Opinión Internacional

¿Se puede pescar con un computador?

Hay una notoria salida justa entre los manifestantes anti G-8 que se congregan en torno del Foro Social de Génova, y los miles de jóvenes movilizados por las asociaciones católicas, lideradas por la poderosa Acli: Asociación Católica de los Trabajadores Italianos.

El Foro convoca a una gran marcha para el 21, en la cual los católicos solo admiten participar si hay garantías de que será una manifestación no-violenta. Eso porque varios activistas contrarios al actual modelo de globalización, como el francés José Bové, prometen aquí romper, a la fuerza, el cerco de la «zona roja» en torno al Palacio Ducal, donde estarán reunidos los ocho más poderosos gobernantes del mundo.

Los ferroviarios italianos garantizan que van a desembarcar en la estación de Génova más de 5 mil manifestantes. En fin, la impresión que se tiene es que los medios locales hacen la crónica de una guerra anticipada, sobre todo llamando la
atención sobre el aparato bélico montado en la ciudad, incluido misiles tierra-aire.

Los hackers causan pavor a la seguridad del evento. En enero, en Davos, consiguieron entrar en el sistema de informática, descubriendo hasta las tarjetas de crédito de los dueños del dinero. Aquí, ya demostraron que se consideran imbatibles: interrumpieron tres transmisiones de televisión para emitir protestas contra el G-8.

Desde hace días, todos los detalles del G-8 están siendo filmados por 44 directores de cine italianos, liderados por Ettore Scola, Gillo Pontecorvo y Francesco Maselli. Nada escapa de sus cámaras distribuidas por toda Génova.

Lo que sin duda constriñe al gobierno de Berlusconi, anfitrión del evento, es saber que la voz más autorizada anti-G8 «canonizó», el domingo pasado, manifestantes y manifestaciones: el Papa Juan Pablo II. El afirmó que «la fe no puede dejar al cristiano indiferente ante semejante cuestión (globalización) de relevancia mundial. Ella desafía a interpelar con espíritu propositivo las responsabilidades de la política y de la economía, de modo que el actual proceso de globalización sea fuertemente gobernado tomando en cuenta el bien común de los ciudadanos del mundo entero».

Los adeptos a la Teología de la Liberación, también están presentes en Génova, dicen que, al fin, el Papa se adhirió a la visión de aquellos que hacen de la fe un lente crítico de las cuestiones sociales. El hecho es que, tranquilo, Juan Pablo II se escapó del calor de Roma y acompaña a la distancia, en vacaciones en Les Combes d’Introd, en el valle d’Aosta.

En compañía de seis asesores, un médico y un amigo polaco, el Papa se despierta a las seis de la mañana, celebra misa y, después del café, pasa el día paseando en la región a bordo de un vehículo 4×4. Después de la cena, se entrega a los libros que llevó en dos cajas. Con seguridad, con un ojo en el noticiario de los que ocurre en Génova.

Sensibilidades

El comercio mundial de armas es otro tópico que merece la atención de los manifestantes. Africa no produce armas y, sin embargo, padece guerras incesantes. ¿Cómo los líderes de las naciones productoras de armamentos pueden hablar en paz si obtienen grandes lucros con los conflictos armados?

El lema del Foro Social Mundial de Porto Alegre, «Otro mundo es posible», es evocado aquí como crítica al actual modelo de globalización, centrado en el avance de la tecnología de punta. Según la ONU, la geografía del progreso tecnológico demuestra que, en los Estados Unidos, la tarifa mensual de acceso a Internet equivale a 1.2% de la renta mensual media. En Madagascar, al 614%. En los países del hemisferio norte hay una línea telefónica para cada dos personas. En el Tercer Mundo, la proporción es de 1/200.

«Si un hombre tiene hambre, denle una caña para pescar» reza un proverbio, ahora modificado por la globalización: «denle un computador». Y llenen las bolsas de las naciones exportadoras de tecnología cibernética. Aunque la lámpara eléctrica fue
inventada en 1870, hoy, cerca de 2 mil millones de personas aún no tienen acceso a ella.

La desconfianza de los críticos del G-8 es que los miembros de este selecto club no estarán dispuestos a tocar ningún punto que signifique reducción de riqueza para sus naciones. Por eso, el computador es presentado como la nueva caña de pescar, y los alimentos transgénicos como solución para el hambre mundial.

Pero ninguna coma es alterada en los acuerdos internacionales que podrían tornar la producción mundial de alimentos accesibles al mayor número de bocas, vía reducción de aranceles. Así como casi nada se hace para evitar que cese la muerte diaria de 30 mil niños en el mundo, por enfermedades fácilmente prevenibles y curables. Solo el 10% de los recursos invertidos en la investigación global de la salud se destina a las enfermedades asociadas a la pobreza.

Para demostrar que no son tan insensibles a los pueblos del Tercer Mundo, los miembros del G-8 abrirán sus puertas a algunos invitados especiales, presidentes de naciones pobres, entre los cuales Francisco Flores, de El Salvador, el único
latinoamericano con acceso al Palacio Ducal. La invitación también fue extendida a la indígena guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz, pero ella se excusó.

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