Opinión Internacional

¿Tiembla el gobierno francés?

Francia vuelve a ser epicentro de un movimiento de protesta ciudadana que conmueve a la sociedad civil y hace temblar la propia marcha del gobierno.

Toda esta semana la dinámica de vida parisina se ha visto perturbada por las manifestaciones callejeras y por un paro nacional, lo puso a funcionar a media marcha.

El motivo de la protesta de tres millones de ciudadanos en esta ocasión es un proyecto de reforma legal impulsado por el gobierno que lo que busca es agilizar el mercado laboral para que Francia pueda competir más eficazmente en los mercados mundiales.

El nuevo proyecto instaura contratos de empleo juvenil flexibles como los que exige este mundo de hoy, pero hay que decir que una amplia mayoría lo considera como una amenaza a los derechos ya adquiridos por los franceses en terreno de lo laboral . ¿Por qué es esto así?. Estamos hablando del Contrato de Primer Empleo (CPE) destinado a los menores de 26 años que prevé la posibilidad de que estos sean despedidos sin justificación durante los primeros dos años.

El gobierno asegura que con una medida de este género puede ofrecer trabajos dignos a los jóvenes que hace cinco meses incendiaban los suburbios. Los empresarios galos están felices con la idea ya que en el terreno de lo laboral Francia se ha estado quedando por fuera de la globalización. Pero los estudiantes consideran que se trata de un estatuto de explotación laboral digno del siglo XIX y no han vacilado en atizar el desorden disturbios toda la semana para presionar al gobierno a su retiro.

La realidad es que el gobierno de Jacques Chirac persigue mucho mas con este balón de ensayo que disponer de una normativa para el empleo juvenil.

Lo que está a prueba es la capacidad de Francia para reformar sus estructuras obsoletas y para adaptarse a los requerimientos de un mundo cambiante. El Primer Ministro Dominque de Villepin se está jugando su carrera política con esta propuesta que salió de su propio escritorio. De salir victorioso pondría una banderilla en el lomo de su opositor el Ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, quién como el desearía mucho verse en la silla que hoy ocupa Chirac a partir del 2007.

Lo que ocurre en Francia no es una cosa de poca monta. Estamos frente a una crisis política severa en la que se siente tanto la falta de liderazgo como la desconfianza en las instituciones. Y ambas cosas son indispensables para que cualquier país abrace la dosis de sacrificio que es necesario para jugar en las grandes ligas mundiales.

La solución no esta a la vuelta de la esquina.

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