Opinión Internacional

La instauración de la paz social es la solución para la crisis Argentina

Introducción:

El constitucionalismo social fue la solución a todas las crisis, porque su puesta en marcha significó sobrepasar el umbral del arte de lo posible para conformar una base filosófica de acción política. El presente angustioso que vivimos los argentinos tiene una solución.

Un Viernes 3 de septiembre de 1948 el Gral. Juan D. Perón se dirigía al pueblo argentino con un discurso muy esclarecedor de su voluntad política.

El discurso del Excmo. Señor Presidente de la Nación:

Estos tiempos de intemperancias minoritarias, en que se desea imponer ideas a gritos, insultos y denuestos de todo orden; en que la calumnia, la intriga y la difamación aparecen en lugar de las ideas persuasivas y constructivas, no constituyen el ambiente sereno para debatir cosas nobles. Sin embargo, tampoco creo que el avance de la Nación deba detenerse por influencia de tales perturbadores del orden y de las buenas costumbres. Respetamos la conducta de los demás, pero confesamos que preferiríamos razones y no malas palabras. Las ideas ajenas nos son respetables, pero, tenemos también nuestras ideas, y no olvidamos el detalle de que si bien algunos ciudadanos e1niten las suyas como tales, nosotros hemos sido elegidos por el pueblo para gobernarle y representarle y ellos no. Creo que ello nos inviste de cierto privilegio y nos impone cierta obligación y responsabilidad que ellos no tienen. Las declaraciones de sociedades y clubes que nada tienen que hacer con la marcha del gobierno de la Nación, desde que el pueblo. no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes legales, no constituyen sino meras opiniones de grupos de personas. Podrían formarse artificiosamente millones de ellos en la República, aun con fines muchas veces inconfesables.

Cuando redactamos nuestra proclama revolucionaria en 1943, dijimos que no culpábamos a nuestra Constitución de los males que aquejaban a la República, sino a los hombres encargados de aplicarla, que lo habían hecho en su beneficio y no en el de la Nación. Seguimos pensando lo mismo que entonces y deseamos encarar su reforma para que, cualesquiera sean los hombres que la apliquen, no encuentren ya las posibilidades de deformarla y aplicarla capciosamente. Es evidente también, y eso lo reconocen todos los ciudadanos, que la Constitución Nacional no ha sido adaptada a los nuevos tiempos ni a las nuevas necesidades. Así parecen también haberlo comprendido casi todos los países, desde que nuestra Carta Magna es una de las más antiguas del mundo, en lo que a su actualización se refiere. La estabilidad es condición fundamental de toda Constitución, pero ella no ha de ser tal, que sufra en su perfectibilidad, que está en razón directa a su evolución. La Constitución no puede ser articulo de museo que cuanto mayor sea su antigüedad, mayor es su mérito y no podemos aceptar sin desmedro, que en la época de la navegación estratosférica, que nos permite trasladarnos a Europa en un día, nosotros usemos una Constitución creada en la época de la carreta, cuando para ir a Mendoza debíamos soportar un mes de viaje. Esa Constitución, buena para cuando la República Argentina era un pequeño pueblo de pastores, sin adaptar la, no puede ser igual para una Nación de 16 millones de habitantes, llegando ya a los mayores adelantos de la industria moderna, con todos los problemas económicos y sociales que tal nueva situación presupone. La revolución peronista ha iniciado una nueva etapa en lo político, en lo social y en lo económico. Ha expuesto claramente su programa y ha elaborado una doctrina que ha enunciado con igual claridad al pueblo de la República, antes de llegar al Gobierno. Si el pueblo no hubiese estado de acuerdo con ello, no nos habría elegido para gobernarlo y para representarlo, en comicios puros y por una abrumadora mayoría. Elección que aun ha sido posteriormente confirmada a dos años de gobierno, en elecciones tan puras y con una mayoría aún más numerosa. Ese progra1na y esa doctrina actualmente en acción por voluntad popular, deben ser desarrollados y consolidados en los fundamentos básicos de la Nación misma, para estabilizarlos y darles carácter de permanencia. Quienes piensen lo contrario tendrán ocasión de defender sus preferencias en los comicios que consagrarán los convencionales convocados al efecto. Los que creen en cambio que han de obtener mayores resultados recurriendo a la violencia verbal o física se equivocan, porque el respeto y el orden han de asegurarse a cualquier precio. Si esos Señores son verdaderos demócratas como anuncian tanto y tantas veces, Su acción han de hacerla sentir en los comicios, no en los tugurios de la conspiración, ni en los desórdenes callejeros, ni menos aún en los desmanes verbalistas contra las autoridades que el pueblo eligió para que gobiernen a todos los argentinos, aun a los malos. Si el pueblo les vuelve la espalda, no le deben echar la culpa a sus adversarios ni inventar calumnias en su contra. Les valdría mucho más que recapacitaran y observaran su conducta que, posiblemente en ella, podrían encontrar mejor las causas del repudio y, sin ofuscación y con juicio, buscar también el remedio que les libre de algunos de sus males. Declararse contra el pueblo, insultarlo porque no les es propicio, despreciarlo porque no les vota, no creo que sea prudente ni de verdaderos demócratas. Es en la conducta de cada hombre donde se encuentra su perdición, jamás en la. conducta de los demás. Una actitud fiera o perversa, que infunde temor a los débiles y decisión a los fuertes, no es la mejor actitud. Una conducta honrada y prudente suele ser la mejor llave para entrar en todas partes, aun en el éxito que muchos ambicionan. Nosotros, sin alardes y sin violencias, pero con ideas que persuaden y verdades que -aunque duelan- van encaminadas al bien público, consideramos indispensables las reformas que el peronismo, por su órgano partidario, propondrá a la Convención Soberana, que el pueblo elija para hacerla instrumento de sus decisiones colectivas. Tales reformas, minuciosamente estudiadas y compiladas, a la luz de nuestra doctrina y sometidas al juicio critico, con toda la documentación y bibliografía existente, será un cuerpo serio de modificaciones substanciales orientadas a perfeccionar y actualizar la Carta Magna.

