Opinión Internacional

Leer a Marías

(%=Image(8415738,»L»)%)Los últimos días los hemos dedicado a leer con mucho detenimiento el estupendo libro de Julián Marías, Ser Español. (Editorial Planeta, 3ª. Edición Marzo 2001).

A través de sus páginas y gracias a la acuciosidad, experiencia y profesionalismo del autor, podemos entender y aprehender las razones de ser del Español de todos los tiempos y muy especialmente el de hoy día.

En sus páginas podemos leer su análisis alrededor de la (%=Link(«http://cervantes.uah.es/»,»España de Cervantes»)%), de (%=Link(«http://www.filosofia.as/jove.htm»,»Jovellanos»)%), de (%=Link(«http://cervantesvirtual.com/bib_autor/Moratin/»,»Moratín»)%), de (%=Link(«http://cervantesvirtual.com/FichaAutor.html?Ref=34»,»Valera «)%), de su élite cultural moderna y llegar hasta nuestros días.

Nos interesan muy especialmente las veintidós páginas que ocupa el capítulo que denomina:» (%=Link(«http://www.guerracivil1936.galeon.com/»,»La guerra civil»)%) ¿Cómo pudo ocurrir? »

Con casi pocas palabras, quizás las justas, Marías describe magistralmente, no lo que ocurrió en los tres años que se sucedieron entre Julio de 1936 y el 1 de Abril de 1939, sino cuales fueron sus causas y las posiciones aparentemente ideológicas que ocuparon los bandos involucrados.

Establece las raíces o el origen de la guerra civil en la quema de conventos que realizó la República el 11 de Mayo de 1931, cuando su instauración apenas cumplía un mes. A partir de allí se fomenta la formación de bandos irreconciliables, se promueve el hostigamiento del “otro”, se ponen de moda el clasismo y el anticlericalismo, se hace énfasis en irritar al contrario, se generaliza la discordia. Todo ello condujo a lo que Marías denominó la oposición automática, proceso donde a toda proposición de un bando se le oponía el bando contrario sin el más mínimo análisis. Todo esto lleva a ambos sectores a la barbarie de propagar la frase “cuanto peor, mejor”

Después de analizar la influencia que tuvo la recesión americana del año 29, que puso fin a la bonanza que disfrutó la dictadura de (%=Link(«http://www.geocities.com/capitolhill/5328/BIOGRAF2.HTM»,»Primo de Rivera»)%), Marías nos habla de la excesiva politización que a todos los niveles de la sociedad se propagó en toda la república y al estar polarizado el cuerpo social, se enfrentaba cualquier idea solo por el hecho de provenir de un individuo catalogado en el bando contrario. Así, los intelectuales y pensadores de la época, se eximieron de exponer sus ideas y no pocos abandonaron a España viniendo a refugiarse en este lado del charco.

Durante el tiempo de la guerra civil, Marías identifica un cambio generacional en la conducción del país cuando la llamada generación del 86 sustituye a la del 71 y una de las características que se pone en boga es la de la pérdida de respeto a la vida humana.

No escapa al análisis del autor la vinculación e influencia que tuvieron recíprocamente la guerra civil española sobre la (%=Link(«http://www.fortunecity.es/imaginapoder/artes/392/desarrollo.html»,»Segunda guerra mundial»)%) y como influyeron en el conflicto español los prolegómenos de la conflagración mundial.

Pero Marías nos invita a reflexionar alrededor de la posibilidad de evitar del conflicto. Acota el eminente escritor que la guerra no fue necesaria, no fue inevitable.

Acusa como también tuvo como causas la frivolidad con que los más diversos sectores de la sociedad comandados por el sector político y donde no estuvieron ausentes ni la iglesia, ni la intelectualidad, incluyendo naturalmente a la prensa, ni los empresarios, ni los sindicalistas, quienes jugaron con las materias más graves, sin el menor sentido de responsabilidad y sin imaginar las consecuencias.

Más adelante señala el autor otro elemento digno de resaltar. Se negó la validez del voto, de la (%=Link(«http://www.bmrc.berkeley.edu/~chema/republica/constitucion.html»,»Constitución»)%) y del (%=Link(«http://arrakis.es/~corcus/republica/documentos/estatuto.htm»,»Estatuto de Cataluña»)%) partes muy importantes del basamento jurídico de la República Española- con lo cual, acota, que se hirió de muerte a la democracia.

Aparece una paradoja: Nadie español quería la guerra civil, pero muchos españoles quisieron lo que resultó ser una guerra civil.

Dice Marías, quisieron:

– Dividir al país en dos bandos.

– Identificar al “otro” con el mal.

– No tenerlo en cuenta, ni siquiera como peligro real, como adversario eficaz.

– Eliminarlo, quitarlo de en medio (políticamente, físicamente si era necesario)

Así, denomina a lo sucedido como una locura histórica, y la compara con cuanto sucedía en Irán en los albores de los años 80.

No escapa al análisis del historiador el examen de la imposición de la indeseada situación por parte de fracciones absolutamente minoritarias. Los comunistas habían obtenido un diputado en las Cortes durante las elecciones de 1931, otro en las de 1933 y dieciséis, mediante la alianza con los republicanos y los socialistas, en las de 1936. Los falangistas nunca pudieron elegir un solo diputado, pero (%=Link(«http://www.filosofia.org/his/1960hp02.htm»,»los comunistas»)%)
fueron quienes dirigieron la política del sector “republicano” mientras la (%=Link(«http://www.falange.es/»,»Falange»)%) fue el partido “único” tanto en el sector “nacional” como en los decenios que siguieron a su victoria.

Especial mención merece el análisis de las actuaciones de los bandos en conflicto, cuando los que hablaban y anhelaban un sencillo golpe de estado, los que provocaron y hostigaron durante muchos meses, estos que incitaron a los militares y a los partidos de derecha a sublevarse, aquellos que esperaban acabar con la democracia formal, con los escrúpulos jurídicos, con la república burguesa, y solo promovían la anhelada revolución social, se encontraron conque ambos habían fracasado y la prolongación de sus fracasos, sin rectificación ni arrepentimiento, fue la guerra civil. Una característica común y muy importante fue el fanatismo que irremediablemente fue acompañado por el envilecimiento, la adulación a los compañeros de bando y la execración de los adversarios y ay! de quien osara pensar en discrepar de ambos bandos. Estos eran sujetos de la hostilidad máxima.

Terminar estas líneas sin llamar la atención sobre las coincidencias que podemos identificar con los actuales sucesos venezolanos, haría inútil la exposición.

Pensamos que son demasiadas las similitudes y muy pocas las diferencias de cuanto sucedió en España hace setenta años y cuanto acontece ahora en nuestro atribulado país.

No queremos enarbolar las banderas que compartimos, pues sólo queremos llamar la atención sobre la capacidad de evitar los conflictos y la responsabilidad que tienen todos los sectores y muy especialmente quienes aspiran y pretenden dirigir a la sociedad, para lograr los acuerdos necesarios, que permitan disfrutar de una nación donde provoque vivir y sea merecida por y para todos quienes aquí nacimos y moramos.

Leamos a (%=Link(«http://piedraverde.com/marias»,»Marías»)%) , aprendamos sus enseñanzas y evitemos llamar a María.

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