Opinión Nacional

Abismo de civilización

Regreso a Caracas después de casi 5 semanas en el exterior. Una nimiedad de tiempo para una sociedad y una mínima fracción para una vida. No obstante y a nivel personal, fue toda una eternidad. En parte porque discurrió alrededor del devenir de un ser amado pero, fundamentalmente, porque la Venezuela que encontré al regreso es muy diferente a la que dejé. En esas pocas semanas nuestro país cambió. Mucho.

Demasiado.

En diciembre, las cosas no andaban bien entre nosotros. Mucho ruido y casi ninguna nuez. Aun así, y a pesar de los miles de problemas, se respiraba; a algún lado alguien quería ir. Hoy nos encontramos con un país totalmente paralizado y en el que no figura eso de lo del trabajo por hacer; negocios abiertos sin vendedores, compradores o mercancía. Ciudades sin ruido o tráfico. Un país inundado de problemas, muchos nuevos y más graves que cualquiera de los viejos que todavía siguen ahí. Una sociedad sin rumbo. En fin, un país descabezado; desarticulado su gobierno de sus administrados.

 

En esas semanas afuera, las comparaciones entre el país del que salí y al que estaba visitando se hicieroninevitables. No sólo por el infortunio que experimenté, sino porque la realidad termina por vencer a la mejorintencionada candidez. Cierto que la distancia que medimos entre las dos sociedades fue parcialmente modulada por el banquete profesional brindado por la resolución favorable ­en cuestión de días­ del problema de salud de un ser querido. La certeza de que esa fiesta del conocimiento no hubiese sido posible en el mejor de nuestros hospitales, confirmó la inmensa brecha tecnológica que nos separa de otros.

 

Buena parte de la distancia que siento separa nuestra sociedad de otras apareció también al constatar elabandono de Caracas, sin calles, parques, obras públicas o museos y compararla con la belleza y funcionalidad de las ciudades que visitaba. Urbes que en el pasado envidiaban a nuestra capital se han convertido en mecas de la modernidad. Ahora abruma la magnitud del deterioro de una ciudad que llegó a ser paradigma regional.

 

Empero, la puntilla provino de un acto de masas. Fue comparar nuestro 10 de enero ­prefacios y postfaciosincluidos­ con lo que todo el mundo pudo ver el 21 de enero durante la toma de posesión del Presidente Obama. Si bien apenas transcurrieron 11 días entre los eventos, ellos evidenciaron los siglos de civilización que separan nuestras sociedades. El acto en Caracas fue una manoseada y rabisalsera farsa preparada para deformar los valores tradicionales de nuestros ciudadanos y acercarlos, así, a los de una foránea y vetusta inclinación política. El acto en la `Capital de la Nación’, fue una solemne reafirmación del valor fundamental de la libertad como pilar de las sociedades modernas.

 

No sólo seguimos manteniendo una gigantesca brecha de conocimiento con otros países, sino que a partir del 10 de enero un abismo nos separa de la civilización.

 

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