EN LO POLITICO:

Aseguramos y reforzamos el régimen Republicano, Representativo y Federal.

POR EL REGIMEN REPUBLICANO: nadie ha hecho más que nosotros porque hemos suprimido la oligarquía plutocrática para poner en manos del pueblo las decisiones y el gobierno.

POR EL REGIMEN REPRESENTATIVO: al eliminar el fraude, hemos suprimido el sistema de círculos políticos predominantes y a menudo sometidos al extranjero ya sus consorcios capitalistas que decidían sobre el gobierno y representación popular. Hemos suprimido a esos representantes espúreos y foráneos para llegar a la verdadera representación popular por elecciones limpias y puras, como jamás se realizaron en el país. POR EL REGIMEN FEDERAL: a las declaraciones declamatorias de los políticos de viejo cuño, nosotros hemos opuesto la realidad de las realizaciones del plan de Gobierno, destinados a afirmar el federalismo político con el federalismo económico. ¿De qué podría valerle a una provincia ser políticamente autónoma si no representa una entidad económica. El Plan de Gobierno mediante la fijación y desarrollo económico de esas regiones está realizando en los hechos, un federalismo real y constructivo que no puede ser comparado al verbalista y estéril a que nos tenían acostumbrados: los politiqueros desplazados. Nadie hasta ahora, ha realizado entre nosotros una obra efectiva por mantener y fortalecer el régimen republicano, representativo y federal como el peronismo; sólo que nosotros obramos y decimos la verdad, en tanto que los sofistas que nos combaten sólo atinan a esgrimir falsedades a sabiendas, destinadas a confundir la opinión pública, que no confundirán, porque el pueblo ha llegado a comprender bien la diferencia que existe entre los que solo buscan sus conveniencias personales y los que trabajan por la felicidad y prosperidad de la Nación.

