Opinión Internacional

Una leyenda viviente en cinco actos

Acto 1
Apollo Theater de Harlem, Manhattan, NYC.

(%=Image(8541394,»R»)%)Es el invierno de 1950, cerca de la medianoche; el oscuro local lleno de humo acaba de ser estremecido por una banda de jóvenes latinos. Un alto joven de unos 20 años de edad, acaba de terminar su perfomance y se dispone a salir del tablado; cuando, en medio de la penumbra, rodeado de sus músicos, un “elevado” Charlie Parker – sí, el gran, fabuloso, mitológico, renovador, genio, inventor, problemático, siempre caminado “entre las nubes” y loco como el que más, Charlie Parker – se le acercó antes que bajara de las tablas y le dijo tomándolo por el hombro: “Oye chico, ten la bondad de quedarte”

La intuición de Charlie Parker siempre fue premonitoria, cuando indicaba que un joven era bueno, a la vuelta de pocos años se transformaba en toda una estrella; por ejemplo Miles Davis, Red Rodney, Bud Powell y el flaco conguero que golpeaba las tumbadoras de una manera diferente, progresiva, personal; rompiendo los cubanos moldes que habían llevado a New York Chano Pozo, Mongo Santamaría, Cándido Camero, y otros más. Su participación esa noche fue tan espectacular que Bird, apodo de Parker, lo contrató por dos semanas.

Acto 2
Poliedro de Caracas

(%=Image(2149961,»L»)%)En el año 1979 se organizó un Súper Concierto donde actuaron Tito Puente, Celia Cruz, Ismael Quintana, Héctor Casanova, Junior González, Pete “Conde” Rodríguez, el Cantante de los Cantantes: Héctor Lavoe, Ismael Miranda. Por Venezuela, Oscar D’León; y, además, para completar el cartel; el ya no tan flaco conguero newyorkino con su agrupación. Todos en honor al Bárbaro de Ritmo: Bartolomé Maximiliano Moré. El percusionista con su banda abrió los fuegos del recital, en medio de la primera pieza, y con el público calentando los ya hirvientes motores, el sonido comenzó a fallar, y en medio del solo del newyorkino pianista Oscar Hernández, el director ordenó detener la interpretación.

La oleada de silbidos y pitazos fue ensordecedora, y entonces emergió desde detrás de las congas rojas marca LP, los enormes 1.90 de altura y con su conocida aflautada voz nos calmó y dijo: “Tenía casi 15 años sin venir a Venezuela, tenia retirado de la salsa 4 años y no puedo permitir que el mal sonido sabotee mi espectáculo, cuando lo arreglen vuelvo”. Casi 30 minutos después, el Rey de las Congas, el único, el indiscutible Manos Duras Ray Barretto, demostró todo su poder y su magnificencia; hasta el punto de interpretar con solo sus congas nuestra Alma Llanera.

(%=Image(5843839,»R»)%)Me encontraba en primera línea, apenas a 2 metros de la tarima desde hacían 4 horas, aguantando empujones, pisotones, codazos y toda clase de envites. Casi tres semanas después de ese concierto, comencé a tocar congas y bongos, teniéndolo a él como imagen a seguir desde entonces.

Acto 3
New York City

Raimundo “Ray” Barretto contó, en una entrevista hecha por Héctor Castillo en la desaparecida Radio Aeropuerto, que es hijo de inmigrantes puertorriqueños nacido el 29 de abril de 1929 en Brooklyn, New York, aunque creció en el East Harlem y en el Bronx. Su padre regresó a Aguadilla, Puerto Rico cuando tenía 4 años de edad, y su madre para pasar su “guayabo”, escuchaba por radio las transmisiones de Tommy Dorsey, Duke Ellington, Benny Goodman y Count Basie. Con ese sonido en su mente, Barretto creció sin todavía interpretar ningún instrumento. El contacto con su padre nunca se perdió.

