Opinión Internacional

Turkmenistán y su líder

Turkmenistán es una nación situada en el Asia Central, perteneció a las 15 Repúblicas que formaron parte de la extinta U.R.S.S hasta su desaparición a principios de los años 90 del siglo XX, posee aproximadamente 4 millones y medio de habitantes, de los cuales casi un 90% profesa la religión musulmana, limita con Irán, Afganistán, Kazajstán, Uzbekistán y el Mar Caspio.

Este país, del todo remoto para quienes habitamos en estas latitudes del globo terráqueo, posee uno de los ejemplos vivientes mas patéticos de hasta donde puede llegar la megalomanía y el personalismo de los dictadores y de todos aquellos políticos que, creyéndose enviados de Dios o elegidos por el destino, son capaces del autoritarismo más rapaz y despótico con tal de imponer a sus esclavos, que no conciudadanos, sus designios y caprichos como modelo político e ideología nacional.

El nombre de este “caballero” es Saparmurat Nizayov, de 65 años, detenta el poder desde el año de 1.991 y fue nombrado presidente vitalicio por los parlamentarios en 1.999, uno de ellos dijo que Nizayov “debería vivir 150 años y gobernar el país hasta esa edad”, su personalismo es tan descarado que existe en Ashgabat, la capital de la nación, un canal temático dedicado exclusivamente a su persona, siendo también obligatoria la publicación de su foto diariamente en la prensa nacional. Llamado por obligación “Turkmenbachi” (Padre del pueblo turkmeno), es famoso por una serie de medidas rabiosamente aislacionistas tales como la supresión de espectáculos de ballet y de opera, la prohibición de difundir música grabada extranjera de cualquier índole en los medios de comunicación así como en cualquier evento público o lugares de reunión, todo esto a fin de proteger la tradición musical turkmena y por considerar innecesaria y dañina para el pueblo la difusión de manifestaciones culturales venidas de otras tierras. También sus “progresistas” decretos han prohibido utilizar la radio en los vehículos o el uso de barba o cabellos largos a los jóvenes.

Este “singular” personaje ha escrito además un libro llamado “Rukhname” (Libro del Alma), que pretende ser algo así como una guía de comportamiento y de vida para los turkmenos, su autor le da la misma importancia que a la Biblia o el Coran, consta de unas 400 paginas y es enseñanza obligatoria en escuelas y universidades. Para colmo de males el parlamento de Turkmenistán ha decretado al año 2005 como el “Año del Libro Ruhkmane”, como “homenaje” del rastrero poder legislativo a su gran líder político y espiritual y a su maravillosa creación.

En otro orden de ideas, en el interior del país, la pobreza critica alcanza niveles cercanos al 95%, el analfabetismo campea en toda la nación a pesar de que las estadísticas oficiales hablan de un 98% de personas que saben leer y escribir. Los hospitales que no estén ubicados en la capital han sido cerrados por orden del gran “estadista”, por lo cual no se puede hablar de la existencia de un sistema nacional de salud. No existe una oposición política y todo aquel del que sospeche disiente de la ideología oficial es perseguido, detenido y torturado, sus bienes confiscados y su familia hostigada. Los medios de comunicación son controlados por el estado, los únicos canales de difusión para los pocos que tienen el valor de manifestar su parecer son los medios de comunicación audiovisuales e impresos de Rusia.

Este es un panorama ciertamente desolador, una nación esclavizada y sometida a los designios de un megalómano desquiciado que gobierna a su antojo, al que muchos pseudo intelectuales de la izquierda patológica y mesiánica de Europa y América defienden esgrimiendo el absurdo principio de autodeterminación de los pueblos como excusa para permitir toda suerte de regímenes despóticos y tiránicos en los países del tercer mundo.

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