EN LO ECONOMICO QUEREMOS: Afianzar el bienestar y la prosperidad al pueblo argentino, mediante la independencia económica que asegure que la riqueza argentina ha de ser para los argentinos y no entregada al extranjero como lo había sido hasta nuestros días, con lo que lucraban los grupos que entregaban al extranjero las riquezas del país. Suprimir la economía capitalista de explotación reemplazándola por una economía social, en la que no haya ni explotadores ni explotados y donde cada uno reciba la retribución justa de su capacidad y de su esfuerzo. El capital debe estar al servicio de la economía y no como hasta ahora ha sucedido que nuestra economía ha estado al servicio del capitalismo internacional. Suprimir el abuso de la propiedad que en nuestros días ha llegado a ser un anacronismo que le permite la destrucción de !os bienes sociales, porque el individualismo así practicado forma una sociedad de egoístas y desalmados que sólo piensan en enriquecerse aunque para ello sea necesario hacerlo sobre el hambre, la miseria y la desesperación de millones de hermanos de las clases menos favorecidas por la fortuna. Ya pasaron los tiempos en que se podía permitir dejar pudrir la fruta en las plantas, arrojar el vino a las acequias, destruir las viñas o quemar los cereales para que no disminuyeran los precios. Hoy el bien privado es también un bien social. Es también la única forma de mantener y refirmar el derecho de propiedad, porque de continuar con el abuso, la consecuencia puede ser lo que ha ocurrido en otras partes: un cataclismo social que termine con la, propiedad. A pesar de cuanto afirmen los charlatanes de mitin político, el pueblo sabe bien lo que hemos hecho y lo que estamos haciendo en su beneficio, porque el resultado se traduce en hechos que ese mismo pueblo palpa diariamente en su mejoramiento económico y en el bienestar individual y colectivo. Esos políticos les hablaban siempre de toda clase de derechos y libertades, pero los trabajadores decían, y decían bien, que sólo tenían la libertad de ejercer el <derecho de morirse de hambre.

EN LO SOCIAL BUSCAMOS: Asegurar para nuestro pueblo un régimen social justo y humano; donde la cooperación reemplace a la lucha; donde no haya réprobos ni elegidos; donde cada hombre que trabaja reciba un beneficio proporcional a la riqueza. que promueve; donde todos tengan un porvenir asegurado; donde la sociedad no se desentienda egoísta del viejo, ni del incapacitado y donde ]a fraternidad, la generosidad y el amor presidan las relaciones entre todos los argentinos. Asegurar los derechos del trabajador incorporándolos a la ley y las costumbres argentinas, para que las clases económicamente débiles estén protegidas contra el egoísmo, la prepotencia y la explotación de las económicamente fuertes. Asegurar el acceso a la cultura y la ciencia a todos los argentinos, para terminar con un estado anacrónico y monstruoso en que el acicate de las capacidades es el dinero en vez de serlo las aptitudes, la inteligencia y la dedicación. Los hombres libres de prejuicio, el pueblo y, en especial, los trabajadores saben bien qué es lo que el peronismo se propone, porque no hemos engañado a. nadie. Realizamos lo que hemos dicho en nuestra doctrina peronista y realizaremos ahora su consolidación en la carta fundamental de la República. Los ciudadanos que nos han elegido para gobernar a la Nación y representar los en el parlamento, no fueron ni serán defraudados, porque somos la antítesis de los viejos políticos que predicaban falsedades insidiosamente, pero luego realizaban todo en acomodo a sus conveniencias o a la de los intereses que servían. Nosotros no servimos otros intereses que los del pueblo y los de la República. La clase trabajadora, explotada durante toda la historia de la existencia. de nuestro país, debe saber que ha llegado su oportunidad de liberarse. ¡Ahora o nunca! Si para ello debe luchar, no estará sola ni conducida por cerebros marchitos, ni corazones intimidados. Debe ser sugestivo y aleccionador el proceder de los politiqueros de siempre: no hubo entre ellos quien antes no propugnara la reforma de la Constitución y hoy cuando el pueblo se decide a modificarla no hay uno entre ellos que no se oponga a. toda reforma. ¿Es que la Constitución; es acaso un instrumento de ellos y no de la Nación? No, y ellos lo saben bien.