A los 17 años el Tío Sam lo enroló enviándolo para Alemania, donde entró nuevamente en contacto con el Jazz cuando escuchó la conocidísima «Shaw ‘Nuff” de Gillespie y Parker. Recuerda Barretto que en una noche de permiso, entró con un grupo de soldados al Orlando, un Club de jazz en Munich, y tomando un banjo – un instrumento de cuerdas de metal, con una caja redonda forrada de cuero y utilizado básicamente en la música country – lo acondicionó y lo usó como si de una tumbadora se tratara en su primera descarga pública.

Al reintegrarse a la vida civil, Ray continuó tocando en New York con Max Roach, Lou Donaldson, Roy Haynes, Donald Byrd, Wes Montgomery, Charlie Parker, Dizzy Gillespie hasta que logró su primer trabajo “en serio” en el Latinjazz Combo de Eddie Bonnemere. Dos años más tarde formó parte del conjunto de José Curbelo, de donde pasó a sustituir a Mongo Santamaría en la orquesta de Tito Puente. Barretto permaneció con el timbalero durante cuatro años, período en el que también intervino como músico de estudio en grabaciones del género «rhythm & blues» en discos de Red Garland, Gene Ammons y, brevemente, Herbie Mann.

En el 1961, el sello disquero Riverside decidió entrar al mercado de la música latina; y en 1962 firman a Barretto, iniciando este ciclo formando una orquesta de charanga compuesta por siete músicos. «Pachanga with Barretto» fue el primero de dos discos que Ray grabó con ellos. Pero ante la insatisfacción del experimento, el conguero cambió de compañía para iniciar una nueva estrategia musical, y grabando con la casa Tico, Barretto logró su primer éxito con la canción «El Watusi» en 1963.

En medio del furor del rock y la nueva ola, el tema se convirtió en la primera canción puramente latina en penetrar las listas de Billboard en los Estados Unidos. Luego de varios álbumes con Tico, Barretto firmó con el sello UA con la esperanza de lograr más amplia distribución de sus discos. Con ellos realiza producciones como «Ray Barretto Señor 007». Pero ante la falta de efectividad en el mercado, decide firmar con la recién formada compañía Fania en 1967.

(%=Image(4455952,»L»)%)Su primer disco para el novel sello, «Acid», cambió la estructura de la charanga por el de un conjunto (percusión completa y 2 ó 3 trompetas) fue un experimento de fusión con «rhythm & blues » que bien le logró recapturar la atención del público latino. Con Fania, Ray Barretto se consagró como uno de los máximos exponentes de la salsa. Al mismo tiempo, participó en grabaciones de figuras anglosajonas como Cal Tjader y los Bee Gees, entre otros. Desde el 1968 formó parte de la Fania All Stars, y con discos como «The Message», «Power», «Indestructible», y “Que viva la música”, su nombre se estableció como uno de peso en el género tropical.

De hecho, uno de sus grandes aciertos en este período lo fue su disco «Barretto» o el de “Las Congas Rojas”, que en 1975 logró una nominación al premio Grammy. Durante esos años pasaron por su orquesta vocalistas de la talla de Adalberto Santiago, Tito Allen, Rubén Blades, Tito Gómez y Ray De La Paz. Igualmente su orquesta contó con talentosos instrumentistas como el timbalero Orestes Vilató, el bajista Andy González, el pianista Oscar Hernández, el timbalero Ralph Irizarry y los trompetistas Roberto Rodríguez, René López y Hernán “El Negro” Vivar – quién acompañara a “Cachao” en aquellos escalofriantes discos de descargas cubanas de los ‘50.

Del 1976 al 1978, grabó tres discos de jazz para el sello Atlantic Records. Uno de ellos, «Barretto Live…Tomorrow» fue nominado para un Grammy y es, a mi entender, uno de los más increíbles, espectaculares, excitantes e irrepetibles discos de salsa jamás grabado. En él intervinieron todos los cantantes y músicos que formaron parte de sus diferentes orquestas, cerrando el espectáculo con una larga versión de 15 minutos de duración del clásico “Que viva la música”, donde reventaron los cueros Tito Puente y Orestes Vilató.

Este año sucedió un evento que cambiaría su vida.

