Plan Puebla-Panamá, riesgos y oportunidades para México

El Plan Puebla Panamá (PPP) busca fortalecer la integración regional, impulsar proyectos de desarrollo económico y social y mejorar la calidad de vida de los habitantes de la región territorial comprendida entre el sur-sureste de México y el Istmo Centroamericano. Ante el fracaso de este proyecto en el sexenio de Vicente Fox, hoy se busca la reactivación del proyecto, pero ¿por qué se busca su reactivación?, ¿qué intereses hay detrás del PPP?

El relanzamiento del PPP constituye un riesgo, pero también una oportunidad para la política exterior mexicana. La llegada de Calderón al poder trajo por lo menos la intención de una política exterior más enfocada hacia el sur y, aunque esto no quiera decir más independiente de Estados Unidos, sí constituye un esfuerzo por estrechar lazos con países de Centro y Sudamérica, lazos que se perdieron durante el transcurso del sexenio pasado.

La reunión en Campeche ante los jefes de Estado de Belice, Said Musa; Guatemala, Oscar Berger; El Salvador, Antonio Saca; Costa Rica, Oscar Arias; Honduras, Manuel Zelaya; Panamá, Martín Torrijos; Colombia, Álvaro Uribe, y al vicepresidente de Nicaragua, Jaime Morales, Calderón adelantó su intención de revisar a fondo el PPP, pero no sólo eso, sino que trata de reposicionar a México como líder regional, «es tiempo de acercarnos más a nuestros países hermanos latinoamericanos y en especial a los centroamericanos», dijo, «es tiempo de que México asuma su responsabilidad en el rol que le corresponde de equilibrio, de ponderación y de liderazgo regional».

FCH se ha mostrado como el impulsor y líder del proyecto del PPP, por lo que su importancia radica en el constante seguimiento para asegurar el cumplimiento del programa. Encabezar un programa tan ambicioso como el PPP es una oportunidad para que México logre afianzarse también como líder de la región. Sin embargo se corren riesgos graves, el fracaso del PPP podría ser considerado como un fracaso del gobierno federal, podría comprometer su política exterior y complicar la situación política al interior del país con grupos como la APPO y el EZLN. También ONG´s, grupos minoritarios e indigenistas critican ya el relanzamiento de este programa.

Pero cuáles son las verdaderas intenciones del Plan Puebla-Panamá, ¿se trata realmente de un esfuerzo conjunto entre gobiernos locales e internacionales, organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM) por llevar la prosperidad y el desarrollo a la región?, ¿se trata de una estrategia para contrarrestar la presencia de Chávez en América Latina, crear un balance ante las alianzas y los acuerdos petroleros que el gobierno venezolano ha logrado con distintos países del cono sur, una estrategia coordinada por Estados Unidos para frenar la iniciativa Bolivariana de las Américas que promueve el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez? o, peor aún ¿se trata de los intereses de las grandes transnacionales, laboratorios como Du Pont, Pulsar, Monsanto y Novartis que se verán beneficiados con una posible modificación al art. 27, con lo que se logrará la expropiación de tierras ejidales en las que se desarrollará la plantación de manera tecnificada y se privatizarán los conocimientos indígenas sobre la tierra, así como el corredor biológico mesoamericano en favor de las transnacionales? ¿Será cierto que el PPP trata de impulsar una política que implique un desarrollo que no comparten los habitantes de esas tierras, indígenas y campesinos que se ven amenazados por políticas en las que ellos no han sido consultados?

Por otra parte el PPP o Conectando Mesoamérica, como se le quiere nombrar ahora, se puede ver amenazado no sólo por posturas anti-neoliberales de ONG´s o movimientos locales, sino también por gobiernos como el de Nicaragua, quien encabezado por Daniel Ortega, ha decidido no asistir a la Cumbre que se celebra hoy en Campeche. El PPP se verá amenazado en la medida que quiera competir con otras alianzas continentales. Hay que comprender que el PPP no debe plantearse como una competencia por disminuir la presencia de Chávez en la región, este planteamiento llevaría al fracaso cualquier intención de desarrollo en México y Centroamérica. Hay que valorar y entender las diferencias y circunstancias particulares que plantea el PPP, se debe buscar incrementar la seguridad, la inversión, el respeto a los derechos humanos, la cooperación política y económica y el intercambio energético regional, que se plantea PEMEX suministrará. Este último punto puede ser uno de los más delicados en el PPP ya que se plantea la construcción de una refinería disputada entre Guatemala, Panamá y Costa Rica. En caso de un juego de suma cero, debe tenerse en cuenta que habrá dos naciones que no serán elegidas, significando dos naciones resentidas y ante tal situación buscarán apartarse del proyecto y alinearse con la postura del gobierno de Nicaragua. Ahí es cuando México se debe mostrar como líder regional, debe impulsar el acuerdo y la negociación para que ninguna de las partes pueda recular ante un supuesto rechazo, pues de darse tal situación se pondría en jaque no sólo el desarrollo, sino la realización del propio PPP.

Varios de estos cuestionamientos serán aclarados con el tiempo. En mi opinión: el PPP es un programa regional muy ambicioso y que trae pocos cambios de fondo con respecto al que se propuso en el 2000, por lo que deberá ser revisado, sin perder de vista la opinión y los derechos de los habitantes de esta región. Los riesgos son igual de complejos y amplios que las oportunidades, sin embargo los riesgos son en el escenario actual más cercano. El éxito o fracaso del PPP determinará en la misma proporción el futuro de México en la región, determinará también en gran medida el futuro de la política exterior mexicana, la estrategia política a seguir, la imagen del país y medirá su liderazgo dentro del continente.