La Constitución es un instrumento fundamental de la República, y de acuerdo con sus dictados ha" de estructurarse un nuevo orden de cosas y han de consolidarse la revolución y los postulados que sostuvimos. Ellos, derrotados y aniquilados en la lucha cívica, quieren ganar la paz, embarullándonos en el momento que queremos afirmar para siempre las conquistas alcanzadas por el pueblo y, en especial, por la clase trabajadora. En otras palabras, ellos anhelan volver a lo de antes y consideran que perdidas todas las elecciones, repudiados por el pueblo que antes llamaban soberano y hoy denominan aluvión zoológico, desahuciados por las masas laboriosas que adularon con insidiosa intención, no tienen posibilidad de avance alguno y entonces prefieren, por lo menos, no retroceder. Una Constitución anticuada se le presenta como un baluarte donde quemar los últimos cartuchos de su engaño. ¿Cómo, ellos que defendieron los intereses extranjeros van a defender la independencia económica? ¿Cómo, ellos que estuvieron siempre al servicio del capitalismo de explotación, se van a declarar ahora defensores de una economía social? ¿Cómo, ellos que fueron el instrumento y defendieron todos los abusos del individualismo y de la propiedad, se van ahora a poner al servicio de los bienes y bienestar de la colectividad? ¿Acaso el pueblo puede olvidar lo que recibieron de ellos en lo político, en lo económico y en lo social? ¡No lo olvida y ya no lo olvidará jamás! Eso es lo que los malos políticos no han comprendido aún de la nueva situación política argentina. Ellos fueron quizá hábiles en otra ocasión, cuando toda la política se decidía en los círculos de politiqueros que ellos dominaban. Nosotros, haciendo política de masa les hemos cambiado el panorama, el escenario y la distribución y manejo de las fuerzas. Por eso no vieron ni verán nada claro. Por eso actúan de error en error. Por eso se ofuscan, gritan, insultan y calumnian frente a la impotencia a que les ha conducido su ineptitud y su falta de inteligencia. Como el pueblo no. delibera ni gobierna sino por sus representantes, ellos crearon la, muletilla de las direcciones omnímodas y discrecionales que les permitieran obrar sin control. Hicieron también que sus escribas y fariseos difundieran aquello de que las masas no piensan, sólo sienten, y que los dirigentes son los que piensan. Es claro: así ellos hacían cuanto se les ocurría, sin temor a que el pueblo les sancionara. Por eso, durante un siglo, la cultura política del pueblo argentino, su conciencia social y su sentido nacional han estado estacionarios, porque de lo contrario ninguno de ellos hubiera sido jamás dirigente de un pueblo, sin haberlo antes doblegado con el engaño y sojuzgado con la. fuerza y la violencia. Nosotros creemos que la masa debe pensar, que cada ciudadano tiene una responsabilidad en la República y que por sí debe discernir sobre el partido que debe tomar en la lucha, por hacer más feliz y más próspera a la Patria; que es necesario elevar la cultura cívica y social en la masa ciudadana para que a la par que se supere a sí misma ejerza un control sobre los gobernantes; que sea una verdadera autodefensa orgánica de la Nación. El único delito infamante para. un ciudadano de la República, debe ser aquel que lo haga permanecer ajeno a ambos bandos en lucha o que la. lucha lo encuentre incorporado en los dos. Y cuánto de esto hemos visto en las contiendas cívicas argentinas.

Eso es lo que queremos evitar, que los ciudadanos sigan los malos ejemplos y para ello, hay sólo un camino: la verdad y el corazón honrado para hacerla cumplir.

Conclusiones:

1) La función social de la propiedad privada y la justicia social:
Las bases sobre las que se afirma la economía de nuestra República Argentina, en tiempos del constitucionalismo social, fueron:
1) El reconocimiento de la propiedad privada y de la libertad individual en el marco de la función social y;
2) La justicia social.

