el
gobierno Taliban es una creación Saudita financiada por el que hasta hace un
mes era el jefe de la policía secreta saudita, el Príncipe Turki bin Faisal
al-Saud. Igualmente, se presume que en Estados Unidos, el 80% de las
mezquitas están bajo el control del Wahhabismo, que a su vez es subsidiado
por Arabia Saudita. (Stephen Schwartz: «Ground Zero and the Saudi
connection.» The Spectator, 22 de Septiembre de 2001)

El Bengalí, Sufi writer Zeeshan Ali, describe la situación actual de los
musulmanes en Estados Unidos:

«Los musulmanes de Bangladesh en los Estados Unidos, como en cualquier otra
parte del mundo, mantienen sus creencias tradicionales del Islam, pero
debido a la falta de instrucción, callan cuando son atacados por los
Wahhabis, quienes de un día para otro se han transformado en «mejores‚
Musulmanes». Estos Wahhabies van mas allá y acusan a sus propios padres de
herejía y pecado. Y los jóvenes hijos de inmigrantes, cuando crecen en estos
países, se ven expuestos solo a este lado de la historia del Islam y son
llevados a pensar que ese es el único Islam»;

y Schwartz agrega:

«Estos jóvenes, que se ven en el dilema entre la tradición y el nuevo
llamado, optan por la «revolución islámica»‚ y se comprometen con la
autodestrucción, combinado con el asesinato en masas.»

La «conexión Saudita» con el ataque terrorista del 11-S podría contradecir
en cierto modo las amenazas de bin Laden contra la familia real. No
obstante, Arabia Saudita sigue un doble discurso producto de la persistente
hostilidad entre las autoridades religiosas extremistas y el reino. Por un
lado, pretende ser aliado de Estados Unidos contra Sadam Hussein y ofrece
todo su respaldo en una inminente guerra en Afganistán, y por el otro
expande la ideología Wahhabi por todo el mundo. Esta contradicción puede
explicarse por lo Schwartz llama, «la idea de que occidente esta en franca
perdición y decadencia.» Sin embargo, nadie se atreve a debatir la razón que
llevo a 19 jóvenes, todos en sus veintes, formar un escuadrón suicida. No es
casualidad que dos de los presuntos secuestradores provienen de la misma
ciudad donde predica Safar Hawali, un disidente del clero Saudita que ha
demandado reiteradamente la retirada de Estados Unidos del golfo. Hasta
ahora, Arabia Saudita ha negado visas y neutralizado esfuerzos para que
norteamericanos entrevisten a sospechosos arrestados. Además, el príncipe
Turki al-Saud no ha declarado públicamente después de su destitución como
jefe de la policía secreta el mes pasado. Como dice Fisk, «Afganistán solo
nutre lo que Arabia Saudita produce.»

En este contexto, Washington se presta a combatir el terrorismo con mas
terrorismo, tal y como lo hizo en Vietnam con el ejercito Sur y en Kosovo
con el KLA. El financiamiento y apoyo militar a la llamada «Alianza Norte»
de Afganistán, pese a su historial sangriento de violaciones y asesinatos,
recrudecerá las contradicciones en la región, y no habrá que ser muy experto
para avizorar un futuro escenario internacional donde la «Alianza»,
traicionada y desasistida, comience la misma peregrinación de bin Laden
contra el «monstruo del Norte», que para ese momento habrá debilitado el
Islam e impuesto su presencia hegemónica.

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