Acto 4
New York City

Saliendo del Asia – un club restaurante cubano-chino-estadounidense muy concurrido por los músicos latinos de la Ciudad – y mientras buscaba algo en la maleta de su automóvil, un borracho que intentaba estacionarse, le trituró una de sus manos. El dolor físico era poco comparable al dolor espiritual, ya que estaba imposibilitado de tocar sus tambores; varias operaciones trataron de corregir los defectos, pero el mal cedió únicamente ante la acupuntura. Durante estos años de retiro, descansó del “agitado ritmo de vida que llevaba, comió bien y bebió bebidas saludables” tomando la decisión de llevar las cosas con más calma. Nunca se alejó por completo del ambiente, recorría los clubes escuchando mucho jazz y mucha salsa, compartiendo teorías con músicos de diferentes esferas y estilos hasta que decidió detener su descanso.

En este período de ausencia, su largo brazo ya había dado como resultado varias geniales agrupaciones más: La inolvidable Típica ’73 (Sonny Bravo en el piano, Nicky Marrero y Orestes Vilató en las pailas, Johnny Rodríguez en los bongós y otra percusión, José Grajales y Rubén “Cachete” Maldonado en las tumbadores y tambores Batás; René López, Leopoldo Pineda, Mario Rivera en los metales y entre los cantantes, Camilo Arguménes “Azuquita”, Tito Allen y José Alberto “El Canario”); la Orquesta Guararé de donde salió el percusionista Jimmy Delgado y el cantante Ray de la Paz; y Los Kimbos; una preponderante banda en el ambiente newyorkino, casi totalmente desconocida en Venezuela.

(%=Image(1120542,»R»)%)En el 1980 regresó a Fania Records y a la salsa, produciendo un álbum considerado por los críticos como un clásico: «Rican Struction». El mismo fue proclamado por la revista Latin N.Y. como «Mejor Álbum» del 1980, y Barretto fue igualmente distinguido como el conguero del año. Durante la década del 80, el músico newyorkino experimentó una merma en su popularidad. Sin embargo, nuevas nominaciones al Grammy aparecieron como reflejo de sus geniales trabajos.

Fue nominado al galardón por las producciones «Ritmo de la Vida» y “Tremendo trío”. Por este último recibió el Preimo ACE (The Hispanic Association of Entertainment Critics of New York) por ‘Salsa Album of the Year’. Y finalmente, en el 1990, ganó la presea por el disco «Ritmo en el Corazón» grabado en 1988, el cual contó con la participación de la cantante Celia Cruz.

(%=Image(5244947,»L»)%)Grabó discos geniales: “Aquí se puede”; “Fuerza Gigante”; “Todo se va a poder”, hasta que en 1989 produjo “Irresistible”; el que fuera el último con el contrato de Fania.

Acto 4
Alrededor del mundo

En 1991 firma con el sello canadiense-americano Concord Picante e inicia una real etapa Jazzística, muy influenciada por el Cool Jazz creado por Miles Davis a principios de los ’50. Su primer CD fue “Hand Prints”. En el ’92, graba lo que es hasta hoy su postrimera producción salsera “Soy dichoso”, para continuar con “Ancestral Messages” y “Taboo”. Seguidamente firma para OWL / EMI de Francia, el laureado “My summetime”. En 1997 con la vitoreada compañía Blue Note produce “Contact!” – grabada en Alemania y New York – y en el 1999 con los jazzistas Kenny Burrell en la guitarra, Steve Turre en el trombón y Joe Lovano en el saxofón el que a mí pensar – dentro de sus excelentes creaciones – es la más representativa de su Cool Latinjazz: “Portraits of Jazz and Clave”.

(%=Image(4733631,»R»)%)Sus últimas impresiones han sido realizadas en Europa, donde es asiduo de los distintos Festivales que ocurren en el Viejo Continente, El North Sea Jazz Festival; el Montreoux Jazz Festival, el Festival de Jazz de San Sebastián, entre muchos. De igual manera a dado cantidad de recitales en Japón y Korea donde es tratado como un verdadero Emperador.