2) Fundamentos de la propiedad privada:

La reforma apunta a consagrar la propiedad privada con firmeza, al dejar inalterable el derecho a la propiedad que es también uno de los cinco atributos (nombre; capacidad; estado; domicilio y patrimonio) de la persona. El hombre debe tener señorío sobre los bienes materiales y puede usarlos y percibir los frutos con arreglo al derecho.

3) Doble función de la propiedad privada:

Ostenta para nosotros una doble función: personal y social. La primera garantiza la libertad de la persona. La segunda es secuela de aquella, porque esa afirmación no puede trascender si no es dentro del marco social.

Viene en nuestro auxilio Sto. Tomás de Aquino cuando concluye que la propiedad colma primero al legítimo poseedor del bien y cuando él ya está ahíto, el remanente cumple una función social cuando se orienta a la comunidad social. Así la propiedad queda al alcance de todos.

4) Los principios de la reforma agraria. La productividad campesina:

El sentido de dar en propiedad la tierra a aquél que la cultiva, reivindica la función social de la propiedad. El campo pasa de bien de renta a ser instrumento de trabajo.

5) Definición de la justicia social:

Es muy importante establecer primeramente un análisis comparativo con la obra de Hans Kelsen, su posición respecto de la justicia y la justicia social del Gral. Juan D. Perón.

El jurista nos dice que la justicia es una característica posible pero no necesaria de un orden social, seguidamente es una virtud del hombre. El hombre es justo cuando su conducta concuerda con un orden que es considerado justo. El orden es justo cuando regula la conducta de los hombres de una manera tal que a todos satisface y a todos permite alcanzar la felicidad. La justicia es la felicidad social, es la felicidad que el orden social garantiza. Podemos inferir que buena parte de la doctrina abrazada por nosotros, recoge el guante con que se trabajó en la obra de Kelsen.

Asimismo el autor de ¿Qué es justicia? remite a Platón (que identificaba la justicia con la felicidad al afirmar que sólo el justo es feliz y el injusto desgraciado) en muchos de sus pasajes.

Así la felicidad es un orden justo, y aquel que garantiza a todos la felicidad no puede existir si se entiende por felicidad un sentimiento subjetivo, es decir lo que cada uno considera como tal. Es imposible evitar que la felicidad de uno entre en conflicto con la felicidad de otro. Si la justicia es la felicidad, es imposible que un orden social justo si por justicia se entiende la felicidad individual.

Un orden social justo es también imposible aún en el caso que procure lograr la mayor felicidad posible del mayor número de personas. Ésta es la célebre definición de justicia formulada por el jurista y filósofo inglés Jeremías Bentham que tampoco es aceptable si a la palabra felicidad se le da un sentido subjetivo. La felicidad que un orden social garantiza es la felicidad tomada en un sentido colectivo – objetivo. Esto quiere decir que por felicidad sólo debe entenderse la satisfacción de ciertas necesidades que son reconocidas como tales por la autoridad social o el legislador y que son dignas de ser satisfechas. Por ej.: La necesidad de alimentos, de vestido, habitación, etc.

Kelsen apunta que la idea de felicidad debe sufrir un cambio radical de significación para que la felicidad de la justicia pueda llagar a ser una categoría social. La idea de libertad es a menudo identificada con la idea de justicia y un orden social es justo cuando garantiza la libertad individual.

La libertad de la anarquía se transforma así en la autodeterminación de la democracia. Así, se transforma la idea de justicia de un principio que garantiza la libertad individual de todos, en un orden social que protege determinados intereses donde existen conflictos de intereses, aparece así la justicia como un problema.

La riqueza intelectual de las ideas de Kelsen estriba en la necesidad de los conflictos, así cuando no hay conflictos de intereses no hay necesidades de justicia. El conflicto de intereses aparece cuando un interés encuentra su satisfacción sólo a costo de otro, o cuando entran en oposición dos valores y no es posible hacer efectivo ambos, o cuando es inevitable el tener que preferir la realización del uno a la del otro y decir cual de ambos valores es el más importante y establecer cual es el valor supremo. Constantemente renunciamos a disfrutar cosas por necesidad de otras. Así también el problema de los valores es un problema de conflicto de valores.

