Opinión Internacional

Irak, comodín de la política exterior de los EEUU

La política exterior estadounidense

Así como el narcotráfico y los movimientos subversivos en América latina son la justificación estadounidense para sostener su presencia e intervención hemisférica, Irak, el terrorismo y la “amenaza” que representan contra la “estabilidad” del «mundo libre» lo es para justificar su intervención en Oriente Medio. Esto no quiere decir que tales problemas no tengan una sustancial cuota de realidad, es decir que ciertamente para la verdadera estabilidad americana el flagelo del narcotráfico y la guerrilla –especialmente en Colombia- dan un aporte muy flaco y a su vez, nadie niega las aspiraciones expansionistas de Saddam Hussein en la región del Medio Oriente; el punto es que aunque éstas situaciones sean realmente amenazantes, son asumidas por los Estados Unidos (EE.UU.), como instrumento de política exterior para la obtención de fines distintos a la erradicación per se de los problemas que aquejan, en algunos caso, a varios pueblos del mudo a la vez. En algunos casos, ni siquiera están interesados en los conflictos lleguen solucionarse; se conforman con mantenerlos controlados. El descalabro de la URSS, implicó la identificación de nuevos “enemigos”, que sostuvieran en el tiempo su condición intervensionista y hegemónica.

En la actualidad, se está consciente de la necesidad de los estadounidenses de desalojar a Hussein de Kuwait en 1991 en pro de la seguridad del suministro petrolero y la seguridad de sus «amigos» del Golfo Árabe-Pérsico, pero también tenían la necesidad de no eliminarlo por completo; era imperante para ellos lograr su repliegue al marco de sus fronteras en condiciones de debilidad. El objeto de esta maniobra, era evitar que un derrumbamiento total de Irak como potencia regional –a la cual sostiene en tal posición la beligerancia de Hussein-, implicara un fortalecimiento de Irán en la región. Para los estadounidenses resulta mayor motivo de preocupación el discurso integrista iraní que la retórica nacionalista iraquí. Asimismo, la caída definitiva del dictador iraquí, podría representar para el Irak mismo su desmembración como país. En su interior conviven grupos de oposición al Gobierno Nacional profundamente atomizados e internamente fragmentados –su ideologías son igualmente un abanico de propuestas que van desde la democracia representativa occidental hasta modelos de Estado teológico. Ninguno de ellos se halla en condiciones de gerenciar políticamente un país tan complejo como Irak, tanto en su plano doméstico como regional y e internacional.

En tal sentido, desde el punto de vista de la política exterior estadounidense los recientes bombardeos a Bagdad –sin pretender derrocar a Hussein-, están plenamente justificados. Esto sin importar sin realmente, constituye este país una amenaza real su actual actividad armamentista.

La resistencia es cierta…

No obstante, pareciera que los EE.UU. ya no cuenta, al menos discursivamente, con tantos “aliados”, particularmente en Europa, en cuanto a su política exterior hacia Irak. Las denuncias enérgicas de Francia, Rusia y China –socios de Washington en el Consejo de Seguridad de la ONU y corresponsables políticos de la Guerra del Golfo de 1991-, lo evidencian. Este tipo de demostraciones, ponen en evidencia la tesis de un aumento progresivo de la resistencia a la hegemonía global de Washington. Podría hablarse del comienzo de una etapa de las relaciones después de 10 años de indiscutible liderazgo global estadounidense.

La búsqueda de consolidación de la Unión Europea a través de su moneda única (Euro) y la incorporación de las ex repúblicas socialista europeas; la permanente beligerancia de China, pese a pretender incrementar su comercio con los EE.UU; el intento de alejamiento de Rusia de la asistencia económica estadounidense, para pretender acercarse a Europa y su propuesta de un escudo defensivo –con la OTAN- contra el programa antimisiles de los EE.UU, podrían ser indicadores de que Washington a dejado de estar solo en su condición hegemónica global.

Por otra parte, resulta conveniente resaltar que probablemente la participación británica en los bombardeos sobre Iraq, no representan necesariamente un cambio en la política exterior inglesa, la cual pretende ser más comunitaria –en el marco de la Unión Europea- que particular. Londres tampoco apoya el programa antimisiles de los EEUU, más todavía cuando Washington requiere de los británicos, más allá de su apoyo político. En territorio inglés se asentaría una de las estaciones de radar. El gobierno inglés ha utilizado la política exterior comunitaria para hacer resistencia a las aspiraciones defensivas estadounidenses. Asimismo, sin declararlo abiertamente también la ha utilizado para oponerse al componente militar del Plan Colombia, con relación al cual la Unión Europea ha sido enfáticamente contraria.

Pero aun cuando el panorama global apunta hacia un cuestionamiento permanente de la política exterior estadounidense, Washington parece, al menos al comienzo de una nueva administración, decidida a dar continuidad a la política exterior de los últimos 10 años. Quizá en el corto plazo pudiera verse obligado a rectificar en ciertos aspectos. Aun cuando las propuestas conceptuales de George W. Bush, en la carrera hacia la Casa Blanca, distaban de las de Albert Gore en materia de política exterior, pareciera que los aspectos medulares como el sostenimiento de la hegemonía estadounidense en el mundo no cambiarán. Posiblemente si, en algunos aspectos de la manera de hacerlo.