Ray Barretto es un iconoclasta de las congas. Es el único de los grandes tumbadores (Chano, Mongo, Eddie Montalvo, Milton Cardona, José “Mañengue” Hidalgo; Giovanni “Mañenguito” Hidalgo, Carlos “Angá” Díaz, Jorge “El Niño” Alfonso; Ricardo “Richie” Flores, …) que llegó a la música afrocaribeña; léase Salsa a través de la música afroamericana: El Jazz. Primero fue jazzista que rumbero, primero tocó jazz que son, primero “Mató Tigres” con Charlie Parker y Dizzy Gillespie, es decir con las leyendas del Jazz; que con Tito Puente y Palmieri. Se inició oyendo los clásicos del Jazz antes de escuchar los tradicionales del son cubano. Aprendió antes la síncopa afroamericana antes de la clave afrocaribeña. Quizás tenga menos características de rumbero que los demás grandes congueros, pero en realidad es, sin duda alguna, el mejor y más músico de ellos.

Ha grabado y tocado cualquier cantidad de éxitos; por ejemplo con The Rolling Stones en la sempiterna “Sympathy for the Devil” (¿Adivinan quién es el conguero en la versión original?); y en la genial adaptación del clásico modernista del británico Richard Strauss “Also Sprach Zarathustra” , que sirviera de tema musical a la relevante película de Stanley Krubick 2001: Odisea en el Espacio; esto junto al tecladista brasileño Eurmir Deudato. En fin, ha tocado con todos y de todo, siempre con los elevados ribetes de calidad que perennemente lo han caracterizado.

Acto 5
Epílogo

(%=Image(8356137,»L»)%)Después de varios años, en 1999, en una de las mal llamadas “Noches de Nueva York” (la casi totalidad de los artistas son de Puerto Rico) que desde hace cierto tiempo se organizan anualmente en El Poliedro, Ray Barretto se volvió a montar en la tarima con su compañero de siempre Adalberto Santiago, y con varios años encima, unos cuantos kilos de más, y varias canas que aparecieron indebidamente, explotaron el techo del local que, al son de “Quítate la máscara”, pusieron a bailar y cantar a las 16000 personas que esa noche colmaron hasta el techo la instalación. Viejos, maduros y jóvenes respondían los pedidos de la orquesta, y Barretto destrozó las congas como viene haciendo desde hace más de 50 años. Asimismo, gracias a la magia de la televisión por cable, un canal español, ofreció a las pocas semanas del citado concierto un programa de hora y media con el Manos Duras, en donde puso a, literalmente, brincar a todos los españoles que allí estaban,

Barretto es junto a Palmieri y el finado Puente, parte de ese trío de irreverentes newyorkinos latinos que han dado a nuestra música galardones y reconocimientos por doquier. Es gracias a personas como los nombrados que la Salsa y el Latinjazz son nuestras máximas representaciones a nivel mundial. Ellos, desde tiempos inmemoriales, han dado su vida por nuestra latina cultura, en contra del denominado Establishment norteamericano y latino, en pos de lograr para nuestra erudición el sitial que se merece.

De aquellos años en donde los primeros salseros escondíamos los discos para imposibilitar que nos los vieran, que muchas veces sufríamos el desdén de los muchos que aún creen que esta manifestación cultural carece de valor y legitimidad; se ha pasado a una época en donde el estar aparte del movimiento es, como dice el mocerío de ahora “una raya”. Para disfrutar a Ray Barreto, Eddie Palmieri y Tito Puente, luchábamos contra lo establecido, siguiendo sus ejemplos y enseñanzas.

La calidad de la Salsa ha bajado en aras de la comercialización, eso es innegable; pero hay que reconocer dos aspectos:

  1. Los que empezamos su cultivo en los inicios de los ’70, estábamos en un camino correcto, ya que si nosotros nos hubiéramos rendido ante las presiones culturales de nuestros años adolescentes, cabe la probabilidad de que otro son estuviera sonando.
  2. Aún y a pesar de muchos, es Salsa, con otras características, Salsa.

Por eso, felicitaciones Ray Barretto y aún eres el ejemplo a seguir.

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