Opinión Internacional

Tenue acercamiento a la verdad

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Santiago de Chile (AIPE)- La Presidenta de Chile reveló al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, que en 1975 había sido llevada presa y «con la vista vendada» a Villa Grimaldi. Fue dijo «por pensar distinto» e insinuó un largo cautiverio.

Ni lo uno ni lo otro. La detuvieron por colaborar con el MIR, que desde hacía años cometía atentados y segaba vidas. La represión del gobierno militar era entonces aplaudida por todos los demócratas, partiendo por los líderes de la Democracia Cristiana (DC), y hasta por los jueces. Y Michelle Bachelet estuvo sólo cinco días presa. Los detalles de su colaboración con el MIR y su detención están en las páginas 95 y 102 de la biografía suya de los periodistas Andrea Insunza y Javier Ortega. También un notable artículo sobre la Presidenta, del historiador James Whelan, aparecido en «The American Spectator», en su edición de mayo, precisa la naturaleza de sus vinculaciones con el MIR y, posteriormente, con el grupo guerrillero FPMR.

La pronta liberación de Michelle Bachelet, examinada bajo un prisma de lucha eficaz contra el terrorismo, tal vez puede hasta haber constituido un acto de lenidad del régimen militar, sólo explicable por las peticiones de oficiales que fueron amigos de su padre.

Pero, en justicia, hay que reconocerle esta vez a la Presidenta una mayor aproximación a la verdad, al haber omitido toda referencia a sus propias torturas, como las hechas en años recientes. E hizo bien, pues no las sufrió, como la vi y oí reconocer en la televisión, cuando ocupaba sus primeros cargos de alto nivel. Entonces agregaba, sin embargo, que su madre, detenida junto con ella, sí sufrió torturas. Pero la señora Ángela, en una actitud que la dignifica, las ha negado, en declaraciones a los diarios «La Segunda» y a «La Tercera», si bien puntualizando que soportó malos tratos e insultos soeces.

A propósito de esto, cabe recordar que la singular revista norteamericana «Time», meses atrás, dio un verdadero «golpe» al dar el nombre del supuesto torturador de Michelle Bachelet. En efecto, escribió textualmente que la torturó «Pinochet». «Time» hace ostentación de su culto a la verdad y mantiene una sección con un título equivalente a «Poniendo las cosas en su lugar» («Setting the record straight»), donde rectifica errores de números anteriores, pero no, al parecer, sus mentiras realmente grandes.

Bien, pero además de haber la Presidenta progresado en este tema, aunque haya sido sólo por omisión, también dijo otra gran verdad: «Ni la más brutal de las fuerzas puede contra la dignidad humana». Vale. Chile es un vivo testimonio de que «la más brutal de las fuerzas» pudo ser derrotada. Quienes la vencieron nos legaron la libertad y la democracia.

Lamentablemente, la Presidenta se alejó otra vez de la verdad al repetir en Ginebra que su padre había muerto como consecuencia de las torturas. No fue así. Sí falleció estando preso por su responsabilidad en la conspiración de un grupo de oficiales de la Fuerza Aérea de Chile, en connivencia con el socialismo y el MIR, para dar un golpe dentro de esa rama, antes del 11. Los detalles están en el libro «Proceso a una traición», del periodista Ricardo Boizard. La causa de su muerte fue una actividad deportiva incompatible con su condición cardiaca. Lo corroboró su compañero de prisión, el dirigente socialista Erich Schnake. Claro, los delegados ante el Consejo de la ONU y el resto del mundo (incluidos casi todos los chilenos) no tienen por qué saber esto, porque nunca han conocido toda la verdad.

Pero en Ginebra, con todo, hubo un tenue acercamiento presidencial hacia ella.

___* Analista político chileno.

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