Opinión Internacional

!Viva Chile, mierda!

«Chile: ese es el ejemplo a seguir. Dejemos que los cubanos entierren a sus muertos mientras se continúan hundiendo en el fango de la tiranía. Volvamos la vista a la democracia, a la libertad, a la prosperidad y la entereza.

Salgamos cuanto antes del despotismo dictatorial, como hicieran los chilenos y, unidos, reconstruyamos nuestra patria. Es la gran lección que hoy recibimos de sus mineros. ¡Viva Chile, mierda!»

Dos símbolos indelebles de la profunda unidad que abraza a los chilenos de todos los tiempos – con la dolorosa excepción del extravío marxista y la tragedia dictatorial que sacudieran al industrioso y sobrio país sureño entre 1970 y 1989 – han sido recordados en estos días de históricas emociones: la bandera y el himno nacional. Son el último refugio de la chilenidad: ante cada circunstancia notable, adversa o favorable, desgraciada o feliz, hacer flamear la bandera y entonar el himno son las respuestas instintivas de los chilenos. Con los ojos humedecidos y el pecho sobrecogido por la emoción, cuando los chilenos izan su bandera o cantan su himno, reviven una vez más sus historias, sus grandezas, su destino. Lo expresan, ellos, tan comedidos, con una expresión que les sale del alma: ¡Viva Chile, mierda!

Han sufrido dos graves acontecimientos, que quedarán inscritos con sangre, fuego y dolor en su historia patria: uno de los más devastadores terremotos de que se tenga memoria con un altísimo saldo en pérdidas materiales. La respuesta espontánea e inmediata de todos los chilenos, unidos en un solo corazón sin importar condición, fue unirse en torno a su bandera y enfrentar la adversidad con el coraje, el temple y la grandeza que los caracteriza. No despertaban aún del espantoso trauma causado por el cataclismo, y un hecho terrible volvió a conmocionarlos: 33 mineros quedaron atrapados a más de 700 metros de profundidad en una mina del desértico norte chileno.

La primera impresión fue desastrosa. Se pensó que el rescate era imposible y el dolor volvió a sacudir el ánimo de los chilenos. “No sé que es peor, me dijo un viejo amigo chileno en Santiago, si el terremoto o esta otra desgracia que nos sacude”. Pero recurriendo a ese nervio acerado de un país hecho en medio de los rigores del frío y el hielo, del desierto y los ventisqueros, de un océano bravío y tempestuoso, se irguieron de inmediato y decidieron salvar a sus mineros.Pues son, los chilenos, del tamaño de sus desafíos.

Han pasado desde entonces 70 días. Y en un trabajo responsable y discreto, cargado de sentido ético y moral, altamente profesional y capacitado, sus obreros e ingenieros, sus mineros y familiares, bajo la dirección de un gobernante que une, y no divide, dirige y no acaudilla, agrupa y no dispersa, han logrado los chilenos una verdadera hazaña: perforar la montaña, llegar a sus mineros, y luego de usar todos sus conocimientos tecnológicos y su gran preparación profesional, han comenzado el rescate del siglo.

¡Qué enseñanza la de los chilenos para nosotros, los venezolanos! Responden a un terremoto haciendo crecer aún más su economía. Se enfrentan al infortunio uniéndose como un solo hombre. Sin demagogias, sin aventuras bufonescas, sin despilfarro, sin corrupción, sin ofensas, sin derramamiento de sangre. Sin bravuconadas y palabrería.

Chile: ese es el ejemplo a seguir. Dejemos que los cubanos entierren a sus muertos mientras se continúan hundiendo en el fango de la tiranía. Volvamos la vista a la democracia, a la libertad, a la prosperidad y la entereza.

Salgamos cuanto antes del despotismo dictatorial, como hicieran los chilenos y, unidos, reconstruyamos nuestra patria. Es la gran lección que hoy recibimos. ¡Viva Chile, mierda!

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