Opinión Nacional

35 años pensando en los Medios

Fue en el Centro Jesús María Pellín, que quedaba en una casa penumbrosa de una callecita recoleta en El Paraíso, donde nació Comunicación, único caso en el país de una revista dedicada con metodológica cabezonería al análisis de los fenómenos de la comunicación desde una perspectiva crítica, científica y alternativa.

Allí estaban, entre varios jesuitas y profesores de la Universidad Católica Andrés Bello como Jesús María Aguirre, José Ignacio Rey y Francisco Tremonti, los laicos Marcelino Bisbal y César Miguel Rondón.

Treinta y cinco años después, la revista sigue pero también continúa la amistad y la cercanía de criterios aun cuando Rondón haya tomado rumbos decididos y muy exitosos en la radio y en la televisión que precisamen-te criticaba -lo sigue haciendo, de hecho- la publicación. Algunos valores compartidos en los años universitarios, o en los inicios de la profesión, juntan a las personas para toda la vida. Incluso, será el propio Rondón quien pronuncie las palabras de salutación este viernes 5, cuando se celebren los 35 años en la sede de Cerpe, detrás del centro comercial San Ignacio.

VIEJOS TIEMPOS, NUEVOS TIEMPOS

La revista era mimeografiada en sus primeros tiempos, de modo que a los lectores llegaba un boletín (así se le llamaba) escrito a máquina. Colaborar allí era un privilegio y así lo entendí cuando, a finales de los setenta, me propusieron escribir un análisis sobre el programa de televisión de Joselo, por entonces un fenómeno de audiencia en Venevisión.

Ahora lo reviso y me repele aquel aliento a utopía desmelenada: uno pensaba que había que desmontar y dinamitar los medios masivos. Había que revelarle a la gente el grado de manipulación al cual estaba siendo sometida.

Uno podía abrirle los ojos a este pueblo sistemáticamente manipulado y engañado por un grupo de empresarios inescrupulosos, acaparadores del espectro radioeléctrico y de los medios de producción en general, cuyo último fin era conducir a las masas por el redil del consumo y el conformismo, fomentando la pasividad ante las iniquidades de la plusvalía y la explotación.

Sin embargo, el propio boletín, en donde escribía gente que leía a Mattelart pero también a Eco, Moles y McLuhan, advertía que todo utopismo izquierdista sobre la modificación de los medios que no tenga presente la experiencia directa del pueblo y la correlación de fuerzas en la sociedad, está destinado «no sólo a fracasar sino a reforzar las instituciones vigentes» (Nº 7).

No hay cabida aquí para reseñar la evolución del pensamiento analítico y las diferentes corrientes que abordan la epistemología o la fenomenología de los mass media; en todo caso, se ha enriquecido la visión de todos, en especial bajo la influencia de ensayistas como Martín Barbero y Carlos Monsiváis, más la experiencia en carne propia, que se ha empeñado en mostrar la complejidad de estas relaciones y mediaciones. No puede considerarse al receptor como un sujeto meramente pasivo, medio lisiado; mucho menos hoy, con Internet a la mano.

La experiencia ha determinado, en el caso venezolano, que el concepto de medio alternativo también puede ser manipulado por el poder que echa mano, inescrupulosa- mente, del chantaje ideológico bajo una pretensión reivindicativa.

La deuda tácita que denunció Comunicación desde el principio sigue vigente, hoy más que nunca. Ha habido intentos de medios desde y para las comunidades, impresos o radioeléctricos. Pero pocos han prosperado como real alternativa. Falta un largo trecho por recorrer. Además, anhelos como el de una radiotelevisión de servicio público siguen postergados; se nota cuán lejana está al mirar la basura que emite el Estado.

Y falta debate desde este lado de la democracia y de la academia. A la revista Comunicación y a las escuelas de Comunicación Social les ha faltado esa convocatoria. También al gremio. Sigue siendo cierto ese rebote simbólico entre lo que recogen los medios del entorno y lo que devuelven modificado o tergiversado para condicionar ese entorno.

Pero hay más matices de los que cualquiera podía pensar en este lado del mundo en 1975. Que venga el debate, y que se hable y reflexione a calzón quitado, es la mejor lección que pueda derivarse de estos 35 años. ¿No hay 16 o 17 escuelas de Comunicación Social arrojando gente al mercado de trabajo? ¿Qué es lo que arrojan, a fin de cuentas?

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