Opinión Nacional

Ante el Manifiesto de los periodistas

Compañeros
Junta directiva del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (Sntp)
Presentes.

Estimados amigos:

Me dirijo a ustedes para expresarles mi desacuerdo con el procedimiento
poco democrático dispuesto por esa junta directiva para la redacción y
difusión del «Manifiesto por la democracia y el libre ejercicio del
periodismo», cuya publicación en la prensa está prevista para el 23 de
enero de 2002.

Contrario al espíritu unitario que privó entre los venezolanos de
diferentes ideologías, clases sociales y militancia partidista en aquella
fecha histórica, así como a los valores del diálogo, el consenso y la
tolerancia que el mismo documento invoca, la directiva del Sntp procedió a
su redacción y a la recolección de firmas en apoyo a su contenido sin
antes promover un necesario y verdadero debate entre los trabajadores,
como hasta ahora había ocurrido con otras decisiones de trascendencia
gremial y política.

No hubo una asamblea general de afiliados, como la previa al paro de la
prensa de 1992, ni un consejo de delegados, como el realizado antes del
paro general del 10 de diciembre de 2001, y mucho menos una asamblea en El
Universal, mi sitio de trabajo. En lugar de ello, hubo la invitación, por
aviso de prensa, a que los trabajadores enviaran al sindicato sus aportes
a lo que ya, como decisión tomada, exponían como columna vertebral del
manifiesto.

No sé si será éste un nuevo estilo de democracia participativa, o si las
asambleas y la discusión cara a cara, con argumentos, estarán ya pasadas
de moda, pero, para mí, no se cubren los extremos del debate con ese
proceder, mucho menos cuando, días después, el documento, ya con su
redacción final, comenzó a circular para su firma y hasta en la prensa
apareció publicado como noticia, sin que quienes no pertenecemos a los
organismos directivos del Sntp hubiésemos tenido una instancia de
discusión real, no virtual, para perfeccionarlo y hacerlo satisfactorio
para un mayor número de afiliados.

En mi caso, conocí su contenido cuando una compañera me entregó una
copia, acompañada de firmas ya estampadas, y me dijo: «léelo, si te gusta
lo firmas y si no, no importa». Es decir, las únicas opciones eran tomarlo
o dejarlo. Un sí o un no. Lo mismo, recordemos, hizo el dictador Marcos
Pérez Jiménez en 1957, cuando en lugar de llamar a elecciones, como
mandaba la Constitución de 1953, se hizo reelegir en un plebiscito,
precipitando, por cierto, su estrepitosa caída.

No hace falta recordar que la propia Constitución de 1999 fue objeto de
un amplio debate público antes de ser sometida a referendo popular. Si así
ocurre con una Constitución, y había ocurrido con otros pronunciamientos
del Sntp, incluyendo las comunicaciones rutinarias de las delegaturas con
las empresas, que suelen ser discutidas en asamblea con los trabajadores,
por qué no se hizo algo similar con el comunicado en cuestión.

Con este planteamiento, el 18 de enero me comuniqué telefónicamente con el
amigo Gregorio Salazar, secretario general del Sntp, quien por respuesta
me recomendó enviar por escrito mis observaciones, pues, según dijo, el
documento aún era susceptible de modificaciones. Le dije, y lo ratifico,
que modificar el contenido a esas alturas constituía una falta de respeto
hacia quienes ya lo había firmado.

Se trató, pues, de un procedimiento absurdo e inexplicable, sobre todo
entre periodistas que creemos en el diálogo, la búsqueda de consensos, la
pluralidad de ideas y el respeto al contrario. Es, en fin, un mal
precedente en la historia del sindicato.

No faltará quien alegue que 100, 200, 500 o 1.000 periodistas firmaron el
manifiesto, por lo que mi planteamiento no procede. Es el mismo argumento
al que apelan quienes, desde posturas oficialistas, creen innecesario el
diálogo porque «la sociedad civil ya se pronunció en 7 procesos
electorales». O quienes hoy, como otros antes, aplican aplanadoras en
instancias plurales, creyéndose dueños de la verdad por saberse dueños de
una mayoría emotiva.

Sobre el contenido mismo del documento, ya es inútil abundar en mayores
consideraciones. De haber tenido una instancia donde hacerlo, sólo les
habría recordado lo que suele señalar el amigo Gregorio Salazar en las
asambleas de trabajadores, cuando alguien redacta alguna carta o
comunicado un poco subido de tono: «el lenguaje escrito no es igual al
hablado, acuérdense de que eso queda escrito, hay que cuidar las formas,
lo cortés no quita lo valiente». Perfectamente pudo haberse hecho una
defensa categórica del ejercicio del periodismo sin incurrir en los
excesos que, por cierto, impidieron que valiosos periodistas, alguno,
incluso, de los que han sido agredidos en manifestaciones públicas,
suscribieran su contenido.

No se trata, como tal vez cierto sector querría, de obviar la referencia
al discurso del presidente Hugo Chávez frente a los medios y periodistas,
el cual, ciertamente, tiene alta responsabilidad, aunque no la única, en
la coyuntura por la que atraviesa el periodismo en Venezuela. Creo que el
gremio conoce mi posición: en el espacio de entrevistas que conduzco en
VTV, canal del Estado, le manifesté al Presidente, sin escudarme en una
lista de firmas, que si cerraba Globovisión los periodistas venezolanos
protestaríamos esa decisión que dejaría sin trabajo a los compañeros que
allí laboran. Así que nadie podrá acusarme, en justicia, de debilidad o
cobardía a la hora de defender al gremio.

Lo que no puedo defender es el uso de las siglas, recursos e historia del
Sntp como instrumento de una de las dos parcialidades que pugnan
actualmente por el control del poder político en Venezuela.

En esta hora crítica que vive la nación, a los periodistas nos
corresponde defender el ejercicio responsable e independiente de nuestra
profesión frente a las agresiones, amenazas e intentos de intimidación,
vengan de donde vengan, pero también estamos obligados, por la naturaleza
de nuestro rol en la sociedad, a trabajar por la unidad y no por la
división del gremio ni de los venezolanos, a elevarnos, por encima de
nuestras simpatías o antipatías políticas, como mediadores entre los
sectores en conflicto y a facilitar el juego democrático.

El Sntp no puede estar al servicio de un proyecto político ajeno al
gremio. Con ese criterio, en las pasadas elecciones del Sntp, no voté por
una fórmula que, para mí, representaba ese riesgo. Voté por la que
encabezó Gregorio Salazar y, a juzgar por el episodio del manifiesto,
resultó que el riesgo era el mismo, pero con signo contrario.

Ojalá el costo de esa política sea leve para los trabajadores de la
prensa en sus luchas gremiales y sindicales. Ojalá los futuros comunicados
y acciones del Sntp vuelvan a estar impregnados del tino, sabiduría,
mesura y buena pluma que hoy extraño del amigo Gregorio Salazar.

Reciban un saludo cordial.

ERNESTO VILLEGAS POLJAK
Periodista
C.I. 9.487.963

E-mail: [email protected]

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba