Opinión Nacional

Arremetida endógena contra el chavismo católico

A partir del domingo 29 de noviembre de 2009, cuando el Presidente Hugo Chávez reiteró por enésima vez su adhesión al catolicismo, en proclamas de fe que dan cuenta de un respeto institucional por la libertad de pensamiento, y que sugiere igualmente aprecio y tolerancia por la autodeterminación filosófica individual, en función de una Verdad sin dueño, comenzó a evidenciarse, a lo largo de la semana, un notable incremento en gran parte de los medios audiovisuales simpatizantes del oficialismo, de posturas militantes endógenas que en el menor de los casos tienden a asumir la difusión del mensaje católico como una forma a ratos frontal, a ratos subliminal, de introducir en la masa nacional valores pequeñoburgueses que favorecen las aspiraciones de la oligarquía en su tarea de reconquistar el poder.

Conocedores sin duda del fervor religioso de muchos otros adeptos al proceso revolucionario, y particularmente del primer mandatario, a quien se le ha visto celebrar misa, comulgar y hasta pedirle la bendición a ciertos sacerdotes, voceros de diversas tendencias internas del movimiento chavista, más apegados a visiones de marcado perfil ateísta emparentadas con el aforismo de Marx según el cual “la religión es el opio del pueblo”, resienten incluso, por lo que escuché en un programa radial, que portales como Aporrea.org cuyo slogan dice: “Comunicación popular para la construcción del Socialismo del Siglo XXI”, dé cabida a artículos y opiniones en general a través de los cuales se cuelen estos sedativos verbales que buscan adocenar al pueblo en su lucha por los más altos intereses patrios de cara al gran silbón imperialista. Según esta gente de radio, Aporrea.org debería acoplarse más bien a una política de pensamiento único y exclusión que permita la difusión exclusiva de la verdad que ellos manejan.

El Presidente Chávez y todo el conglomerado que como él de una u otra manera conviven bajo la bóveda filosófico-religiosa que comanda desde Italia el Papa Benedicto XVI, Joseph Alois Ratzinger, quien en su condición de máximo jerarca del clero ampara la subsistencia del Opus Dei, organización que ha sido acusada de múltiples desafueros (Wikipedia); tendría –deduzco-, de acuerdo a esta arremetida endógena contra el chavismo católico, que mantener un bajo perfil, o al menos ser cuidadoso de no exaltar abiertamente aquellos preceptos cristianos que no contribuyan directa o indirectamente a potenciar la conciencia revolucionaria de cara a sus aspiraciones libertarias.

En este sentido quizás sería más recomendable para los creyentes chavistas pasar por alto el “perdonar a quienes nos ofenden”, en momentos que éste sea preciso, y acudir más bien a la ley de Amurabi cuyo texto conmina en estos casos a pagar mal por mal de la siguiente manera: “Ojo por ojo, diente por diente” o como dice Pastor López en una composición aforística más melódica: “Golpe con golpe yo pago, beso con beso devuelvo, esa es la ley del amor que yo aprendí, que yo aprendí”; igualmente a tono con un comunicado difundido recientemente por un canal oposicionista donde se afirma que “sólo Dios perdona porque ese es su oficio”.

De manera que ante esta arremetida endógena contra el chavismo católico, del Presidente Chávez para abajo deberán decidir entre disimular su militancia religiosa en aras de los objetivos generales del proyecto socialista, y a fin de que su prédica no sea señalada como opio pro oligarquía pequeñoburguesa o: ser luz del mundo y sal de la tierra, porque “una luz no se enciende para ser colocada debajo de un celemín”, como recuerda Cristo, el Alfa y el Omega.

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