Es nuestro sentimiento, nuestra voluntad, quien resuelve el conflicto. Nos recuerda que Platón sostiene que el justo (el que se conduce legalmente) y únicamente el justo es feliz y el injusto (el que actúa ilegalmente) infeliz. Por ello el filósofo dice: “La vida más justa es la más feliz”.

Aunque admite que el justo puede ser desgraciado y el injusto infeliz, adiciona que es absolutamente necesario que los ciudadanos sometidos a la ley crean en la verdad de la frase que afirma que sólo el justo es feliz aún en al caso en que esta no sea verdadera. De lo contrario nadie querría obedecer la ley.

El gobierno tiene, según Platón, el derecho de difundir entre los ciudadanos por todos los medios posibles la doctrina de que el hombre justo es feliz y el injusto desgraciado aún cuando esto sea falso. Si esta afirmación es una mentira, es una mentira necesaria pues garantiza la obediencia de la ley. Según Platón, el gobierno está autorizado para utilizar aquellas mentiras que se consideren convenientes. Platón coloca así la justicia, la legalidad; por encima de la verdad. El hecho de que los verdaderos juicios de valor sean subjetivos y que, sea posible que existan juicios de valor contradictorios entre sí, no significa en ningún caso que cada individuo tenga su propio sistema de valores.

Muchos individuos coinciden en sus juicios valorativos. Un sistema positivo de valores es siempre el resultado de influencias individuales recíprocas dentro de un grupo dado bajo determinadas condiciones económicas (familia, raza, clan, casta, profesión). Todo sistema de valores y especialmente un orden moral, con su idea central de justicia es un fenómeno social y diferente según la naturaleza de la sociedad en la que aparece. El que varios individuos coincidan en un juicio de valor no prueban en ningún caso que ese juicio sea verdadero, que tenga validez en sentido objetivo. El criterio de justicia, lo mismo que el criterio de verdad, aparece con muy poca frecuencia en los juicios de realidad y en los de valor. El juicio subjetivo y relativo en el que en realidad se responde a la misma es presentado por lo general como una afirmación de valor objetivo, o igual como norma de valides absoluta. Un rasgo característico del hombre es sentir una profunda necesidad de justificación de su conducta: El tener una conciencia.

La conducta externa del hombre no difiere mucho de la del animal: el pez grande come al pequeño, tanto en el reino animal como en el humano. Pero cuando un “pez humano”, movido por sus instintos se conduce de esta manera, procura justificar su conducta entre sí mismo y ante los demás con la idea de que su conducta con respecto al prójimo es buena. La relación de medio a fin es semejante a la de causa-efecto: por lo tanto, puede ser determinada por procedimientos científicos racionales. Esto no es posible cuando los medios para lograr un determinado fin son medios sociales. La experimentación en el campo de la vida social es aplicable sólo en una medida muy limitada. De aquí que el problema de la justicia, no pueda ser siempre solucionado racionalmente. El fin justifica o santifica los medios. Pero los medios no justifican el fin. Y es la justificación del fin, de ese fin que no es medio para otro fin superior, que el fin último y supremo lo que constituye la justificación de nuestra conducta.

