Opinión Internacional

Otra vez, de qué socialismo habla el Gobierno

En septiembre de 2009 publiqué mi “Movimiento a qué socialismo” y, en ese tenor, ahora resulta que el Vicepresidente de Bolivia, Su Excelencia II (S.E. II) nos dice, unos días antes de las elecciones del 6 de diciembre, que el país, bajo el mandato de los que gobiernan, y acaso seguirán gobernando, se dirigirá dizque “al socialismo”. El problema de un anuncio así es que reincide por enésima vez en el error de no especificar de qué socialismo se trata. No dice ni tampoco insinúa si se trata de nacional socialismo; socialismo comunista estilo Cuba; socialismo a empellones como el de Venezuela; político como el de la China; democrático como el de los países escandinavos, o qué. Incluso la democracia cristiana de centro derecha, cuando ha gobernado, practicó formas de socialismo sobre todo en los sectores tributario, de salud y educación. Y es precisamente por esta baraja de posibilidades que uno pregunta de qué habla el Gobierno. Claro que hablar es fácil pero en este caso no creo que S.E. II esté bromeando.

 

Pensándolo, acaso la mencionada autoridad no tenga que especificar nada porque los hechos más que los dichos puede que lleguen a conformar la índole de socialismo (o lo que sea) que con el tiempo se arraigue en un complejo social como el boliviano donde tradicionalmente la ley y cualquier reglamentación estatal o no estatal se cumplen a medias o no se cumplen con o sin la intervención de la cuchara gubernamental. De todas maneras, lo que decante con el tiempo, llámese socialismo o no, ha de ser sui géneris aunque ¡cuidado! hablar de “socialismo” en la Bolivia de los próximos años es una aventura sin nombre o más bien, ha de ser el resultado de cómo “se arregle la carga en el camino”. Me explico.

 

De un tiempo a esta parte el Gobierno viene observando el rictus de representantes de la empresa privada de todas las latitudes del país, e incluso ha registrado abrazos con ellos, en parte porque sabe que no la puede reemplazar de un plumazo socialista nacionalizante como seguramente quisieran los comunistoides del Gobierno, que los hay y muy asesorados cerebralmente desde fuera de Bolivia. De todas maneras, con la mala experiencia administrativa de YPFB, para sólo mencionar una, sería de locos hacer que un Estado populista, desordenado e ideologizado a medias, se haga cargo de más empresas. Aprender esto también ha sido “arreglar carga en el camino”, aunque “el arreglo” ha dejado qué desear desde cualquier punto de vista. Con todo, aceptemos que cierta cordura político-gubernamental se ha ejercido a un alto costo pero se ha ejercido, más como excepción obligada por la experiencia que por otra cosa. Y es precisamente esa cordura ejercida por el Gobierno que frena el ímpetu socialista-comunista que seguramente quiso mentar S.E. II.

 

Pero hay fuerzas mayores que impiden la marcha a un socialismo-comunista. Se trata de la informalidad francamente neoliberal que millones de bolivianos vienen practicando desde mucho antes de 2005. Y son natos neoliberales desde el punto de vista económico porque pagan poco o ningún impuesto; se rigen por las ciegas fuerzas del mercado sin que nada ni nadie las controle; contrabandean por ejemplo vehículos robados en Chile y seguramente en otros países vecinos; y también contrabandean ropa usada al por mayor, entre otras cosas.

 

Todo esto ante los impávidos ojos de la autoridad de este Gobierno dizque socialista que al respecto no puede hacer nada porque sabe que cualquier intento de poner orden significaría la pérdida de millones de votos que hoy necesita más que nunca. Ni hablar de las regiones productoras de cocales del Chapare y los Yungas donde la producción obedece los más categóricos parámetros neoliberales anárquicos y desbocados porque las 30.000 hectáreas de cocales pueden llegar a mucho más soliviantadas por una demanda controlada a medias y sin ayuda como la que suministraba, por ejemplo, el Gobierno de EEUU.

 

Otro freno es el acontecer de países iberoamericanos que, a medida que transcurren las elecciones presidenciales, se alejan cada vez más de un posible izquierdismo doctrinario para decantar en un centro-izquierdismo balanceado donde el juego democrático, mucho mejor llevado que en Bolivia, Ecuador, Nicaragua o Venezuela, encuentra cauces de progreso que vienen dando resultados espectaculares como el Uruguay dirigido serenamente por el presidente socialista Tabaré Vázquez. Los abrazos de éste con el recientemente electo presidente José Mujica, ex guerrillero de izquierdas, ojalá den continuidad a lo trazado por el presidente saliente. Chile tendrá elecciones donde la “concertación” regida por un socialismo equilibrado seguramente dará paso a un gobierno de derecha, etc. El mismo presidente Ignacio “Lula“ da Silva de Brasil ha venido practicando un populismo controlado sin que en ningún momento haya emulado desplantes desaforados pese a su apoyo a Zelaya en Honduras que ahora el pueblo ha rechazado. La UNASUR recalcitrante va quedando sola.

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