Opinión Internacional

Moderando a los ayatolás

Una regla fundamental es evitar que el fundamentalismo islámico
aproveche las libertades del mundo democrático, para reforzar su
prestigio y su influencia. En ese sentido, es un grave error, el que
una prestigiosa universidad norteamericana, bajo la influencia de
reconocidos lobbistas universitarios, cercanos a un Think Tank
favorable a los ayatolás, le haya abierto sus puertas al apocalíptico
presidente iraní, Ahmadinejad.

Hay siempre que tener en cuenta cuales son los objetivos de aquéllos
que las universidades occidentales reciben, ofreciéndoles una
exposición mediática máxima. En el caso particular, de «eventos de
diálogo» con los fundamentalistas islámicos, es una garantía casi
absoluta, que el objetivo de la discusión sea desplazado.

La presencia de Ahmadinejad en Columbia University no escapó a la
regla. Si bien, de entrada el rector de dicha universidad, no aportó
nada nuevo al debate, por cuanto se limitó a repetir lo mismo que
Bush, Blair y Sarkozy, han venido denunciando ante las instancias
internacionales. Ahmadinejad, sí aprovechó la ocasión para nuevamente
burlarse del holocausto e ironizar sobre los homosexuales de su país,
logrando así que se dejara de lado, la discusión en torno, no solo de
la amenaza inminente de la bomba nuclear iraní, sino el hecho, que el
régimen que preside Ahmadinejad mantiene estrechas relaciones con
grupos terroristas como; Hamas, Hezbollá y más recientemente Hezbollá
Latinoamérica.

Si bien, es igualmente una regla, que no hay que oponerse al diálogo,
debemos tener siempre claro donde empieza y donde termina el combate
de valores, porque regímenes como el de los ayatolás no lo ignoran.

Para estos «rebeldes» planetarios al estilo Ahmadinejad, polémicas
como la generada en el recinto universitario de Manhattan, solo sirven
a la causa del conspirador. Este personaje que ha sido escogido por
los ayatolás para jugar el rol del malo número uno, el diabólico que
va a enfrentar a los EE.UU. (en franca competencia con Castro, King
Jong Il y Chávez), le garantiza dividendos políticos a los ayatolás
tanto en la escena interior iraní, como en el Medio Oriente, donde las
crisis (Palestina, Irak, Líbano,…) se mueven al ritmo que los ayatolás
impongan.

Buscando los ayatolás, ampliar su ámbito de influencia, hace menos de
un año, la Universidad de Harvard le abrió su puertas al risueño, ex –
presidente iraní, el ayatolá Khatami. Ante la misma pregunta sobre los
homosexuales en Irán, el ayatolá respondió que la «sodomía» debía ser
castigada con la pena de muerte. ¿Por qué ésta respuesta no causó el
mismo revuelo que provocó lo dicho por Ahmadinejad? Porque,
diabolizando al oscuro miliciano que es Ahmadinejad, los ayatolás
obtienen de parte de occidente la valiosa etiqueta de «moderados».

De esa forma, se extiende el influjo de los ahora «moderados»
ayatolás, los cuales persiguen la instauración de un califato mundial,
bajo la tutela de Mahdi, el Mesías de los chiítas.

Para que la historia no se repita con ésta nueva forma de
totalitarismo, no habría que dejar en manos de estos rectores
universitarios, ni de ningún otro ingenuo, la delicada tarea de
hacerle frente al proyecto de califato de los ayatolás.

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