Cuando se justifica algo, como medio para un determinado fin, surge el problema de saber si este fin es también justificable y esa cuestión conduce a la aceptación de un fin supremo que es el problema de la moral en general y de la justicia en particular. Cuando se justifica una conducta humana como medio para el logro de un fin propuesto cualquiera, depende de que el fin propuesto sea justificado o no. Una justificación condicionada, no excluye la posibilidad del contrario, pues cuando el fin no es justificable tampoco es el medio. Toda justificación racional es justificación de algo en tanto es medio adecuado; y el último fin no es medio para ningún otro fin. Lo absoluto en general y los valores absolutos en particular, están más allá de la razón humana que4 sólo pueden lograr una solución limitada del problema de la justicia como problema de la justificación de la conducta humana. Esto significa que la justicia es desplazada de este mundo a un mundo trascendente. Será la característica esencial de una autoridad sobrenatural y su realización la función esencial. El hombre debe creer en la existencia de Dios, en la existencia de una justicia absoluta, pero es incapaz de comprenderla, o sea de precisarla. Las numerosas teorías de la justicia, que se han formulado desde los tiempos antiguos hasta hoy, pueden reducirse a dos tipos: Una metafísico-religioso y otro seudo-racionalista.

La justicia es el problema central de toda la filosofía de Platón. Las ideas son entidades trascendentes que existen en otro mundo, en una esfera inteligente, inaccesible para los hombres, prisioneros de sus sentidos. La idea del bien encierra en sí misma la idea de justicia, esa justicia y/o conocimiento inspiran casi todos los diálogos de Platón. Dice que la idea del bien absoluto está más allá de todo el conocimiento racional, o sea más allá de todo razonamiento. La justicia significa dar a cada uno lo suyo (suum cuique). La fórmula “a cada uno lo suyo” puede servir para justificar cualquier orden social. En todos ellos se da a cada uno lo suyo sólo que “lo suyo” es en cada caso diferente. Aquél principio que se presenta como esencia de la justicia: bien x bien, mal x mal, es el principio de represalia. Este principio sirve para expresar la técnica específica del derecho positivo que vincula el mal del delito con el mal de la pena. El problema de la justicia de la justicia, es el problema de saber si un orden jurídico es justo en la aplicación del principio de represalia, si en hecho ante el cual el derecho reacciona como ante un delito con el mal de la pena, es en realidad un mal para la sociedad y si el mal que el derecho establecer como pena conviene a aquél. Este es el verdadero problema de la justicia del derecho.

El pié para el desarrollo de aquello denominado “cuestión social”, está presente en la Encíclica de Pío XI “Quadragesimo Anno” y obviamente se retoma en el Informe del Despacho de la Mayoría. El mismo dice: “La justicia social es la virtud que requiere del propietario la gestión y el uso correcto de sus bienes”. Asimismo equilibra la balanza entre el uso propio de la propiedad y las exigencias del bien común” y “La justicia que ordena las relaciones recíprocas de los grupos sociales, los estamentos profesionales y las clases, con las obligaciones individuales, moviendo a cada uno a dar a los otros la participación en el bienestar general a que tienen derecho en la medida en que contribuyeron a su realización”.

Para ahondar con mayores datos, sugiero ver los siguientes trabajos: “Qué es el Justicialismo” (colombia.analitica.com/hispanica/7850217.asp) y “Génesis de la Justicia social en Latinoamérica” (colombia.analitica.com/hispanica/5802640.asp).

5) Prohibición de la actividad económica usuraria:

La constitución rechaza los beneficios injustos, no aspira a establecer una economía dirigida para provecho de pocos. Los enemigos del Pueblo vieron en éstos principios una amenaza para el logro de sus fines cambistas y poco respetuosos del bienestar general de la Nación. Los términos del intercambio modificaron la balanza y el Pueblo dejó de ser avasallado por los poderosos capitales.

En el Informe del Despacho de la Mayoría se expresa: “El concepto genérico de la usura en los precios está dado por la exacción abusiva que se pretende de la venta de un bien o de la prestación de un servicio, incluidos los negocios industriales en amplio sentido, ya sean estrictamente económicos, agrícolas, manufactureros o comerciales. Anoto que esta limitación al provecho de la actividad económica, propiciada por la reforma, va en busca de la causa del capitalismo moderno, esto es, la licitud del lucro in indefinitum”.

Para ahondar con mayores datos sobre el repudio de la usura, su tratamiento bíblico y en la literatura universal, sugiero ver el siguiente trabajo: (%=Link(«http://analitica.com/va/sociedad/articulos/7905659.asp»,»Entre el intercambio y el incremento del dinero»)%).

