Opinión Nacional

23 de enero de 1958

Esta significativa fecha ha sido utilizada pragmáticamente por una cantidad de “vivianes” para sus muy personales propósitos, especialmente por muchos que aprovecharon la oportunidad de “pescar en río revuelto”; si bien es cierto que hubo una lucha para defenestrar la dictadura utilitaria del general Marcos Pérez Jiménez, no es menos cierto que nadie lo derrocó, y que el general Pérez se marchó del país ese día –sin que nadie se lo impidiera- para no provocar un baño de sangre. Desde que los militares derrocaron el Gobierno accióndemocratista del novelista Rómulo Gallegos, el 24 de noviembre de 1948, con la salvedad que no se disparó un tiro y sin violencia pública, la Junta Militar de Gobierno, presidida por el comandante Carlos Delgado Gómez Chalbaud, trató de encaminar al país hacia horizontes positivos, en una etapa que varios historiadores calificaron como “dictablanda”.

Muerto el comandante Delgado en el magnicidio del 13 de noviembre de 1950, a manos de los sicarios de Rafael Simón Urbina, la nueva Junta de Gobierno fue presidida por el inefable doctor Germán Suárez Flamerich; hasta su renuncia obligada por el Alto Mando Militar el 2 de diciembre de 1952, estamento que delegó la Presidencia provisional en el coronel Marcos Pérez Jiménez. Es necesario destacar que en esa fecha se celebraron comicios constituyentes –no presidenciales como muchos lo afirman erróneamente- en el país, cuyos resultados fueron favorables al partido Unión Republicana Democrática (URD) –el Partido Comunista y Acción Democrática estaban ilegalizados- , y que fueron desconocidos por los militares. El Congreso Constituyente de 1953, instalado el 9 de enero, resolvió declarar a Pérez Jiménez Presidente Constitucional de los Estados Unidos de Venezuela, el 19 de abril de ese mismo año se juramenta para el período 1953-1958, bajo el lema “Nuevo Ideal Nacional”

Acción Democrática arrecia su accionar contra el régimen, se preparan sabotajes, atentados con bombas, manifestaciones, protestas y volantes subversivos, siendo reprimidos por la siniestra Seguridad Nacional; militantes adecos y comunistas son encarcelados y muchos recluidos en los campos de concentración en Guasina y Sacupana. No obstante el país avanza indeteniblemente hacia el progreso, se crean industrias, se instalan en Venezuela grandes consorcios y se desarrolla como nunca antes la Nación; construcciones de autopistas, centrales hidroeléctricas, ferrocarriles, teleférico del Ávila, hospitales, hoteles, urbanizaciones populares, la minería –y de manera significativa el petróleo-, hierro, aluminio, carbón (Siderúrgica y la Corporación de Guayana). Caracas se moderniza con avenidas, distribuidores de tránsito, Centro Simón Bolívar, hipódromo La Rinconada, monumento a Los Próceres, Instituto de Investigaciones Científicas, y paremos de contar.

1957 es el año crucial para la dictadura, se deslinda la Iglesia católica del régimen; el arzobispo de Caracas, Rafael Arias Blanco, produce la “Carta Pastoral” del 29 de abril, con fuertes críticas al Gobierno. El periodista Fabrico Ojeda promueve la creación de la Junta Patriótica, principalmente con fichas de Acción Democrática y del Partido Comunista, organizando la resistencia y la tenaz oposición al sistema imperante. Se avecina el término del mandato de Pérez Jiménez, éste mal aconsejado anuncia el 4 de noviembre un plebiscito, para manifestar su apoyo o rechazo a su Gobierno, y se fija el 15 de diciembre para la consulta. Es creado un Estatuto Electoral, se declaran aptos para sufragar, los venezolanos mayores de 18 años y los extranjeros con más de 2 años de residencia en el país; los resultados oficiales arrojaron los siguientes resultados: total votos válidos, 2.738.972, con 186.013 nulos y afirmativos, 2.374.790. El Consejo Supremo Electoral, proclama el día 20 al general Marcos Evangelista Pérez Jiménez, Presidente Constitucional para el período, 1958-1963.

La Junta Patriótica reparte volantes contra la “usurpación”, el malestar es evidente en la prensa, los estudiantes y los gremios profesionales; el 1º de enero de 1958 insurrecciona el comandante Hugo Trejo, aviones sobrevuelan Caracas, Trejo se rinde en Los Teques al día siguiente; la campanada militar resuena en Miraflores, muchos oficiales son detenidos. La Junta Patriótica convoca a huelga general, la capital es un hervidero de pasiones; Pérez Jiménez cambia su gabinete ministerial por uno eminentemente militar, el 10 de enero; salen del país Pedro Estrada –director de la Seguridad Nacional- y Laureano Vallenilla Planchart, ex ministro de Relaciones Exteriores, personajes gravemente cuestionados.

El 15 de enero de 1958, circula la “Declaración de los Intelectuales”, exponiendo los abusos del régimen, exigiendo libertades y el correspondiente repudio a tales acciones; el Colegio de Ingenieros se pronuncia el 17 contra el Gobierno, le siguen otros gremios, la prensa no circula el día 21, se decreta un “toque de queda”, y el 23 la Armada desobedece al general Pérez. Éste acompañado de su familia, amigos cercanos y otros allegados, aborda el avión C-47, mal llamado “Vaca Sagrada”, con rumbo a Estados Unidos, pasando por Santo Domingo. Una Junta Militar lo sustituye, jefaturada por el contralmirante Wolgang Larrazábal. Y todos sabemos lo que ha pasado después.

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