El asunto petrolero

En lo que se refiere a los precios del crudo y el suministro petrolero, es ya tradicional que cualquier acontecimiento en el Medio oriente, conlleve a especulaciones que presionan hacia arriba los precios del petróleo. Esto ha quedado suficientemente en evidencia en las distintos conflictos que a lo largo del siglo XX tuvieron lugar en la región –desde la guerra árabe-israelí de 1948 hasta los más recientes enfrentamientos palestino-israelíes.

No obstante, en la actualidad cualquier eventualidad significativa con relación a la producción iraquí no debería alterar sustancialmente el mercado y los precios del crudo. Como durante el mes de diciembre de 2000, cuando Irak recortó notablemente su producción por sus contradicciones con la ONU, países como Arabia Saudita están dispuestos a incrementar su oferta para complementar cualquier déficits. Cabe recordar que durante la coyuntura representada por la Guerra del Golfo de 1991, países de la OPEP además de Arabia Saudita, tales como: Irán y Venezuela, asumieron parte de la cuota de producción que salió del mercado por la suspensión de la oferta iraquí y kuwaití. Fue a partir de aquel momento, que Arabia Saudí aumentó sustancialmente su oferta de crudo, pasando de unos 4 millones a los aproximadamente 8 millones de hoy día. Lo que había sido un ajuste transitorio de cuota de producción, en el marco de la guerra de 1991, Riyad lo convirtió en algo estructural. Nunca regresó, finalizado el conflicto a su cuota original.

Durante la última parte del cuarto trimestre de 2000, una conjugación de factores influyeron para que los precios del crudo comenzaran a descender, a pesar de los altos niveles en los cuales se hallaron durante casi todo el año, entre ellos se cuentan:

  1. Por el lado de la demanda: desaceleración de la economía estadounidense y global, reducción de la demanda petrolera por los altos precios del crudo y por el descenso del ritmo del crecimiento económico, aumento sustancial de los inventarios desde niveles bajos. A esto habría que añadirle, aunque con efecto contrarestante, la distorsión todavía existente en el plano de la refinación donde hay una notable deficiencia de ese sector de la industria para procesar la cantidad de crudo que requirió el mercado durante el año 2000, y con la calidad exigida por éste dado las presiones ambientales.
  2. Por el lado de la oferta: sobreoferta de producción OPEP y no OPEP

Se estima que el recorte de la producción de Iraq –de 2,2 mm a 700 mil b/d-, contribuyó a que no se materializara una caída más abrupta de los precios durante el primer mes del año 2001 –no obstante, el precio cayó en unos US$ 6. Posteriormente como es sabido, la OPEP decidió en su reunión del 17 de enero, recortar la producción en 1,5 mm b/d para evitar un mayor descenso de los precios, sin embargo cabe destacar que la regularización de Iraq en materia de producción, podría en el corto plazo dejar sin mayor efecto la medida. La Organización, de acuerdo a sus políticas, podría impulsar un nuevo recorte –el cual han estimado por debajo del millón de b/d-, a partir de su próxima cita del mes de abril del corriente año.

De cualquier modo, en términos de la situación actual del mercado petrolero mundial, no deberían producirse alteraciones significativas del precio del crudo por las expectativas de conflicto generalizado en el Medio Oriente, causadas por los bombardeos anglo-estadounidenses sobre Iraq en los últimos días. El mercado, en términos generales presenta característica tales como:

  1. relativo consenso acerca de un precio promedio del crudo de US$ 25 entre la OPEP y los grandes consumidores, especialmente los EEUU.
  2. aumento sustancial de la preocupación estadounidense por su situación energética (búsqueda de diversificación de sus fuentes de suministro doméstico e internacional, acercamiento a México y a Arabia Saudita y escepticismo con relación al rol de la OPEP, impulso a los programas de expansión de la producción a través de la apertura petrolera, en los países del “amigos” en el Golfo Arabe-Pérsico.
  3. Expectativas europeas y de las corporaciones privadas estadounidenses por el levantamiento total de las sanciones que recaen sobre Irak, Irán y Libia para invertir en el sector petrolero de esos países.
  4. Acciones de pequeños países productores de petróleo, como Yemen, en para ampliar su producción petrolera. Este país, por ejemplo, firmó recientemente acuerdos con empresas canadienses para llevar su producción a un millón de b/d.
  5. Expectativas de una desaceleración económica dentro de los EE.UU., en Asia y Europa, lo cual implicaría una reducción de la demanda de crudo.
  6. Escepticismo por parte de las grandes corporaciones petroleras, sobre la posibilidad que los precios se sostengan altos durante el 2001.
  7. Retraso en el aumento de la capacidad de producción no OPEP por postergación de las inversiones de capital por parte de las compañías petroleras privadas
Milko Luis González Silva: Profesor de petróleo y Geopolítica del Medio Oriente, Investigador Petrolero IIES/FACES/UCV. Derechos de difusión del artículo ÓQuantum Investigaciones y Consultoría Integral. Todos los derechos reservados. (%=Link(«mailto:[email protected]»,»[email protected]»)%)
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