6) La legitimidad moral de la usura y el espíritu capitalista:

Con posterioridad a Max Weber, se manifiesta el sentido propio del capitalismo de la época, el Informe del Despacho de la Mayoría expresa: “Después de las investigaciones de Max Weber -aunque con las rectificaciones que debieron formularse a su tesis- ha sido puesto en claro que el espíritu del capitalismo moderno fue la legitimación moral del lucro sin límites que, sin proponérselo prohijó la teología protestante de la predestinación y de la vocación; la libertad de usura, esto es, la vida económica desembragada de contenidos éticos, creó, entonces, un nuevo estilo de vida, informó el crecimiento del capitalismo, e impulsó su concepción burguesa del mundo a todos los distritos de la cultura moderna. Pues bien, sólo legitimando la actividad económica no usuraria , como se lo propone la reforma constitucional, podrá restablecerse el espíritu económico pre-capitalista o tradicionalista -así llaman Max Weber y Sombart, respectivamente, a la ética económica cristiana-, con lo que la riqueza quedará sometida a una función social, que obliga no sólo a distinguir entre medios lícitos y no lícitos para su adquisición, sino también a discriminar entre intensidad lícita y no lícita en el uso de los medios lícitos. Con este sentido es que la reforma constitucional instaura un orden económico esencialmente anti-capitalista”.

Siempre se señaló que otro factor relacionado con los aspectos no económicos del desarrollo es la religión. Max Weber en “The Protestan Ethic and Spirit of Capitalism” (1956), destacó la conexión entre la Reforma Protestante y el crecimiento económico, partiendo de la prescripción puritana de trabajar, ahorrar y lograr satisfacción espiritual a través del trabajo.

7) Una aspiración de gobierno:

Una Argentina democrática es la aspiración gubernamental, asentada en el trabajo que encuentra la bandera de identificación en el justicialismo que como doctrina propia y posible realiza las empresas más dignas de cara al Pueblo.

La Nación es así: económicamente libre, socialmente justa y políticamente soberana.

Comentario final:

Estamos lejos de aquellos años y nuestra Patria se cae del concierto de las Naciones porque desentona demasiado para integrar el cuadro de músicos que salen a escena. La solución a todos los problemas argentinos está en la vuelta a lo que una vez fuimos a los ojos del mundo: un país respetado y serio.

Nuestra titularidad en el juego depende de nuestra voluntad de hacer las cosas bien y de trascender por las obras que quedan y benefician a todos por igual y no a unos pocos. El secreto está en no tomar el gobierno como una empresa propia.

Los enemigos del Pueblo que son y fueron los mismos enemigos de Evita y de Perón, se divierten al ver el estado en que ha quedado nuestra Nación. Se robaron todo, inclusive el honor argentino.

¿Dónde está la fortuna que dicen hizo Evita o Perón? NO EXISTE porque les no robaron nada al Pueblo Argentino.

El justicialismo nos enseñó que lo primero que hay que formar es una buena persona y que después hay que darle todo lo demás. Veo a los dirigentes desesperados por un materialismo a ultranza y no en pos de un idealismo verdadero. Hoy los trepadores son alpinistas de profesión.

El justicialista sale de una escuela y no de cualquier escuela, sino de una escuela política que es, en el fondo, una escuela filosófica que da una doctrina, los principios éticos y morales, y las virtudes de los hombres. Debemos ser “leones” y no caudillos.

Para ahondar con mayores datos, sugiero ver los siguientes trabajos: (%=Link(«http://analitica.com/va/politica/opinion/7029264.asp»,»Política: arte de lo posible»)%) ; “La Constitución de 1949” (historiadelpais.com.ar/trabajos.htm); (%=Link(«Argentina: el Constitucionalismo Social presente en el año1949″,»http://analitica.com/va/hispanica/7742688.asp»)%) y (%=Link(«analitica.com/va/hispanica/8327710.asp»,»Muchos caudillos y un conductor en la República Argentina»)%) entre otros.

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