Opinión Nacional

¡Alo!… ¿ Presidente?

¡Aló!… ¿Presidente? ¿Me escucha? Le habla un ciudadano común y corriente. Lo estoy llamando desde cualquier parte. No me vaya a cerrar el teléfono, Presidente. Quiero hacerle unas cuantas preguntas. Porque la gente dice muchas cosas en la calle.

¿Es verdad que usted anda muy nervioso, Presidente? Eso es lo que se comenta… Dicen que lo desvela la reacción internacional por el cierre de RCTV. ¿Es verdad que el único cómplice que le respondió fue el Daniel Ortega?… ¿Aló?

Por cierto, Presidente, ¿fue suya la idea de traer a ese delincuente para que le hiciera barra? Dicen que el infeliz vino por unas cuantas limosnas a cambio de eructarle su apoyo. Yo creo que usted subestima a los venezolanos, Presidente. Aquí cualquiera sabe quien es Daniel Ortega.

Su prontuario (el de él, no el de usted) es de conocimiento público. Fue un vulgar asaltante de bancos a mediados de los años 60. Fue acusado por su propia hijastra de abusar sexualmente de ella desde que tenía once años. La historia lo registra como un genocida por la masacre de los indígenas miskitos en la década de los 80.

¡Aló! ¿Presidente? ¿Sigue en línea? Oiga, ¿es verdad que lo asustan las protestas estudiantiles? ¿Por eso fue que ordenó que bajaran los cerros para enfrentar a los muchachos? ¿No le parece eso una tremenda irresponsabilidad, además de un acto de innegable cobardía, Presidente?

¿Fue en un ataque de nervios que mandó a los estudiantes al carajo? (Lo dijo usted… yo sólo lo repito, Presidente). Dicen que usted les tiene miedo porque no tiene de qué acusarlos. Porque no están manchados con los errores del pasado. Porque no están atados a ningún botalón… ¿Aló?

¿Fue usted quien ordenó a algunos diputadillos que salieran a descalificar a los estudiantes llamándolos sifrinos e hijitos de papá? Aquí entre nos, Presidente, yo prefiero un hijo de papá antes que un hijo de otra cosa… Y esto va sin alusiones particulares, por si acaso, Presidente.

¡Aló!… ¿Presidente? Quería preguntarle otra cosa… Por ahí andan diciendo que lo mortifican los tropiezos de su partido único. Dicen que ese partido es como un carro sin gasolina: que camina pero empujado. ¿Es verdad eso, Presidente?

¿Y es verdad que le temblaron las piernas por la raquítica asistencia a su marcha antiimperialista? ¿Y es cierto que la gente estaba más pendiente de las caderas de las garotas que de la lengua suya? ¿No será que la gente ya está saturada de sandeces?… ¿Aló?

¡Aló!… ¿Presidente? Le iba a preguntar otra cosa, pero no quiero que me vaya a acusar de golpista. Es una simple curiosidad ¿Es verdad que en los cuarteles hay mucha cara arrugada? ¿Y es cierto que la Asamblea Nacional ha empezado a cuartearse? Pregunto, nada más.

La gente dice que la fortaleza de su gobierno es pura escenografía. ¿Es eso cierto, Presidente? ¿Es verdad que muchos de sus colaboradores más cercanos tienen su Plan B, el cual incluye cuentas bancarias y cómodas residencias en el exterior para casos de emergencia?

¡Aló!… ¿Presidente? Se me está acabando el saldo. Quería preguntarle una última cosa… ¿Cómo es eso del magnicidio? Dicen que duerme usted con un ojo abierto y el otro también. ¿Usted cree que alguien pueda atreverse a tanto? ¿O son inventos suyos para provocar lástima?

Tengo entendido que usted tiene un impenetrable equipo de seguridad. ¿O es que no confía en ellos? ¿O es que usted piensa que alguien de su entorno puede sacar provecho de su alejamiento involuntario e indefinido del poder por razones biológicas de fuerza mayor?

¡Aló! ¿Presidente? ¿Aló? ¡Alóoooo!

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