Opinión Internacional

Mis héroes, los contrabandistas

AIPE- El ayuntamiento del condado de Montgomery en el estado de Maryland decretó que los fumadores que con el humo de sus cigarrillos molesten a sus vecinos serán multados con 750 dólares. Douglas Duncan, presidente del ayuntamiento prometió firmar la orden, convirtiendo a ese condado en el mayor enemigo de los fumadores en todo el país.

Isaiah Leggett, uno de los miembros del ayuntamiento, explicó que la medida no le prohíbe fumar en su casa, sino que el humo no puede meterse en la propiedad del vecino. Hace un año ese mismo ayuntamiento votó 5 a 4 la prohibición de fumar en las calles, aceras, parques, edificios y demás propiedades municipales. Los que incumplen son amonestados la primera vez y luego están sujetos a multas de 100 dólares.

El Dr. Alfred Muller, alcalde del vecino pueblo de Friendship Heights, justificó la prohibición impuesta en su jurisdicción porque hay residentes con problemas de salud, como asma y enfisema, además que quiere “tratar de cambiar la norma social respecto al uso del tabaco”.

En marzo, un juez dictaminó que los alegatos de las autoridades locales eran ridículas y desechó la prohibición de fumar en la calle.

En el condado echaron para atrás la medida, no por la decisión judicial sino por el ridículo nacional que la noticia causó.

El argumento del daño a la salud de los vecinos por el humo de cigarrillos que se desplaza a sus propiedades es pura basura. Y aunque hay personas que sufren de asma y de enfisema pulmonar a quienes el humo de cigarrillos les molesta, lo mismo les sucede con otros productos como perfumes, lociones para después de afeitarse, pulverizadores para el cabello, olores de comidas, humo de las parrillas y chimeneas, desodorantes y suavizadores de ropa. ¿Deberían ellos gozar de la opción de mandarnos la policía para que desistamos de tales costumbres?

¿Deberíamos oír en los altoparlantes de los aeropuertos y demás lugares públicos anuncios oficiales indicando que para mejorar la calidad del aire que respiramos están prohibidos los perfumes, lociones, desodorantes o usar ropa que haya sido lavada con suavizadores? ¿Deberíamos contar en los aviones con secciones con y sin olores?

Los neonazi anticigarrillos no están satisfechos con haber ganado la batalla de las secciones de fumar y de no fumar en los aviones. Si hubieran hecho pública sus intenciones de extender eso a los restaurantes, sitios de trabajo, las calles y ni hablar de los impuestos confiscatorios que le han puesto a las ventas de cigarrillos, jamás lo hubieran logrado. Su exitosa estrategia fue hacerlo a pellizquitos.

Pero una de sus victorias –los impuestos confiscatorios- están siendo desafiadas por mis héroes, los contrabandistas, en estados como Washington y Michigan, donde un cartón de cigarrillos cuesta hasta 48 dólares. ¿Por qué considero héroes a los contrabandistas de cigarrillos? Porque la gente tiene el derecho de involucrarse pacíficamente en el intercambio que quiera hacer voluntariamente y un tercero –el gobierno- se lo impide.

Los contrabandistas frustran la interferencia gubernamental. Antes de hablar mal de los contrabandistas, recordemos que varios de los hombres que honramos el día de nuestra independencia eran contrabandistas, incluyendo a John Hancock, uno de los firmantes de la Declaración de Independencia. En esa época era el Parlamento Británico el que imponía impuestos confiscatorios; hoy son los gobiernos federal, estatales y locales. Tales impuestos confiscatorios son un abuso del poder, independientemente de quién los imponga.

Walter Williams es Profesor de economía de la Universidad George Mason y presidente de la directiva de la Fundación Francisco Marroquín.
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