Opinión Internacional

La peligrosidad de lo inexistente

Seguir al mismo tiempo dos o más líneas de acción contradictorias, confundiendo a la audiencia y premoldeando todas las opiniones en disputa en los debates públicos, es, por lo menos desde la Revolución Francesa, uno de los preceptos estratégicos fundamentales e incambiables de la izquierda mundial,

Bajo el mando de la organización marxista irónicamente denominada Free Press, y fuertemente nutrido con subsidios de George Soros, el recién fundado sitio www.StopBigMedia.com profesa destruir las grandes empresas del periodismo y sustituirlas por un “medio democrático” gubernamental basado en la “diversidad” y empeñado en “dar voz a las minorías”.

Ya oímos amenaza semejante en Brasil, con la diferencia de que vino directamente del gobierno. En los EUA es necesario actuar con mayor cautela: la Free Press no es una agencia oficial, apenas tiene buenas amistades en los altos círculos del gobierno de Obama.

La pregunta que los observadores atentos harán a primera vista es: ¿Por qué tendría que querer el presidente americano la extinción de las instituciones que lo colocaron en el poder, que defienden con uñas y dientes cada una de sus políticas y que atacan con ferocidad inaudita a cualquiera que ose investigar su vida anterior y sus innumerables alianzas comprometedoras?

Mutatis mutandis, ¿por qué tendría deseado la izquierda brasilera demoler los tempos donde sus propis ídolos son objeto de culto con tanta devoción y donde sus enemigos son quemados vivos en emocionantes autos-de-fe montados contra la “extrema derecha”, “el fundamentalismo religioso”, “el fascismo”, “el racismo” y no sé cuantas más creaturas del demonio. Entre las cuales este humilde columnista?

La respuesta es simple: seguir al mismo tiempo dos o más líneas de acción, contradictoria. Confundiendo a la audiencia y premoldeando todas las opiniones en disputa en ls debates públicos, es, por lo menos desde la Revolución Francesa, uno de los preceptos estratégicos fundamentales e incambiables de la izquierda mundial.

Los salones elegantes del siglo XVIII eran al mismo tiempo el vivero donde las ideas revolucionarias germinaban entre la Beautyful people y el templo de vida opulenta y fútil de las clases dominantes, apuntado hacia las masas por los agitadores de calle como prueba de la urgente necesidad de una mortandad redentora.

Con los medios, y no es cosa de hoy, sucede la misma cosa: es preciso al mismo tiempo dominarlos desde adentro. Haciendo de ellos un instrumento pretendidamente neutral e insospechable para dar apoyo a causas izquierdistas seleccionadas en los momentos decisivos, y denunciarlos desde afuera como “arma ideológica de la clase dominante”.

Ante ese espectáculo, queda inerme y atónita la mente linear y rutinaria del ciudadano común, que sólo entiende la lucha política como confrontación explícita de ideologías inmediatas —o, lo que es aún peor, imagina que los movimientos ideológicos desaparecerán del escenario histórico tan pronto como sus perfiles se confundan un poco ante su mirada turbia y cortante del buey en el pasto.

Por medio de ese artificio, es posible operar de manera brutalmente rápida, eficaz y casi imperceptible un giro completo en el abanico de las opciones políticas, llevando precisamente a aquel estado de cosas que tenemos hoy en Brasil: la parte más blanda de la izquierda

 Se convierte en la única derecha posible y, al disputar cargos amigablemente con los viejos compañeros de ideología a quienes les prestó ese gentil servicio, está madura para ser denunciada por ellos mismos como conservadora, reaccionaria y ultraderechista, llevando al silencio la queja de ingratitud que, si se expresara en alta voz, denunciaría todo el esquema.

La ambigüedad premeditada de la situación se traduce en declaraciones dudosas y paradójicas que proclaman al mismo tiempo la inexistencia y la peligrosidad del enemigo: de un lado, el Sr. Presidente de la República celebra la completa exclusión de candidatos de derecha en la próxima lid; por el otro, su partido promete hacer de tripas corazón para destrozar a la derecha en las urnas

Movimiento Revolucionario

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